Capitulo 13 · Frio ·

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Capitulo 13- Frio.

Quedaban pocos días de la primavera. Los días se hacían mas fríos en lugar de más cálidos. Ojala lo hubiese tomado como una premonición, una señal de que las cosas no iban como lo sentía. Mientras el sol se ocultaba de todos y el cielo tomaba un aspecto grisáceo las semanas se sentían irreales, quiméricas. La chica Avilt estaba en nubes llenas fluoxetina. La felicidad era como una plaga que se había esparcido por todo su sistema. Los Clifton eran de ella, y ella les pertenecía a ambos. 

Si alguien le hubiese advertido lo que eso significaba... 

—Ella no me gusta para el papel. 

—Vamos, es la cuarta chica que rechazas. 

—No transmiten lo que quiero.

—Ellas no pueden leer tu mente.

—Pero sí pueden leer el libreto. Está todo en él.

Su semblante era serio, algo molesto. Estaba irritado de que ninguna fuera capaz de actuar como él deseaba. 

La pelinegra tomó el libreto entre sus manos.

—Lo haré. Nadie te conoce como yo y sé lo que deseas transmitir. 

—Confío en ti, Shar. 

Lo hacia, Henxo sabia que ella nunca arruinaría las cosas. «Shar no podía hacerlo».

...

Al abrir la puerta un ramo de claveles violetas apareció en el suelo. Los clavales transmitían un sentimiento tan puro, aunque, era un sentimiento oscuro. Giane, alzó el ramo del suelo encontrándose con una nota. 

«Los claveles son la flor del amor, de la pasión y de la pureza. Su color representa la oscuridad en la que debe vivir lo que siento por ti. 

-7/14»

No sabia que quería decir con ese numero, lo averiguaría. Y eso era una lastima. 

No pudo evitar sonreír, sabia que eran de Henxo, él era un hombre detallista. En todo. Una vez leyó por ahí que las flores entregadas con sentimientos totalmente puros tardaban mas tiempo en secarse. Al parecer resulto cierto, las flores duraron 12 días totalmente intactas, en mas de una ocasión dudó en que podrían ser de plástico, el día 13 en la mañana todas amanecieron secas y totalmente negras. 

—Buenos días. 

Unas manos alrededor de su cintura la hicieron sonreír. En su pecho creció esa sensación de calidez que la hacia sentir viva. Recibió un beso en su cuello, que la hizo avivar las imagenes de la noche anterior. 

—François—un jadeo escapó de sus labios por la forma en la que la tomó del cuello para pegarla a él. 

—Vuelve a la cama—demandó.

Su virilidad estaba pegada a la espalda baja de Giane, podía sentir el bulto crecer detrás de ella. 

—Estoy a punto de empezar a hacer el desayuno.

—No tengo hambre. 

Levantó el camisón de Giane, sin dejarla de besarla. Metiendo mano a su culo, sobándolo. Giane mordía sus labios disfrutando del toque. 

—¿Quieres que te folle?—cuestionó con voz masculina agitada sobre el oído de Giane. 

—Lo deseo mas que tú. 

La obsesión de los Clifton ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora