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Culiacán Sinaloa

Arabía.

-¡Ovidio más rápido!- dije mientras me daba vuelo en un columpio.

-Perate Quina, pues si no soy el rayo maqueen pa darle más rápido-  dijo riendo y dandome más recio.

-Ovi- dije sintiendo que estaba a nada de vomitar.

-Ay te doy más rápido mija, aguanta- dijo acelerando el movimiento.

-Raton, ¿la quina está bien?- dijo Alfredo preocupado.-Ovi...- no terminó de decir su nombre, cuando mi vómito voló cayendoles a ambos.

-No mames Quina ¡Que asco!- dijo Ovidio mientras vomitaba también.

Mire a ambos apenados, era la segunda semana de conocer a mis hermanos y ya había hecho una pendejada de tamaño de Dios. Voltee con Alfredo y junto cuando el iba a mencionar algo su vómito salió volando a mi cabeza.

El asco que sentíamos uno del otro era mayor que duramos al rededor de 5 minutos vomitando hasta que ya habíamos quedado vacíos.

-Perdon hermanitos- dije llorando, y viendo el vómito sobre de ellos- Dios que asco-

-Te pasaste Joaquína- dijo Ovidio riendo a lo que Alfredo le siguió.

-Amos a bañarnos mejor- dijo Alfredo mientras se paraba y caminaba, con nosotros dos siguiendo sus pasos.

[•••••]

Después de bañarme, me había quedado dormida, escuchaba mucho ruido abajo así que sin más bajé.

-¡Oye ratón!- dijo Iván sin notar mi presencia «nadie lo había hecho»- ¿Cómo encajaste tan bien con la Arabía?-

Mi ceño se había fruncido ya, ¿Por qué debería no haberlo echo?

-Nombre wey, es un cadillo en el culo- dijo riendo, mientras mi vista empezaba a nublarse debido a las lágrimas.-Ya sabes que mi apa nos amenazó si no nos llevábamos bien con ella- dijo señalando a Alfredo y a... Edgar, quienes asentían.

La mirada de Iván era indescifrable, solo los miraba fijamente.

Las lágrimas ya rodeaban en mi cara, subí de nuevo a mi habitación, dónde me encerré, y sin más saque de mi mi bolsa el collar que según mi apa le era de mi mamá.

Mire por la ventana como ellos salían a la palapa, Iván me miró y me saludo, a lo que yo solo levanté la cabeza y sin más cerré las cortinas.

Iván.

Mire a Arabía por la ventana de su habitación, la saludé, pero solo me asintió, lo cuál para ser ella, era demasiado preocupante.

-¿Que mirás?-dijo Alfredo junto con mis carnales.

-Arabia, se acaba de asomar- dije aún viendo su ventana.

-¿Arabía te vio?- dijo Edgar, lo mire y asentí- Entonces ya no tarda en bajar, siempre lo hace cuando nos mira abajo.

-Parece una pulga- dijo Alfredo riendo.

-¿Por qué dijieron eso?- llamé la atención de todos.- ¿De verdad no les agrada?– pregunté sin entender el por qué.

– Wey seamos realistas– dijo Alfredo.– llega como si nada, no conociamos nada de ella a menos de tí, viene y nos da órdenes como si fuese un general– dijo mientras negaba con la cabeza.–Las mujeres no deberían mandar a los hombres y menos a nosotros– dijo mientras subía y bajaba los hombros.

– E no mames a mi sí me agrada– dijo Edgar poniéndose a mi lado.

Lo miré fijamente, ya no sabía ni qué creer.

Arabía.

¿Por qué estaba llorando por 3 hombres que no me querían en su vida? Tengo  20 años, e marchado en filas militares rusias, siendo francotiradora, maestra militar, políglota, siendo una mujer poderosa, Resiliente ¿Por que lloro por ellos?.

¡Soy una maldita mujer, no necesito un hombre que me este oprimiendo!

–Arabia– la voz de Iván provocó que bajara el volumen de la canción que resonaba Woman de Kesha.

–Pasa– respondí simple mientras me sentaba en la cama.

–Nos escuchaste– dijo viéndome fijamente.

Mis ojos comenzaban a picar por las lagrimas, pero no deje que ninguna cayera, no frente de él.

–Da igual– dije como si lo que había escuchado no me hubiera roto el corazón.

–Arabia te amo– dijo aivan acercándose a mí– tu eres mi hermana– dijo mientras se acercaba y me abrazaba.

No pude negarle el abrazo, el había estado para mí siempre desde que me conoció. Nunca me hizo menos y nunca dejo de procurarme.

–Estoy bien Iván– dije serena, de la misma manera escuchandome firme. El me miró a los ojos y solo negó.

–Eres igual a mi quinita– dijo dandome un beso en la frente– y eso no es bueno–.

Sin más salió de ahi, no sin dejarme antes la bolsa que traía en su mano, abrí la bolsa y era el suéter que estaba viendo en línea mientras el hablaba con mi apa y mi padrino.

¿Fue buena idea el venir aquí? ¿De verdad podría adaptarme?

Mis hermanos al parecer tenían fiesta pues, miraba que los Zambada habían llegado, y con ello un grupo se estaba instalando.

Mi teléfono vibró y era Ovidio, quien me pedía que bajara con ellos.

Voltee los ojos me asome por la ventana, cuando mi vista se cruzó con la de Vicente, haciendo que un escalofrío recorriera mi cuerpo. El me sonrió tan cínico como si mismo para luego guiñarme, le devolví la sonrisa y sin más me alejé, me comencé a cambiar y baje a con ellos.

Vicente.

El ver su sonrisa finjida solo me prendió, me prendía ella, todo ella, el que siempre ella misma me volvía loco, y la forma en que me retaba hacía que me pusiera a sus pies.

No pasaron ni 15 minutos cuando ella bajo,  luciendo tan sencilla, tan bonita.

Había algo diferente en ella, estaba más sería, y no estaba con Ovidio y Alfredo como siempre

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Había algo diferente en ella, estaba más sería, y no estaba con Ovidio y Alfredo como siempre.

-Hola guapa– dijo serafín llegando a su lado para luego saludarla de beso.

–No con ella cabron– dijo Iván mientras su vista estaba fija en Arabía.

–Si wey, deja a nuestra Arabía– dijo Ovidio mientras la abrazaba, Iván y yo estábamos fijos a sus movimientos, y fue entonces cuando ella quito el brazo de Ovidio sin ningún disimulo. La cara de Ovidio era de total sorpresa.

–Ivan– dijo Arabia llamando la atención de todos en la mesa. –Voy a salir– Iván levanto la ceja, y solo asintió.

Ella se levantó y salió del rancho siendo escoltada por Nini.

–Wey que pedo– dijo Edgar viendo a Ovidio.

–Quizas escucho algo– dijo Iván mientras se levantaba con rumbo a una rubia que tenía rato mirando.

La cara de Ovidio, Alfredo y Edgar se puso pálida.

¿Que pudo haber escuchado para que haya cambiado de tal manera?

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