capítulo 1

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[lean la notita final, por fi (⁠◍⁠•⁠ᴗ⁠•⁠◍⁠)⁠✧⁠*⁠。]

Jisung no se sentía listo aún, en lo absoluto.

Digo, el puesto que su suegro le ofrecía era muy bueno, el dinero que recibía por parte de tan grandioso trabajo era excelente, la casa que recién había comprado era espaciosa, su familia ahora contaba con ingresos sustentables; era un gran abogado, sin duda y todo por ser el gran amor de Amanda, la preciosa hija del presidente de la nación.

Lo único que debía hacer esa misma noche, era pedirle matrimonio.

"Querida Amanda, ¿Deseas pasar el resto de tu vida conmigo?", eso sonaba a mucho tiempo, sonaba como algo que no pronunciaría siquiera, " Amanda, puedes por favor acabar con esta agonía y aceptar ser mi esposa", eso era demasiado romántico, demasiado patético, algo que solamente diría alguien sin honor alguno, "Amanda, ¿Puedo ser tu esposo?", eso sonaba correcto, pero era obvio que no podría decirlo siquiera, su suegro le cortaría la garganta por dejar a su hija en vergüenzas y la gente le cuestionaría su mando en la relación, aunque bueno, realmente él no tenía ningún mando, Amanda y él eran casi como hermanos; aunque solo decir "Amanda, ¿Quieres ser mi esposa?", sonaba a que él le daría el privilegio a ella, cuando claramente, el que se sentía privilegiado era él.

Amanda siempre había sido su compañera en cada uno de sus pasos, desde que eran críos y se conocieron en la plaza principal, sin saber que era la pequeña hija de don John Castle. Aquel día fue una cosa que seguro, ambos le contarían a sus hijos en un futuro, el cómo un pequeño niño lloraba porque se había lastimado la rodilla por correr por toda la plaza en búsqueda de su hermano mayor, y cuando el ardor de la herida le estaba haciendo soltar alaridos, vió como una niña de vestido pomposo bajaba corriendo de un árbol y a toda velocidad fue a su lado, Jisung con ojos llorosos vió a la chica por primera vez, una linda pelirroja que formaría parte de todo su presente y futuro.

Amanda era amable, caritativa, divertida, entregada, inteligente y hermosa, ¿Acaso él no era el privilegiado?, claro que sí. Gracias a ella, él pudo estudiar la universidad, pues ella había convencido a su padre de pagarle la escuela de derecho durante el primer año antes de que él consiguiera la beca por su cuenta, y el hombre, al querer cumplir todos los caprichos que su niña le pedía, le pagó la magnífica escuela sin rechistar siquiera, a pesar de que no estuviera convencido de esa relación y es que Jisung nunca fue de su agrado. Aparte él no contaba con una familia de renombre, ni siquiera con buena economía, pero para el presidente John Castle, eso no le importaba en esta ocasión, solo le importaba tener a su hija contenta, la más pequeña de sus hijos, la única mujer; Jisung estaba eternamente agradecido con Amanda, la amaba eternamente, su cálido corazón se lo decía.

La amaba, con sus lindos cabellos rojos y sus hermosos ojos verdes como las esmeraldas, le gustaba lo tímida que era su voz algunas veces y la forma tan pequeña de sus manos, era como tener una muñeca; bonita, pequeña y tan delicada como la porcelana, Amanda era una entera belleza y eso era algo que a Jisung le gustaba, Amanda le gustaba por completo, pero lo que más le gustaba de ella, era cuando en los ratos en los que no tenían que fingir nada uno en frente de otro, ella seguía siendo la niña que conoció, una mujer libre, a Jisung le gusta una Amanda libre.

Esta misma mañana, John lo había citado en su oficina justo a las nueve de la mañana, en el bufete no le dijeron absolutamente nada por faltar, ¿Quién se atrevería si quiera a decirle algo al abogado Han? Nadie, absolutamente nadie.

Después de que el hombre canoso le ofreció a regañadientes el desayuno y pedirle/obligarle a que lo comieran juntos, le soltó la noticia y no sabía que era peor, si pasar el día junto a él, sus comentarios o lo que le pedía.

El baile de las mariposas (Minsung)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora