24 ~ yang jeongin ~

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Con el paso del tiempo me fui acostumbrando a las miradas robadas -son todo lo que me puedo permitir en realidad. Es quizás una bendición y una maldición al mismo tiempo.

Decir que me saqué la lotería en un juego del cual apenas conscientemente había sido participe es quizás la definición perfecta para mi situación. Si bien siempre había soñado con trabajar en lo que siempre deseé y ser por fin la persona que sentía debía ser, esto es surreal.

Y a veces se sentía así, como si fuera un sueño del que yo no era parte. Como si todo lo que estuviera sucediendo fuera una escena de una obra de teatro en la cual juego el papel secundario, incluso cuando sé que soy una de las nueve protagonistas principales de la historia. En esos momentos agradezco lo poco silencioso del grupo porque tampoco es como si tuviera mucho tiempo para ahogarme en esos pensamientos turbulentos.

No cuando despierto con lo que a veces llaman discusiones pero son más risas que intercambios acalorados, cuando lo primero que huelo son los desayunos de Minho -porque incluso si es demasiado temprano en la mañana no le gusta que salgamos sin algo en el estómago- o lo primero que siento es una de sus manos moviendo el cabello de mi rostro o acariciando una de mis manos hasta que acabara de despertarme. No son todas las mañanas que puedo gozar de las cosas previamente listadas pero las que sí, se sienten como si hubiera ascendido brevemente y todo estuviera bien en el mundo, como si mis preocupaciones anteriores simplemente no existieran y todo estuviera lleno de ellos, ellos, ellos.

Entonces el decir que los considero mi familia es inequívoco, simplemente sé que es lo correcto por el calor que se abre paso por mi cuerpo, iniciando detrás de mi caja torácica, que a veces nubla mis sentidos. Cada uno de ellos se ha incertado en mi de una manera diferente y aunque a veces el saber que jamás volveré a ser quien era antes se siente casi nostálgico, no lo cambiaría por nada del mundo.

Chan me mostró lo que es ver el cariño y reconocerlo incluso en las más complicadas situaciones. Minho me enseñó que la atención y el cariño vienen incluso en las más mínimas acciones, me enseñó a ver a ciertas personas con otros ojos. Changbin me enseñó a amar cada detalle de una persona y prestar atención a los que se esconden, porque son los más valiosos a veces. Hyunjin me enseñó a amar el amor, incluso cuando se siente sofocante o algo imposible de alcanzar. Jisung me mostró lo importante de amar a los demás pero también a uno mismo, dejarme de última desvalida mis intentos por parecer completa frente a los ojos que saben leerme con tanta facilidad. Felix me enseñó la importancia en simplemente amar, disfrutar y buscar la felicidad en las situaciones más cotidianas. Seungmin me mostró el amar en silencio, en lo necesario de a veces simplemente admirar y agradecer los más simples momentos.

Jeongin... Jeongin me enseñó a vivir.

Y aquí es donde todo se vuelve más complicado. Porque si Jeongin me enseñó a vivir, significa que antes estaba simplemente existiendo y de primeras, no sienta bien. Porque, ¿Cómo puede ser que necesite de otra persona para aprender a hacer algo que ya debería saber hacer?

Porque lo triste está en pensar que lo que hacía antes en verdad podría llamarse vivir. Pegada a una rutina, gastando mi último aliento en esforzarme al límite y respirando con calma únicamente en escasas horas de sueño nocturnas no puede ser llamado vivir, y aún así lo agradezco porque todo eso me llevó hasta aquí. Si hubiera sabido vivir desde un principio, si no me hubiera dejado caer en espirales de trabajo y agotamiento constantes, no podría tener madrugadas de juegos con Jisung y Felix, lecciones de cocina con Minho o tardes de producción con Chan -cuando a ambos nos golpeaba la inspiración y mientras el ordenaba pistas y creaba nuevas, yo escribía canción tras canción.

Y todo eso es increíble y me ayuda cada día a recordar la belleza en estar viva, pero debo agradecerselo a Jeongin. Más específicamente una noche luego de un largo día de prácticas, tan solo unas semanas luego de habernos conocido como compañeros de grupo. Todos nos encontrábamos cansados, hambrientos y en desesperada necesidad de una ducha, entonces el momento en el que se dió por finalizada la práctica de baile el resto corrió a sus bolsos para huir de la sala en cuanto antes. Excepto yo. Porque había un paso que no había logrado replicar de la forma que me hubiera gustado y la determinación por lograrlo con la misma fluidez que Hyunjin o Felix lo realizaban se mantenía en mi cuerpo, como los últimos restos de un tronco quemándose, a punto de ser quebrado al medio.

stray kids one shot's ✧︎ִֶָ ̽ Where stories live. Discover now