Resiliente

19

Arabia Joaquina.

Desperté de repente sintiendo como el pecho estaba a punto de explotarme, me dolía el alma, pero había algo que no me deja reaccionar, no podía moverme, ni podía concentrarme, realmente no podía hacer nada.

Mire a mi lado y Mayita se encontraba ahí, dormida mientras tenía sus ojitos rojos de llorar.

La balacera

Ruben salvándonos

Recuerdos hacían que mi cabeza doliera más, a cómo pude intenté agarrar el control de la televisión.

Prendí y puse el canal de las noticias.

"Joven acribillado en una Silverado "

"Ruben Oseguera acribillado"

"Hijo del Mencho muere"

Mis lagrimas salían.

Empecé a llorar, entonces nada había sido un sueño él estaba muerto y mi moreno...

Baje a la sala y sentí mis rodillas temblar cuando mire a mis hermanos de negro aunque no se cómo pude sostenerme de pie.

Iván sentado mientras tenía sus manos en la cabeza, Alfredo y Ovidio viendo un punto fijo, Vicente noto mi presencia y rápido vino a conmigo.

–¿cómo está la mujer más hermosa?– dijo en un susurro.

–No sé, me siento muy rara– dije y el no dudo en abrazarme fuerte, dejando que yo sintiera sus latidos mientras yo comenzaba a llorar

–Quinita, gracias a Dios estas bien, imagínate que me dejarás a tu plebe, nombre no– la voz de un hombre se hizo presente, era Edgar quien venía sonriendo levemente.

Caí de rodillas al verlo, todos me miraban expectantes.

Solo había sido un sueño.

–Arabia levántate – la voz de mi papá se hizo resonar – camina–

Lo miraba confundida, o al menos trataba de verlo, las lágrimas en mis ojos no dejaban mucha claridad.

–¿q..que está pasando?– dije al ver cómo él se ponía serio.

–Tú, eso es lo qué pasa, que eres una plebe bien atrabancada, no sabes lo qué haces Arabia–  me dijo casi gritándome, no entendía nada.

Quería responder, pero fue un dolor en mi pecho lo que me hizo abrir los ojos a la vez que abría también mis labios. Mi mano izquierda fue a mi pecho mientras que con la otra trataba de sostenerme.

El dolor cada vez era más grande, no podía respirar y sentía como mi corazón estaba dejando de latir hasta que un grito desgarrador hizo que yo cayese de rodillas.

Vicente.

–Algo pasa con mi mujer– dije y pude notar como Iván giró los ojos.

–¿de que hablas Chente?–

–Mujer mis huevos–

–Si, cuando miro al moré se puso como el perico, blanco–

Que los pericos no son de colores

Iba a continuar hablando cuando la cara de Iván cambió, cambió mucho a decir verdad, era como si él tuviese un presentimiento, uno malo, eso reflejaban sus ojos y en la forma que miraba a todos, era como si la preocupación y el miedo se hubiesen apoderado de él.

Iván Archivaldo.

El aire lo sentía cada vez más lejano. Me dolía el alma, mire a Vicente y el solo me miraba raro, recorrí a mis hermanos, todos estaban aquí, mi madre y Griselda también estaban aquí, mis hermanas también, mi apá y la quina estaban aquí, pero la bebe, Maya no...