Capitulo 8 · Giane's ·

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Capitulo 8- Giane's. 

Su cabello era de las cosas que más amaba de sí misma, el color dorado de sus hebras era hermoso. La sedosidad y vitalidad del mismo reflejaba la fuerza interior de ella. Su nariz perfilada y recta era idónea para su rostro al igual que sus suaves labios y cejas finas. 

Sus rasgos eran preciosos y finos.

Unos pendientes cortos de plata colgaban de sus orejas mientras qué un vestido blanco con escote de corazón, corto, cubría su cuerpo; era ajustado y parecía una segunda piel. La linda cintura de Giane resaltaba aún más. 

El collar que le obsequio Henxo colgaba de su cuello. No podía evitar sonreír al ver el objeto.

Cuando terminó de alistar su cartera, la puerta de su departamento fue golpeada dos veces. Camino hasta la puerta de entrada, no sin antes apagar las luces.                                                              Al abrir la cerradura se encontró con Francois, su chico de ojos verdes. Un hormigueo en su vientre se hizo presente de forma inmediata.

—Hola—sonrió mirando lo guapo sé que veía. Llevaba una camiseta negra holgada y unos jeans del mismo color. 

—Estas hermosa, Giane. —los ojos de Francois brillaron con admiración, su novia parecía un ángel. El vestido que le había obsequiado le quedaba como un guante. Se veía más preciosa de lo que había imaginado que luciría.

—Gracias.

Sonrió mirando el brillo de sus ojos «brillan por mí».

—Feliz cumpleaños.

Las manos de Francois que se habían mantenido detrás aparecieron mostrando un sobre. Uno negro con letras en dorado.

La joven Avilt lo tomo entre sus dedos para leer, por fuera decía: Para Giane. Al abrirlo había una pequeña carta, o más bien; una invitación.

Sus ojos se fueron de izquierda a derecha leyendo cada palabra.

—Ya no es una fiesta sorpresa si me has dado la invitación.

—No puedes entrar sin ella.

Alzó los hombros divertido. Ambos sonrieron cómplices, y luego de horas esperando por fin puedo sellar sus labios sobre los de Francois en un corto beso. Desde la mañana no se veían, para ella había sido demasiado tiempo.

—Tengo otra cosa para ti. Cierra los ojos.

Ordenó en un tono suave, ella lo hizo ansiosa. Francois dio un paso hacia el frente sacando una tela negra del ancho de cuatro dedos. Depósito un beso corto sobre los labios de su chica para luego posar la tela sobre sus ojos.

Le colocó una venda.

—¿Es enserio? —dijo en medio de un susurro.

—Sí, ya sabes a donde iremos, pero quiero cumplir la fantasía de tenerte vendada.

Respondió en un tono igual de bajo.

No me dejes caer.

Jamás.

El colgante que tenía llamó su atención, no sé lo había visto antes...

«H, él se lo dio». Sonrió, Henxo era el tipo de hombre detallista que todas sueñan mientras que el... Bueno, Francois disfrutaba más dando otras cosas. Su boca se acercó al oído de Giane susurrando unas palabras que desembocaron la sonrisa nerviosa de ella.

Eres mía, linda.

Y sin más, la empujó contra la puerta sosteniéndola de la cintura con fuerza. Giane no podía ver nada y eso de cierta forma la excitaba. El movimiento había sido violento, repentino.

La obsesión de los Clifton ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora