Con su madre enferma y con deudas por pagar, Joe Arroyo, un tímido joven colombiano de piel oscura, entra a la carrera de caballos más ambiciosa del mundo: ¡Andes Speed Run! Donde el ganador recibirá 100 millones de dólares. Pero Joe teme a los desa...
Sintió un paño cálido sobre su frente y llevó su mano para quitarlo de encima. Abrió sus ojos y vio el techo rocoso de una cueva.
—Ah... —jadeó del dolor al tratar de sentarse.
Por la abertura de la cueva podía ver la nieve caer como un diluvio. Era tanta la intensidad que no se podía ver más que rayas blancas y un fondo oscuro. Sospechó que era de noche. A su lado estaba su compañera Archie, quien tenía los brazos vendados.
Al escuchar unos pasos provenientes del interior de la cueva y una sombra que aumentaba su tamaño por la fogata, trató de ponerse de pie para defenderse pero sus costillas tronaron y su rodilla no aguantó su peso y se flexionó.
—¡Carele...! ¿Tú?
Wham no llamó a su stand pues la enorme y amenazante sombra le pertenecía a una pequeña niña que traía un tronco sobre su espalda.
—Que bien que ya despertó, señor George M. Wham —dijo Rita Elsoc.
Luego de explicar que los encontró tirados en el pico de un cerro y de sanar sus heridas, le explicó que estuvo siguiéndolo desde Ecuador. Ya que imaginó que era concursante de la Andes Speed Run por lo que solo siguió la ruta de la carrera. Antes de salir de casa, cavó un hoyo e hizo un pozo el cual llenó de agua para que su familia no tenga que caminar. Una vez que dejó todo listo, salió de casa con el machete de su padre sobre su espalda.
—Y luego pasé por varios cerros, vi caballos y los vi a ustedes. Reconocí su rostro y lo ayudé. Eso es todo, señor Wham.
—Tienes mucho coraje, Rita. Me recuerdas a mi amigo JoJo.
—Hago lo que haga falta —dijo señalándose y sonriendo.
Luego de unas horas, Rita preparó un té con unas hierbas medicinales que encontró. Dicha bebida caliente se la dio a Wham para que lo beba y se lo dé a Archie.
Al tomar dicho té, Archie abrió los ojos.
—¿Jo-JoJo? —susurró débilmente.
—Despierta, Archie. Seguimos vivos de milagro —dijo Wham sonriendo.
—Q-Que felicidad —dijo Archie al ver a su compañero pero luego su rostro cambió a uno más apenado.
—¿Aún no lo olvidas, verdad? —Wham se apoyó en la pared.
—No —respondió Archie.
Rita había entrado al interior de la cueva para buscar comida por lo que estaban solos.
—Recuerda que JoJo es un hombre casado con una bella hija. Si lo quieres, debes aceptar que su corazón le pertenece a otra persona —recalcó Wham.
Archie suspiró y bebió un sorbo de su té, apoyándose en la pared de la cueva.
—Pensé que nos casaríamos algún día —vio su reflejo en el té—. Crecimos juntos. Mi abuela y su abuelo eran amigos y creí que eso era suficiente para que nosotros...
Wham cogió el vaso de Archie y se lo quitó.
—Vamos, Archie. JoJo no es el único hombre que existe en el mundo. Además, aún estás en la edad para casarte.
—¿Tu crees? —preguntó Archie. Un mechón de su cabello rubio se deslizó por su mejilla.
—Por supuesto —respondió Wham, aunque sabía que lo que decía no serviría de nada, pues el corazón de Archie Pendleton solo latía por Joseph Joestar.
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