VEINTIUNO

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Los gritos de Olivia resonaron por cada rincón de su enorme casa, y Lux, con látigo en mano y en compañía de Axel, apareció en la entrada de la cocina dispuesta a rebanar a todo aquel que no fuera humano.

—¿Qué sucede? ¿Dónde está el enemigo? —preguntó el demonio de la lujuria, mirando a todos lados y turbada ante el desastre.

Olivia, avergonzada, alzó las manos para calmar a los recién llegados. Se encontraba cubierta de pies a cabeza por una espumosa mezcla de glaseado rosa, al igual que todos los gabinetes.

—No pasa nada. Sólo encendí la batidora sin fijarme en que el regulador de velocidad estaba al máximo.

Axel rodó los ojos, pues, aquel escandalo había interrumpido su trabajo; junto a Lux, finiquitaba un modelo del stand para la presentación de Led. Después de su última llamada, no volvieron a recibir noticias sobre él, pero sabían que no se perdería el evento del Seattle Center por nada del mundo.

Lux guardó el arma entre risas, y, curiosa, se acercó a la mortal, olfateando el glaseado adherido a sus mejillas; desprendía un aroma delicado.

—Fresa —advirtió antes de pasar el dedo y llevárselo a la boca—. Y algo de... ¿almendras?

—Esencia de almendras —corroboró la pastelera, corriendo a Lux de su espacio de trabajo a empujones. Detestaba que se metieran en la cocina cuando su creatividad culinaria permanecía encendida—. Ahora, por favor, los quiero lejos de aquí. ¡Largo! —concluyó, señalando en dirección al salón.

De pronto, un vórtice de fuego surgió en medio de la sala, y en cuanto los mortales se ubicaron a las espaldas de Lux, quien retomaba su posición ofensiva, las llamas se extinguieron, trayendo consigo las sonrisas.

—Hola —saludó Led.

—¡Rakso! —Lux salió disparada como una bala contra su hermano. Ambos terminaron en el piso, con la fémina abrazando y hostigando al demonio con palabras dulces y empalagosas—. Es bueno volver verte, a pesar de que luces demacrado.

Olivia y Axel no se contuvieron y envolvieron a su amigo entre sus brazos. Era un reencuentro de lo más agradable, y a ninguno le importó que la joven los embadurnara de glaseado rosa.

—Debes tener hambre —señaló Olivia al recuperar su espacio—. Aún me quedan dedos de queso, sólo hay que calentarlos.

Uno a uno, fueron tomando asiento en los lujosos taburetes que reposaban junto al mesón de trabajo, el cual seguía cubierto de harina y restos de glaseado. Olivia depositó un plato repleto de los tan ansiados bocadillos y Led, al igual que Rakso, no esperaron ni un segundo para echarle los dientes.

—Es bueno saber que todavía mantienen el apetito.

—¿Y bien? —apremió Axel, deseoso por saber las nuevas.

Rakso y Led no se guardaron nada sobre la trama que vivieron en Los Ángeles. Al terminar con la narración, Olivia y Axel frotaron la espalda de su amigo para reconfortarlo ante la caída de su pequeña hermana, no obstante, la promesa de Rakso sobre liberar a Vicky era una pequeña luz al final del túnel.

Por otra parte, Lux se percibía incrédula ante dos hechos: Primero, que su hermano trabajara hombro a hombro con Blizzt para la captura de una habilidad, las cosas mejoraban, y, de seguir así, la victoria ante Eccles sería una realidad. Segundo, que Rakso prefiriera la felicidad de Led antes que su sed de poder... Liberar las habilidades era un asunto serio, lo dejaría a merced de sus propias destrezas y susceptible ante el ataque de otros demonios.

—¿Estás seguro de eso?

—Nunca antes había estado más seguro —contestó el demonio, llevando otro dedo de queso a la boca—. De todas formas, esas habilidades nunca nos pertenecieron. Son de nuestros padres, y les rinden lealtad a ellos gracias a los pactos que establecieron cuando vivían.

Los Siete Pecados Capitales: Príncipes Infernales (Libro 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora