A la mañana siguiente, Zhongli bajo a desayunar.
Al verlo, Ningguang solo pensó que tenía un aspecto algo decadente. Tenía una expresión de estar completamente ausente y sus ojos dorados ya no tenían brillo alguno. Estaban completamente ensombrecidos.
Cualquiera diría que no había pegado ojo, pero, en realidad, Ningguang sabia de sobra que había dormido, pero no muy bien.
Ella disimula no saber cuál es el problema y se acerca a él.
—¿Estas bien? —le pregunta ella preocupada —Tienes un aspecto horrible, ¿no has dormido?
—Estoy bien. Si, he dormido.
—¿Estas de broma? Zhongli tienes un aspecto horrible. Sera mejor que te quedes en casa y descanses. ¿No tendrás fiebre?
Puso su mano en la frente de Zhongli. Obviamente no tenía pero, aun así, miro su temperatura.
—Estoy bien —dice él.
—No, no lo estas —replica Ningguang —. Quédate en casa. Llamaré a Ganyu para avisarla que no te encuentras bien.
—En serio... estoy bien...
La mujer se acerca a Zhongli para abrazarlo. Acaricia su espalda dándole unas palmadas.
—No. No te preocupes. Descansa. Yo me ocupo de todo —le dice ella.
A regañadientes, Zhongli se quedó en casa y no fue a trabajar volviéndose a meter en la cama. Saliendo de la casa, Ningguang llamaba a Ganyu para decirle que Zhongli estaba algo enfermo y no podría ir a trabajar.
La joven comprendió el asunto y le informó que ella se encargaría. Mando su ánimo y deseos de que el hombre se recuperase.
Una vez en el coche, Ningguang también llamo a Kequing, su socia diciéndole que tampoco iría a trabajar.
En pocos minutos, la mujer estaba subiendo las escaleras de los apartamentos donde Beidou tenía su oficina-casa. Como siempre, Kazuha es quien le abre y ella entra rápidamente al despacho de la castaña.
Cierra la puerta tras de sí.
Ambas mujeres se miran.
Ningguang avanza tranquilamente hasta uno de los asientos enfrente el escritorio. Bajo la atenta y algo nerviosa mirada de Beidou, Ningguang saca un cigarrillo del su bolso y lo enciende. Entonces da una buena calada a este.
—Pensaba que ya no fumabas —comenta Beidou acercándole un cenicero.
Ningguang aclara su garganta.
—Bien, fuiste a por fotos, ¿Dónde están? —pregunta ella.
Beidou notaba su tono sutil y frio. Va directa siempre, sobre todo cuando algo la molesta de verdad. Solo que esta vez, quien molestaba era la castaña.
—Quizás no deberías verlas —le siguiere la castaña.
—Muéstramelas.
La castaña aprieta los labios mientras asiente.
Se inclina para abrir un cajón del escritorio y saca un sobre marrón que pone encima de la mesa. Por una vez, esa mesa estaba despejada de papeles y tazas de café.
Ningguang agarra el sobre y lo abre sacando las fotos que estaban dentro. Las mira una por una detenidamente.
A los ojos de Beidou, Ningguang estaba algo impasible al ver las pruebas de que su marido la engañaba.
Por esa oficina había visto de todo.
Mujeres y hombres llorar al ver a sus cónyuges engañarles con otras personas, pasarse de listos. Incluso los que se hacían los fuertes acaban demostrando que no eran rocas, lloraban, se enfadaban, miraban las fotos con miradas asesinas.
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Ego-Instinct ℤ𝕙𝕠𝕟𝕘ℂ𝕙𝕚
FanfictionDespués de superar una depresión a raíz de una antigua ruptura, Childe parecía encontrar un equilibro en su vida. Aun teniendo que lidiar con algún que otro ataque de ansiedad, iba por buen camino. Hasta que el destino le hizo conocer a Zhongli. En...