El rito

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[Algunos días después]

—¿Ya eliminaste a Chayanne?

—No lo hemos podido ubicar. Ese sujeto es muy escurridizo —respondió Kira—. Además que tenemos aquel otro trabajo en manos, no nos ha dado tiempo para liquidarlo.

—¿Y mi hijo?

—Tampoco —respondió.

Blades hizo una mueca de disgusto mientras montaba a su caballo. Estaban subiendo una pendiente grotesca y hundida. El oxígeno era casi escaso, pero podían soportarlo. A un lado de la montura estaba una alforja donde se asomaba el estuche del violín que había mostrado a los Winehouse; por su parte, Kira cargaba en su montura una caja de madera lo suficientemente grande para guardar a un pastor alemán.

—¿A dónde estamos yendo? —preguntó Kira con cierta intriga. Hasta el momento, no sabía casi nada de las intenciones de su cliente.

Blades seguía revisando un mapa viejo y carcomido, sin prestarle atención a Kira. Eso le trajo recuerdos de su funesto padre: Yoshihiro Kira.

—Es por allá —indicó hacia un cerro que estaba a cien metros al este.

Las trochas eran estrechas y resbaladizas. Cogieron las riendas de sus caballos para mantenerlos calmados y cruzar sin accidentes. Cuando estuvieron en un suelo llano, siguieron su camino.

—¿Alguna vez haz escuchado del Imperio del Sol?

—¿Imperio del Sol? Es difícil ubicar uno. Todas las civilizaciones antiguas adoraban al sol.

—Sí, estás en lo cierto —dijo Blades esbozando una sonrisa—. Pero este pueblo fue especial. Estas personas realmente tuvieron contacto con un dios.

Kira mostraba su escepticismo. Estaba listo para atacar si es que Blades mostraba un lado psicótico y decidía matarlo.

—Dígalo sin rodeos. ¿Para qué quiere a tanta gente? —pregunto fríamente.

Blades lo miró de reojo y sonrió.

—¿Sabes por qué quiero que mates a Chayanne? Pues tal parece que el fue quien entró a mi casa hace tres meses.

»Mientras estaba en una fiesta de Navidad, me alertaron de que alguien había entrado a mi mansión por lo que salí de la fiesta y fui cabalgando hacia mi casa. Al llegar a mi despacho, encontré todo desordenado. Como si alguien estuviera buscando algo y para confirmar que no fue casualidad, una estaca de hueso estaba en medio de mi escritorio. Supe entonces que el hombre que había entrado a mi oficina sabía el secreto mejor guardado por mi familia hasta ese entonces.

—Aguarde un momento —exigió Kira—. Me mandó a matar a Chayanne porque sabe el asunto al igual que usted, pero tal parece que me dará la información sobre este trabajo. ¿Acaso también me eliminará?

—Yoshikage Kiraaaa... Es difícil hallar a alguien tan confiable en estos días. En especial a alguien que solo quiere una sola cosa en el mundo: tranquilidad.

Kira reaccionó con un sobresalto mientras que su caballo, Crazy Little Thing Called Love, se detuvo. Blades también frenó su caballo y ambos hombres se vieron fijamente.

—Eso no le incumbe.

—Claro que sí, Yoshikage Kira. Te contraté especialmente a ti ya que sabía que serías el único en no querer apoderarte del tesoro que busco. Porque el poder que estoy buscando no te garantizará una vida más tranquila.

—La riqueza solo trae envidias y enemigos y yo estoy harto de eso —concluyó Kira—. A decir verdad, tengo pocos enemigos. La mayoría ya no está en este mundo.

JoJo's Bizarre Adventure: Andes Speed RunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora