La obsesión de los Clifton ©

Capitulo 6 · Petición.

Capitulo 6 - petición.

—Cuando disfrutas de algo la dificultad es solo un impulsor.

Respondió Giane cuando Francois le preguntó sobre la dificultad de la Ingeniería química. Si, era algo estresante muchas veces pero le encantaba.

—En eso tienes toda la razón.

Asintió mirándola a ella y a sus gestos. Cada ser humano era un portafolio de gestos únicos.

—¿Que tal psicología?

—Es interesante...

—¿No te apasiona, verdad?

Por la forma en la que lo describió fue fácil llegar a esa conclusión.

—Amo aprender y la psicología es un gran campo, cada día sé más sobre la complicada mente humana pero no, no es mi pasión.

Se sinceró.

—¿Y cuál es tu pasión?

Quiso responder, había conocido su pasión hace tres años atrás junto a su hermano, pero no podía darle la respuesta a esa incógnita. Era un secreto tan íntimo y oscuro que solo ellos podían saber.

—Mi pasión está delante de mí.

—¿Estás diciendo que soy tu pasión?

—Tengo un deseo vehemente por ti.

Admitió, y sí. Eso era cierto, tenía un amplio deseo por ella; uno que iba más allá de cualquier superficialidad, era un deseo por cada molécula de su cuerpo y mente. Un deseo de estar en su cabeza cada segundo. Una ambición colosal porque le perteneciera.

—Claro, en un semana has desarrollado sentimientos por mi.

Dijo sarcástica, no lo podía evitar. Era su forma de evadir o suprimir el tornado de emociones que se creaba en ella.

—¡¿Porque no?! ¿Por qué debería limitar mis sentimientos para encajar con lo que todos dicen que está bien? Yo no voy a encapsular mis deseos para que los demás no me juzguen, yo siento porque estoy vivo. Si tú me haces sentir debo decírtelo.

Giane se quedó sin respuesta.
Hace unas horas habían llegado a su departamento, Francois espero pacientemente que se ducharse y se cambiara de ropa para estar juntos en la sala del apartamento.

Hace diez minutos habían pedido comida chica, la cual aún no llegaba.

—Eres hermosa. —continuó, sabía que ella había quedado muda. Era fácil leerla.

—Lo sé, muchas personas me lo han dicho.

—No.

Negó sonriendo. El mayor de los Clifton se acercó a Giane tomando su rostro con una suavidad digna para una delicada flor de loto. Sus verdes esferas se conectaron con las pardas de ella.

—No te lo digo como un cumplido, te lo digo enserio. Eres tan hermosa que mis deseos más perversos te desean a tí. No tienes de la belleza que se admira, tienes de la belleza que se desea...

—¿Cuales son tus deseos?

—Pronto los descubrirás.

—Creo que tengo algunos en mente.

Se acercó a él, sus bocas estuvieron a nada de unirse pero Francois se apartó. Esa acción llenó de dudas a Giane ¿Había hecho algo mal?

—Giane...

—¿Que sucede?

Escaneó el rostro de Francois con sus ojos miel. Un vacío se instaló en su estómago.