Capítulo 34

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Algo que odiaba Ellio era tener que someterse a cambios que estaban lejos de su control, podía deberse a que parte de su vida no la había elegido él, sus padres desde el día uno habían elegido venderlo y convertirlo en prostituto, Dimitri había decidido en convertirlo en una fuente de ingresos y un alfa desconocido lo había hecho abortar cuando ni siquiera había sido su voluntad. Ahora, se encontraba frente a sus empleados, administradores, socios e inversionistas, pero no en presencial, sino en la oficina que tenían en su hogar, a través de la computadora en una reunión virtual.

—Como saben, nada es más importante que mi familia—hablaba firme y con un tono de voz más grabe, vestía formal, pero como omega debía de tratar de ser más dominante que los dominantes—Y todos los que conforman esta compañía es considerado de mi familia, sin embargo, por motivos de salud me abstendré de las actividades en nuestro itinerario, por lo que dejo a cargo la supervisión del cronograma a mi asistente de presidencia y Beatriz Luttrel.

Ante ese último nombre se notó un descontento en todos los alfas cascarrabias que conformaban los socios de la empresa. Beatriz Luttrel era nada más y nada menos que la madre de Alek, por lo que parecía ser un trato especial, pero era a la única alfa a la que podía confiarle su negocio.

—Esta administración ser temporal, yo seguiré pendiente de que esta familia siga siendo fuerte y unida, por lo que les pido de su mayor cooperación—concluyó cerrando la plataforma y respaldándose en el inmenso respaldo de la elegante silla.

Suspiró exhausto, arrancándose el saco que lo cubría y quedándose en una camiseta de botones, no se había molestado en ponerse pantalón, la cámara solo había captado de la cintura para arriba, además de que su vientre comenzaba a abultarse notoriamente. Usualmente, su barriga se había grande en los últimos meses de embarazo, pero al cargar con dos bebés supuso que las cosas serían más notables.

—¿Quieres descansar? —preguntó Alek entrando a la habitación con un vaso de agua, pero Ellio se negó a tomarlo y se puso de pie hasta llegar a los labios de su esposo.

—Descansaré cuando esté muerto, o cuando los gemelos decidan—bromeó recargando fuerzas con el aroma de su alfa—Una junta lista, falta otra—comentó tomando la mano de Alek.

—Eso si será emocionante—rio nervioso—Dylan se enojará—apostó saliendo de la oficina con su esposo.

—No es lo suficientemente maduro, pero temo preocupar a Magnolia—conversaban sobre la posible reacción que tendrían sus cachorros al saber que vendrían otros dos hermanitos.

En veces anteriores habían tenido diferentes reacciones, desde fiestas de felicidad, hasta llanos de desilusión, por lo que la pareja no sabía qué esperar. Apostando por lo positivo, entraron a la habitación en donde sus cachorros se encontraban viendo una película, era tarde, habían terminado sus tareas y estaban aprovechando el tiempo libre entretenido en la pantalla.

—¡Mamá ven siéntate! —expresó Connor haciéndole un lugar a su madre entre los cojines que tenían como asientos.

—No seas ruidoso Connor, Zaid acaba de dormir—regañó Magnolia desde una cuna improvisada de sabanas y cojines en donde estaba dormido el menor de los cachorros.

—De hecho, necesitamos hablar con ustedes—comenzó sentándose en el suelo en donde estaban todos, pero viendo de frente a sus hijos. Tomó el control y puso pausa a la película, provocando así miradas de preocupación. Cuando Ellio decía que tenían que hablar era porque esperaban un regaño.

—¡Dylan lo hizo! —volvió a levantar la voz Connor, tratando de zafarse de un posible castigo.

—¡No es cierto! —trató de defenderse el nombrado sin haber podido tragar las palomitas que estaban en su boca—¡Mamás esta vez no es cierto!

Fire on fireDonde viven las historias. Descúbrelo ahora