Resiliente

18

Mencho O.

Esperaba ansioso a Rubén, con el vendrían mis cielitos, y eso me hacía poner muy nervioso.

—¿Y mis hijos?— dije mirando como entraban los escoltas de Rubén corriendo.—¿Dónde está Rubén?—

Uno de ellos me señaló al doble R, quien lo traía en brazo junto con Luis.

—Patron, apúrese que se nos muere—

El mundo se me paralizó.

—En todas las teles ya salió que se chingaron al patróncillo— dijo El ganzo.

—Me vale madres si creen o no que mi hijo está muerto, onde el se muera, mato a todos los Guzmán por sus pendejadas— dije viendo cómo entraba el doctor, y comenzaba a atender a mi hijo.

—Los Guzmán no tuvieron nada que ver— dijo el doble R y lo mire confundido.—Ellos nisiquiera alcanzaron a disparar. Fueron estos pendejos, que no miraron que la única que estaba en esa troca era su hija y su nieta, Rubén al darse cuenta de eso, se metió para protegerlas—

Ruben les había salvado la vida, habria dado la vida por ellas, como lo prometió antes de que naciera.

—Me vale madres, tu ya sabes que hacer— dije y el asintio.

Ahora sí, los dos vamos a sentir ese dolor, Guzmán.

Arabía.

El pecho me dolia y yo no sabía si era el susto o si era algo más, tome en brazos a Maya, quien estaba demasiado inquieta, Vicente e Iván tenían rato hablando en el despachó.

—Chin, pero que mal pedo el del Ruben— dijo Ovidio y me le quede mirando—Osea, que mal pedo que se murió, pero que buen pedo que te salvo—

Yo no dije nada, solo agache la mirada.

Cuando menos lo pensé, Benjamín estaba entrando por la puerta.

—Lo siento mucho Arabia— me abrazo, pero honestamente no entendía.—Se cuánto duele perder a un hermano—

Me dijo y me quedé sería.

—¿De qué hablas?—

—¡NOOOO!— El grito de Ovidio me hizo pararme en chinga.—Digame que no es verdad ¡Dígame qué no es verdad ama!—

Nadie sabía que estaba pasando. El dolor en mi pecho aumentaba, cada vez era más fuerte.

Iván y Vicente salieron corriendo del despacho, Iván lloraba mientras me veía, los radios de todos sonaban, Alfredo estaba intentando calmar a Iván y Ovidio mientras que Vicente no sabía que hacer.

—¿Uste que hace aquí?¡Larguese!— Iván le gritó a Benjamín.

—Siento mucho su perdida—

Entonces mi mente hizo click.

Aquí estábamos Alfredo, Ovidio, Iván y yo pero....

—¿Dónde está Edgar?— todos me miraron.—¿Dónde está? ¡Edgar!— comencé a gritar mientras me sentía cada vez más desesperada.

—Arabia— Ovidio venía hacia a mi, por lo que deje a Maya en el suelo—Nos quitaron al moreno.

Mi corazón se quedó quieto junto conmigo.

—No, no, no—negue en repetidas ocasiones—El debe de estar allá afuera, con su novia, el no se pudo haber ido Ovi— dijo sintiendo como mi cuerpo se hacía más pesado cada vez.

—Se nos fue el more—Mi apa llegó con todos nosotros. —Ni modo— fueron sus palabras.

Iván.

En mi mente solo estaban tres cosas.
1. Mi moreno, no entendía su muerte.
2. El ver a Arabia así de mal, y a mi apa así, tan normal.
3. El que Arabia no fuera mi hermana y el sentimiento tan grande que tengo por ella.

Arabía.

Sentí mi cuerpo desvanecer y con ello escuchaba los gritos de los demás, el llanto de Maya, de mi ama Griselda, y el olor del perfume del hombre que me había atrapado.

Era Iván