Con su madre enferma y con deudas por pagar, Joe Arroyo, un tímido joven colombiano de piel oscura, entra a la carrera de caballos más ambiciosa del mundo: ¡Andes Speed Run! Donde el ganador recibirá 100 millones de dólares. Pero Joe teme a los desa...
No es la carne y la sangre, sino el corazón, lo que nos hace padres e hijos.
—Friedrich Schiller
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—¿Quééééééé? —exclamaron Hall y Blondie.
Rita se despertó asustada por los gritos, pero tenía tanto sueño que volvió a quedarse dormida.
—Ahora que lo dices... tiene sus mismos ojos azules —indicó Archie con recelo—. ¿Y con quién fue?
Wham repuso la ropa de Joe y le dio palmaditas en su espalda.
—Es una larga historia —respondió encogido de hombros.
—Debemos buscar el origen de este asunto, si la familia se entera de esto... —dijo Hall.
—Y no deben enterarse —repuso Joe con firmeza—. Por lo visto mi existencia fue por azar y por ello no quiero involucrar en problemas a nadie. Así que les pido que esto no sea compartido a nadie. ¿Guardarían el secreto, por favor?
—«Es increíble. Tiene la misma nobleza que Lord Joestar» —Hall analizaba a Joe y asintió—. Niño, ¿tienes una moneda? Dame una de cualquier valor.
—Eh... no tengo —dijo Joe.
—Toma, te presto una —dijo Chayanne dándosela en la mano.
—Aquí está.
—¡Lánzala! —exclamó Hall.
Joe la lanzó y Hall la tomó en el aire.
—Perfecto. Esto es el pago por mis honorarios, muchacho. Desde hoy eres mi patrocinado, yo seré tu abogado por lo que todo lo que me digas o me entere de ti, no saldrá de mi boca. Además, Wham y Archie son agentes de la Fundación, su trabajo es mantener secretos y eso es lo que harán, ¿verdaaaaad?
Jaló las orejas de ambos y estos asintieron con prisa.
—¿Usted hará lo mismo, señor Chayanne?
—El bienestar de JoJo es mi bienestar —respondió.
—Excelente. Sigamos para llegar a La Paz y mantenerte protegido.
Justo en ese momento se escuchó una fuerte explosión a lo lejos.
—Démonos prisa —dijo Wham—. Hay muchas cosas por hacer en La Paz. Según mis cálculos estamos a 3 horas de llegar a esta velocidad.
Las risas maniáticas de Eminem rompieron el silencio de la noche.
—Es Eminem... —dijo Chayanne enojado—. ¿Acabo con todos ellos?
Joe también se mostraba angustiado.
—Acabará con nosotros si nos quedamos para preguntarle. ¡Deprisa!
Y los caballos continuaron su marcha de forma sigilosa para no caer por los riscos.
