Momentos después habían llegado a la casa de Atsushi, Chuya fue dejado en la cama que había ahí, mientras Atsushi dejaba a Byakko en la mesa tratando de negociar con éste, quien para su mala suerte no hacía más que mirarle con resentimiento por haberle despertado. Por su parte el castaño ordenaba a los guardias ir al bazar y regresar dentro de un rato.
— ¡Tienes que arreglar esto, Atsushi! —grito una muy emperrada peli-naranja.
— ¡Eso, trato, pero él no aporta en nada!
Grito paranoico Atsushi, Chuya suspiro irritada y miró al castaño, quien sorprendente-mente no le miraba, alzó una ceja y antes de que pudiera a decir algo, noto un sonrojo en sus mejillas. Dazai estaba avergonzado, eso le hizo sonreír un poco, pero de la nada una voz en su cabeza le hizo borrarla.
"¡Amaría que el joven príncipe sultán me mirara, es tan lindo y apuesto!"
Apretó sus puños y negó repetidamente, ya lo había olvidado, esos recuerdos, no debían salir nuevamente, por su bienestar, vivir por dos eso debía hacer, pasará lo que pasara, de alguna u otra manera recuerdos borrados aparecían últimamente y le frustraba.
De nada la puerta fue abierta notando a un hombre de cabellera larga y blanca entrar, Atsushi sacó un gemido de miedo, rogó a todos los dioses que si moría y renacía, no se juntaría con Chuya, sería una gente de bien y estaría del lado de los buenos.
El hombre miró a todos ahí y sonrió, para después hablar.
—Chuya, me alegra que nos visites, aunque al parecer no sea de la mejor manera —miro al castaño — Joven sultán, ¿a qué debo su visita?
—Hubo unos inconvenientes, que trajeron hasta aquí, Shibusawa.
—Eso puedo notar, pero me gustaría saber por qué —miro al peli-blanco menor quien se tensó.
— ¡Juro que no fui yo, Byakko fue quien lo hizo sin mi consentimiento!
—Eso puedo ver —se cruzó de brazos dirigiéndose al animalito quien le miraba con alerta.
—Byakko, deberías explicarte.
El Tigre simplemente gruñó y les dio la espalda moviendo su cola, Atsushi se volvió más pálido de lo que era, un tono de piel raro a decir verdad para alguien que vivía en el desierto, pero ya era de genética, después de todo su padre y él no eran los más normales del lugar, dejando eso de lado Atsushi miró a Chuya y río nervioso.
— ¿Qué pasa? —indagó la joven.
—A-Al parecer Byakko escucho nuestra plática y... Decidió cumplirte a ti tres deseos.
—Pero yo no desee esto.
—Bueno... No lo deseaste, pero si lo anhelaste o Suplicaste eso dijo.
Chuya se quedó procesando lo dicho para después levantarse y zarandear al peliblanco.
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Noches en Arabia
ФанфикDéjenme contarles una historia, pero no una cualquiera,si no una que se sitúa en las más calorosas y peligrosas arenas del desierto, donde en un descuido, puedes perderte, entre todo aquel lugar un reino había, donde el sultán era muy bien respetado...