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—te estuve llamando anoche y nunca contestaste. Creí que vendrías a la fiesta— me dice Sandrine un tanto molesta.

—quería pero se me olvidó gracias al idiota de Núñez. Me cargó la mano a más no poder y no terminé las tareas por su culpa.

—¿Cómo?

—me asignó muchos pacientes y apenas me di abasto con ellos. Ya no podía más.

—¿no piensas hablar con Florencia? Se está pasando, no eres interna.

—ojalá esté hoy, fui a buscarla ayer pero no estaba.

—qué coraje. Pero tranquila, yo te paso las tareas.

—te amo, Sandrine.

—y yo a ti— ríe y saca su laptop para enviarme los archivos.

El día transcurrió como siempre pero tuve que sobrevivir a base de café pues tenía muchísimo sueño.

Fui al hospital pero esta vez no me asignaron pacientes.

Como siempre, pasé a visitar a Casper.

—te ves mal— dice poniendo cara de susto.

—gracias— digo burlona. —tú también estás radiante.

—es que de verdad... ¿No dormiste?

—media hora en total— río.

—Dios mío. Tienes que dormir o también vas a terminar hospitalizada.

—ya estoy acostumbrada, no te preocupes. Tuve muchos pacientes que ver— me acerco para revisarlo como de costumbre.

—¿qué tan cierto es que los doctores viven en el hospital?

—mucho. Mi papá vive en la clínica— río.

—¿tu papá es médico?

—sí— asiento. —toda mi familia es del área de la salud.

—qué genial, todos entienden lo que haces y porqué lo haces.

—así es. Es lindo.

—me imagino— hace un mueca.

—¿estás bien?— me preocupo.

—sí, sólo un pequeño dolor por la migraña que siempre me da.

—¿has comido bien?

—sí, el enfermero Víctor se encarga de que me termine todo del plato.

—menos mal tienes quién te cuide— sonrío burlona.

—no me agrada tener que obedecer pero qué le voy a hacer— roda los ojos.

—Rostoll, aquí estás— escucho la voz de la doctora Florencia y mi alma se siente feliz. —me dijo la jefa de enfermeras que me estabas buscando.

—sí doctora, necesito hablar con usted...

—sobre el incompetente del doctor Núñez— interrumpe Casper.

—¡Casper!— lo reprendo.

—¿qué hizo? — la doctora se pone seria.

—no me atiende. Él nunca ha venido a verme, siempre manda a Alissa hasta para ponerme medicamentos. La pobre tiene que correr buscando enfermeros porque no tiene experiencia suficiente. Es un incompetente de lo peor— dice él y yo lo veo con sorpresa.

—¿qué medicamentos aplicaste? — me ve con preocupación la doctora.

—agentes estimulantes de eritropoyetina. — digo apenas.

—¡Dios mío! ¿Cómo lo pasaste?

—hice cálculos y busqué en mi libro de farmacología.

—¿y cómo te sentiste, Casper?

—bien, hasta el momento estoy muy bien.

—sus niveles de hemoglobina se restauraron— comento.

—esto es el colmo.

—y no sólo eso, véale la carita— Casper señala mi cara y la doctora me ve detenidamente. —ayer estuvo aquí toda la noche porque el señor doctor le dejó muchos pacientes que revisar.

—¿es cierto eso?— Florencia me cuestiona con los ojos casi fuera de órbita.

—sí— digo con firmeza. —y todo fue porque lo puse en su lugar en dos ocasiones. Ya sé que me enfrentaré a esto pero por ahora estoy aprendiendo.

—te entiendo. Esto no puede seguir así. Tomaré cartas en el asunto, no te preocupes. Y muchas gracias por decir tu opinión, Casper— ella palmea el hombro de él.

—es lo menos que puedo hacer— él sonríe y la doctora se despide.

—no debiste intervenir— le digo.

—claro que sí. Alguien tenía que decir la verdad de ese idiota.

—gracias— le digo sincera.

—ahora hay que esperar a ver qué hacen con él. Ojalá lo quiten de aquí.

Me río con ganas y le doy un golpecito.
—ya me voy a ver a una paciente.

—está bien.

—hasta luego— él me toma del brazo y me da un beso en la mejilla. Me sonrojo y salgo rápido de la habitación.

Pasé por la oficina de Florencia y ahí estaba gritándole a Núñez. No podía escuchar lo que decía pero movía las manos y tenía el rostro serio. Me alegré por dentro y seguí caminando al cuarto de otra señora.

—Rostoll— escucho a la doctora detrás de mí cuando estaba a punto de irme.

—dígame —me giro.

—quiero disculparme por ponerte a Núñez. Ya lo mandé a otro departamento y no volverá a hacerte la vida imposible.

—gracias, doctora. ¿Pero con quién voy a trabajar?

—conmigo— sonreímos al mismo tiempo. —vas a aprender mucho.

—esa sí que es una buena noticia. Muchísimas gracias de verdad.

—va a ser un gusto trabajar con la hija de mi ex compañero de facultad— ríe.

—¿Cómo? ¿Conoce a mi papá?— rio también.

—El español Tadeo, nunca se me olvidará que era mi rival— se carcajea.

—no lo puedo creer, le diré que estoy con usted y ya le comentaré cómo reacciona.

—seguro que va a fruncir el ceño y dirá: "Florencia, la francesa terrible que siempre quería quitarme el primer lugar"

Me río y ella me abraza. —dale un fuerte abrazo de mi parte.

—gracias, doctora. Yo lo haré.

—anda, ve a disfrutar lo que te queda de sábado.

—claro. Nos vemos el lunes— la despido y me voy.

Llego a casa y abrazo a mi papá.

—¿y ahora?— pregunta riendo.

—te doy un abrazo de parte de la doctora Florencia Moreau. Dice que fueron compañeros de facultad.

—¡claro! Cómo olvidar a la envidiosa y competitiva Florencia. ¿Dónde está trabajando?

—en el mismo hospital que yo. Es mi jefa y maestra.

—no lo puedo creer—hace un gesto de ironía.

—aprende todo lo que puedas de ella. Es una excelente doctora— dice mi mamá.

—el lunes empiezo a trabajar con ella y así lo haré.

—qué vueltas del destino— Courtney se ríe.

—bueno, me voy a descansar porque mañana es el único día que puedo ser una persona normal. — le digo a todos.

—duerme bien— Dominique me da un beso en la coronilla y me voy a mi cuarto.




Los Colores de Alissa y CasperDonde viven las historias. Descúbrelo ahora