12 ~ kim seungmin ~

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El café se enfriaba sobre la alfombra pero me encontraba demasiado inmersa en mi lectura como para importarme. Mis ojos escaneaban las palabras con rapidez y sin esfuerzo mientras en mi cabeza se reproducían como si fueran una película.

El sonido de la lluvia y la calidez que envolvía mi cuerpo eran suficientes para relajarme, llevándome a un estado en el que los párrafos sobre las hojas eran casi cantados en mis oídos de lo reales que se sentían las palabras en mi cabeza.

Me encanta esa sensación. La de vivir momentáneamente en un mundo diferente cuando abro un libro, es simplemente mágica. Esa sensación, sumada a la compañía de la única persona en la casa que disfruta de la lectura, era todo lo que me hacía falta para hacerme sentir en calma.

— ¿Quieres que recaliente tu café? —su voz me interrumpió a mitad de página. No me molestó, porque sonó con suavidad, casi como un arrullo— Ya está casi frío —rió de la misma forma, acercándome la taza a las manos para reforzar su afirmación.

Marqué la parte en la que me encontraba (con un marcador de páginas, doblar las hojas me parece un sacrilegio) y tomé la taza. Sorbi un poco, haciendo una mueca cuando me di cuenta que el castaño tenía razón.

— ¿Terminaste el tuyo? —pregunté dejando la taza en el suelo junto a su pierna. Me enderecé un poco girandome sobre mi lugar para poder verlo bien.

Seungmin sonreía suavemente mientras sostenía un libro en sus manos. Leí la tapa, riendo al reconocer un título diferente al primer libro con el que había llegado al salón. Era lo bonito de que le gustara leer tanto o más que a mí, solíamos devorarnos los libros en compañía del otro en cuestión de horas, casi como si se tratara de una competencia.

A decir verdad, estaba casi segura de que se divertía creyendo que así lo era, y no tenía el corazón para contradecirlo. ¿Cómo podría, cuando me mira con esos ojitos de cachorro al pedirme otra maratón de lectura en el salón? Imposible.

— ¿El libro o el café? La respuesta a las dos es sí —rió dejando el objeto sobre el sofá en el que se encontraba apoyado. Seguidamente enredó sus brazos en mi cintura y me movió un poco para acercarme a su pecho nuevamente— ¿Nos tomamos un descanso? —inclinó su rostro con una sonrisa que escondía travesura.

Sonreí con diversión, pues sus "descansos" se basaban en contacto físico de la forma que fuera y muchos, muchos, besos furtivos de por medio.

No me dió tiempo de asentir cuando ya me estaba levantando para sentarme entre sus piernas. Subí mis brazos y me estabilicé abrazándolo por sobre los hombros mientras él hacía lo mismo en mi cintura, manteniéndome lo más pegada posible.

Escondió su cabeza en mi cuello y suspiró, paseando sus manos por mi espalda mientras besaba la zona con delicadeza y ternura. No pude evitar derretirme mientras acariciaba su cuero cabelludo, despeinando y volviendo a peinar las mechas oscuras con parsimonia.

Nos pasamos así un buen rato, sin pasar más de los besos perezosos por mi cuello y mandíbula, sin crecer de los atisbos de sonrisa; pues ambos nos encontrábamos ocupados paseando nuestras miradas por las facciones del otro.

Había memorizado cada parte de su rostro y estaba segura de que él había hecho lo mismo con el mío, cuando nuestras miradas se cruzaron en los labios contrarios. Esbozó una sonrisa cómplice antes de acortar la distancia y terminar de juntar nuestros labios.

Cada vez que me besaba se sentía como si fuera la primera. La calidez, tranquilidad y amor con la que me besaba me movía el suelo, una y otra vez. ¿Las mariposas en el estómago, en las cuales nunca había creído? Crecían y se multiplicaban en mi interior ante el contacto del castaño.

No me hacía falta nada más aparte de su simple presencia para provocarme felicidad instantánea pero sus besos... no había forma de explicarlo, sólo era consciente de que podría morir besando sus labios y lo haría felizmente.

Era la forma en la que acunaba mi rostro y acariciaba mis mejillas, que acercaba su pecho al mío y sonreía en medio del beso, que me recordaban una y otra vez que Seungmin es y siempre será el amor de mi vida. Y no pude evitar sonreír como tonta sobre sus labios ante ese pensamiento.

— ¿Qué es tan gracioso? —preguntó de la misma forma, separándose lo necesario como para poder verme, aún manteniendo sus manos en mi rostro.

— Sólo pensaba en lo estúpidamente feliz que soy en este momento —confesé, pues me resultaba muy díficil mentirle a esos ojos tan brillantes y bañados en amor.

— Debo ser muy estúpido entonces porque creo que nunca había sido tan feliz en mi vida —contestó, la sonrisa que bailaba en sus labios se había instalado y resplandecía sobre sus dientes cubiertos en brackets— ¿Te había dicho ya lo bonita que eres? —murmuró, solo para que yo lo escuchara.

No porque le diera vergüenza, no porque temiera que los chicos fueran a oírlo y burlarse; con el tiempo habiamos aprendido juntos que las palabras susurradas en la soledad muchas veces tienen mayor impacto que las que se gritan al viento, y hacíamos uso de esa teoría cuando lo veíamos necesario.

— Unas mil veces, si —asentí, aunque riera me derretía por dentro. Y seguro que por fuera también, porque mis mejillas quemaban y su sonrisa se había ensanchado al ver debajo de sus manos.

— ¿Te digo algo? Muchas de las veces no te lo estoy diciendo a ti —comenzó y continuó antes de dejarme hablar— Muchas de esas veces soy yo simplemente hablando en voz alta, intentando convencerme de que eres real y estás aquí, conmigo, en este momento —sonrió de forma que casi cristaliza mis ojos— Eres increíblemente perfecta en cada aspecto de la palabra y no espero que me creas porque no tienes la suerte de verte como yo lo hago.

» ¿Y sabes qué? Es egoísta pero, espero que nunca lo hagas —inclinó su rostro y sonrió de lado— Porque si te amaras aunque sea una centésima de lo que yo lo hago, te darías cuenta de que no hay una sola persona en este planeta que merezca ver tus ojos hinchados cuando acabas de despertarte o tu sonrisa al ver un gato en la calle —continuó luego de bajar sus manos a mi cintura. Se reclinó contra el sofá y me llevó con él— Algún día voy a encontrar una frase mejor que "Te amo" porque no significa ni un cuarto de todo lo que siento por ti.

Usualmente rebosaba de palabras. Podía hablar de lo que fuera durante horas y no me cansaba, siempre con la persona indicada claro. Con Seungmin, específicamente, podíamos quedarnos despiertos hasta altas horas de la noche simplemente charlando, recostados en la cama. Pero en este momento, nada salía de mi boca aparte de suspiros estrangulados.

Dado que a ambos nos gustaba tanto leer, gozabamos de un vocabulario más amplio que aquellos que no disfrutaban de este o cualquier otro tipo de arte de alguna forma. Era casi mágico como Seungmin era capaz de armar frases que cristalizaban mis ojos en un instante, y lo mejor es que esta no era la primera vez.

Y sin embargo, no era capaz de acostumbrarme. Pero estaba bien, en tanto continuara haciéndolo para ayudarme.

Como me resultaba más sencillo usar mi cuerpo para comunicarme que mis palabras, me acomodé mejor sobre su regazo y tomé su rostro entre mis manos. Sonreí intentando transmitirle todo mi amor con ese gesto,pegando nuestras frentes y rozando mi nariz con la suya en un beso esquimal.

— Te llevo enredado en mi alma, Seungmin —murmuré con mis ojos cerrados, sintiendo mi respiración mezclarse con la suya— Y soy tuya en cada sentido posible de la palabra. Lo soy porque no sería quién soy sin ti, así que te pertenezco en tanto me quieras —reí sobre un murmullo al final, acompañada el castaño.

— Tu eres mía y yo soy tuyo, Leah. Siempre lo he sido —abrí mis ojos para verlo sonreir, inclinándose para besarme una vez más.





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espero que les guste y lo disfruten <3

sonrían, tomen agua y coman sus verduras,

les amo <3

stray kids one shot's ✧︎ִֶָ ̽ Where stories live. Discover now