4. Los platos

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—¿Enserio? ¿De cuánto estás linda? —Me pregunta la mujer, yo solo le doy una pequeñita sonrisa

—Estoy de mes y medio, más o menos —Respondí tímidamente

—Wow ¿Quién lo diría? Te vas una semana y regresas con esposa e hijo —Dijo el hombre sentado a la mesa, que supuse era Rob

—Las maravillas de la vida —Responde la mujer con alegría —Habrá un bebé en el rancho, que gusto me da —Dice la mujer

Yo solo me limitaba a sonreír, mientras que de vez en cuando dirigía mi mirada hacia Christopher, no había una solo expresión en su rostro, estaba totalmente serio

—Pero andando, siéntense a cenar, estoy por terminar de calentar el arroz —Dijo Margaret

—¿Gusta que le ayude en algo? Podría...

—Oh no linda, siéntate a la mesa, en un momento serviré, debes tener hambre —Respondió —¿A qué hora llegaron? Debió ser un viaje largo, no? —Preguntó

—Llegamos hace un par de horas y... Solo hice aproximadamente 6 horas desde Denver —Contesta Christopher, ambos tomamos asiento a la mesa, Christopher justo frente a Haise

—Lo bueno es que la camioneta aguantó tanto, tenía miedo de que a medio camino se te descompusiera —Comentó Rob, Christopher solo negó

—Chris ¿Mañana puedes llevarme a montar? Llevo una semana sin salir por tu ausencia —Pregunta Haise, Christopher por primera vez en la noche dedica una sonrisa y es dirigida hacia ella

—Claro florecilla, mañana podemos ir antes de que el sol salga —Respondió Christopher con amabilidad

¿Florecilla? ¡Puaj!

¿Por qué ese atrevimiento con la hija de su jefe? ¿Qué no tiene respeto por la casa, por Rob o Margaret o siquiera por mi?

—¿Chris, puedes venir un minuto? —Lo llama Margaret, Christopher se pone de pie y camina hacia ella, mientras yo solo me quedo ahí, con Rob dándome una sonrisa todo el tiempo y Haise mirándome mal —Ah, es que no tenía contemplado una persona extra, no me lo dijiste y pues las otras chuletas están congeladas y
... —Escucho a Margaret susurrar hacia Chris

—Esta bien, dásela a ella —Respondió él, después volvió a la mesa y Margaret nos sirvió la comida, los platos se colocaron en uno por uno en la mesa

Arroz blanco con espárragos cortados y chuletas ahumadas en salsa de tomate
Mi hambriento estómago rugió y no dude en comenzar a comer, cuando el plato de mi esposo fue colocado frente a él, me percaté de que esté solo contenía arroz y un poco de salsa de tomate.
A eso se referían.
Yo no había alcanzado chuleta

—Si quieres, podemos compartir, cariño —Mencioné mientras lo miraba, Christopher solo negó mientras comía de su arroz —Si mira, la parto a la mitad y...

—He dicho que no, _______ —Dijo fríamente, yo bajé la mirada con ciertamente afligida, no había siquiera un tono de amabilidad en su voz —Come tú, debes tener más cuidados por el bebé —Responde en un tono más tranquilo, yo solo asentí con pesar y comencé a comer

—Si gustas, puedo prepararte algo más, Christopher —Menciona Margaret

—Así estoy bien, Margaret... Gracias —Respondió Chris con tono de amabilidad

Parecía que a todos podía hablarles amablemente y a mi me mandaba al carajo.

La cena transcurrió en silencio, terminé de comer, aún tenía un poco de hambre, en estos últimos días me he dado atracones de comida, los mitos dicen que es por el embarazo, la verdad no estoy segura. Espero a que Christopher termine de comer para levantar nuestros platos de la mesa y llevarlos al lavabo

—Oh no nena, deja ahí los platos, el agua está fría y podría hacerte daño —Dijo Margaret al instante, yo solo negué

—Tranquila, estaré bien, yo los lavare, es lo mínimo que puedo hacer en agradecimiento —Respondí y Margaret negó

—No, ni siquiera yo los lavo a estás horas y...

—Si madre, deja que ella los lave, ella se ofreció —Apoyó Haise, pero Margaret negó

—No seas flojas, Haise —Le dice su madre, la rubia rueda los ojos —Es que a ella le toca lavarlos mañana temprano, pero tú no te preocupes, mejor vayan a descansar, que deben venir agotados del viaje, anden —Indicó Margaret, yo sonreí y agradecí por la cena

Christopher y yo salimos de la casa, por la puerta donde entramos, caminamos de vuelta a nuestra casa. Traté de tomar nuevamente el brazo de Christopher, pero está vez, él me esquivó

—Vamos, entra a casa, tengo que cerrar el granero para poderme ir a dormir —Comentó él antes de caminar hacia dicho, sin ganas de discutirle y por lo muy cansada que estaba, me dirigí a nuestra casa y de ahí a nuestra habitación, tomé una pijama de las que había traído en mi maleta y me dirigí al baño para cambiarme.

A tu lado ||C.V&TÚ||TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora