epílogo

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Verano, 21 de junio.

Jisung estaba sentado en el sillón café de todas las mañanas, el café humeante le quemaba la boca, no le importó realmente, ya se estaba acostumbrando a el sabor amargo y el calor que inundaba su boca cada día, era lo único que lo mantenía despierto a esa hora, incluso los fines de semana.

Era sábado, aún no entendía bien el porque se seguía levantando temprano a pesar de que tiene meses que se prometió que ya no lo haría; todos los días era lo mismo, él se levantaba temprano, más de lo que le gustaría hacerlo, y se preparaba una taza de café para despejar el resto de sueño que tenía, cuando la tetera sonaba por lo caliente del café, él iba a la cocina y simplemente se lo servía en su taza favorita que le regaló su sobrino en navidad. Bueno, realmente el niño no la había comprado, vamos, que solo tenía un año, pero su madre, le había puesto en una bolsa de regalo en las manitas del niño le entregó como regalo aquella bonita taza café, balbuceando lo que su mamá le decía, tratando de seguir cada palabra, era un niño muy listo sin duda, pero hablar aún le costaba un poco, solo sabía pronunciar nombres, mamá y papá, él era el Sun, a Jisung le gustaba mucho que le dijera Sun, le llenaba de ternura.

Aquella era su taza favorita porque traía la cara de una ardilla estampada, a Amanda se le hizo gracioso regalarsela, la vió cuando iba por la calle, en un estante bonito y decidió dársela. Realmente fue una burla, por el apodo que Hoseok le había otorgado, por sus mejillas abultadas, aunque al final ambos llevaban el mismo apodo, según Amanda, ambos eran iguales que las ardillas, Hoseok igual recibió la misma taza con el mismo estampado, aunque la de él llevaba grabada la palabra papá.

Era la quinta navidad que pasó junto con ellos, era la tercera navidad en que los otros dos ya estaban juntos como una pareja y era la primera navidad del pequeño que era hijo del presidente. A Amanda se le hizo significativo darle aquella taza, y no porque solo fuera una ardilla, si no porque dentro de la taza, cómo si fuera algo casi oculto, traía junto una mariposa y una luciérnaga simulando un vuelo y en el fondo de la taza, la cara de un conejito se asomaba y solo podía verse cuando el café se acababa y no quedaba ni gota.

Aquel detalle le gustó mucho a Jisung, aquel detalle tan bonito que le recordaba alguien que inconscientemente, lo hacía levantarse temprano incluso los fines de semana, con la esperanza de que entre tantos días llegará a su puerta, con una enorme sonrisa, abriéndole los brazos y diciéndole lo mucho que le extraño; pero pasaron los años, después de aquella carta y este nunca más llegó.

Ya había pasado cinco años desde que lo vió por última vez, cinco años en que la vida da vueltas, giros y caídas, cinco largos años y cuatro, desde que no supo más que era de su vida, Nada, ni una carta, ni siquiera algo que avisara que su regreso era una ilusión; quizá eso debió enojar a Jisung, pero no podía, no podía enojarse realmente con Minho después de todo. En esos cuantos años todos absolutamente todos habían avanzado, cada uno lo había hecho, incluso aunque no lo quisieran, hasta él mismo lo hizo, Minho cambio, Jisung cambió, todos lo hacemos, porque el tiempo pasa arrasando y aunque creemos que no hay cambio, lo hay.

Chan los visitó la semana después de acción de gracias, ahora que era un país libre en el que vivían, el comercio se expandió y la empresa de moda que manejaba la familia Bang había crecido. Bang Chan, sin embargo, nunca dejo el negocio, ni porque fuera parte de los seis mandos de la nación. La moda lo apasionaba, no podía abandonar eso, y justo ahora, él había venido a inaugurar una nueva sucursal en ese país vecino, que ahora era su aliado. No dudo ni un segundo en visitarlos, y a esa cena en casa de Jisung, se unió Amanda y enseñándole a Chan a su pequeño bebé; dieron la conversación por iniciada al recién llegar, dieron abrazos fuertes, sonrisas largas y sin duda, un resumen de que había sido de la vida de cada uno.

El baile de las mariposas (Minsung)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora