Capitulo 18 · Prohibido ·

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Capitulo 18- Prohibido.

Se dice que entre más se huye de algo más te atormenta.

Sucede con los miedos.

Sucede con el peligro.

Y sucede con el deseo...

Todo estaba bien con François, o al menos todo parecía estarlo, una pequeña pero tortuosa espina se clavó en la mente de Giane Avilt al salir de su departamento, como sí el mismismo destino se hubiese encargado de ponerlo frente a ella se encontró de frente con ese hombre que la hacía olvidar lo que era la fidelidad.

Se llenó de nervios instantáneamente, la chica Avilt, no podía olvidar que él la apartó del peligro cuando lo necesitó, que la defendió sin importarle salir lastimado y mucho menos podía olvidar lo magnífico que se sentía caer ante sus labios, ni el fuego que se propagaba por su piel cada que sentía esas manos cálidas sobre ella.

—¿Qué piensas?—interrogó el menor de los Clifton con una sonrisa curiosa, podía imaginarlo. Ella tenía sus ojos llenos de deseo. Se acercó peligrosamente, Giane instintivamente miró la puerta del departamento B42, él lo notó—. No está en casa.

Ella se tranquilizó un poco al saber eso. François no podía verlos así de cerca

—Creo que debemos hablar—sus ojos vieron los pardos de él llenos de brillo.

—Debo irme, Giane, me están esperando.

—¿Quien?—se le escapó esa pregunta, no era alguien para preguntarle esas cosas.

—Shar—respondió en un tono suave. Ella intentó disimularlo pero sus ojos no sabían mentir, un brillo de desilusión pasó por ellos al oír la respuesta.

H, se acercó tomándola de la barbilla.

—No te preocupes por ella.

—No lo hago—trató de mentir, pero fue muy mala haciéndolo.

— A diferencia de ti, solo estoy interesado en una persona.

Sintió el aliento de él chocando contra su boca, estaban peligrosamente cerca, ella se estremeció por la cercanía. Ese toque prohibido sobre su barbilla la tenía en un trance, soltó el aire que estaba reteniendo.

—¿Solo una?—cuestionó.

—Solo una—repitió—y la estoy mirando a los ojos en este momento.

Dijo totalmente seguro, y era cierto. Para Henxo Clifton solo había una mujer merecedora de él en ese momento y esa era Giane Avilt, ese era el problema con él, una vez tenía en la mira a su objetivo no existía ninguno otro.

Podían haber miles de aves y él únicamente miraría a su cisne.

—Solo quieres follarme. No estás «interesado» en mi, lo estás en mi cuerpo—tomó su mano quitándola de su barbilla con completa delicadeza. Se sintió insultado por las palabras de la mujer, sí ella era hermosa, pero eso para él no era suficiente, Henxo no buscaba belleza, él buscaba sustancia.

Algo que ella tenía de sobra.

—Quiero conocer tu psique, cada parte de ella. Desglosarte en pequeñas piezas y comprenderte, no me basta con conocer tu cuerpo, quiero saber quién eres—lo dijo mirándola directamente a los ojos sin siquiera titubear.

Todo lo que dijo era cierto.

—¿Por qué?

Esa era la pregunta del siglo, ¿Por qué ella? De todas las mujeres que existían en la ciudad ¿Por qué los hermanos Clifton eligieron a Giane como su objetivo? ¿Por qué ahora ambos estaban igual de enganchados? ¿Qué la hacía diferente al resto?

—La primera vez que François habló sobre ti no me interesó en lo absoluto, como te describió me resultó aburrido. Todo cambió cuando te ví por primera vez, eres como un pequeño brillante rodeado de obsidiana; resaltas entre lo común— tomó con delicadeza el collar que le obsequió en su cumpleaños.

—Como una estrella en la oscuridad del cielo.

—Tengo miedo—admitió— ¿Y si François te hace daño?

Era increíble que le preocupaba más el bienestar de él que el de sí misma. Ella no sabía que los Clifton jamás se lastimarían uno al otro, por nada, por nadie. Preferirían lastimarse a sí mismo que al otro, el nivel de complicidad y lealtad que existía entre ellos no tenía medida y era irrompible.

—Valdría la pena— le plantó un corto beso sobre sus labios, descolocando a Giane por completo.

¿Cómo se luchaba contra él deseo?

—Mientras estés conmigo, no va a suceder nada malo, ni a tí ni a mí.

—¿Lo prometes?

¿Cuántas veces se podrían prometer y no cumplir sin irte al infierno? Henxo no lo sabía, pero tampoco era algo que le preocupaba mucho. Él ya tenía el infierno ganado, la única forma de no terminar ahí es que ese sitió fuese un invento.

—Lo prometo—besó sus labios, ella no lo notó pero ese beso estaba lleno de traición. Como cuando se sube demasiado sin saber que eventualmente caerás, ella estaba en las nubes. Los Clifton tenían ese efecto, te hacían volar para luego cortar tus alas.

—Debo irme. Te enviaré un mensaje con el sitio donde nos veremos.

...

—Me iré unos días a casa de mis padres.

Avisó de la nada tomando totalmente desprevenido a la chica de cabello dorado.

—¿Por qué?

No sabía porqué, pero sentía miedo de que se fuera. Como sí en el fondo hubiese un pequeño susurro diciéndole «se va a alejar».

—Necesito despejarme, estar lejos de todo unos días—sus ojos verdes estaban entristecidos—. Henxo sigue enojado por lo que te hice y creo que ambos necesitamos un espacio del otro.

Era increíble como el mayor de los Clifton mentía con tanta facilidad. Debía irse unos días para hacer algunos «preparativos», no podía decirle la razón a Giane y tampoco podía irse sin darle algún tipo de explicación.

—No quiero tenerte lejos—admitió, era un infierno estar lejos de él. Era como si necesitara tenerlo cerca, con ella.

Se estaba formando una especie de dependencia por él. Ella había olvidado por completo el tema del maltrato, como sí no hubiese ocurrido, como sí fuese un pequeño error que no tuvo relevancia. ¿Y cómo no? si los ultimos días François se había estado comportando como un caballero.

No había sido tan dulce antes.

Mensajes, pequeñas notas, obsequios, atenciones. Era el hombre con el que todas soñaban.

—Bonita, solo serán unos días.

El tiempo suficiente para que todo lo que tenga que pasar suceda.


—Paola M, Ch. 

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⏰ Última actualización: Feb 11 ⏰

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La obsesión de los Clifton ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora