Los Colores de Alissa y Casper

14

Volví a casa después de rotar en el servicio de Nefrología. Estaba cansada porque el doctor nos dio una clase que no entendí para nada y tenía que repasar mucho.

Fui a mi habitación para hacer la tarea y no me di cuenta que no había cenado y ya era muy tarde.

Nuevamente me encontré con mi hermano sentado en la mesa con su laptop como su única fuente de iluminación.

—¿qué haces tan tarde?— le pregunto y me acerco a él.

—nada, solo veo recuerdos— observo la foto de su graduación y sonrío.

—las fotos son la creación más hermosa porque nos llevan a donde fuimos felices.

—así es, me encanta recordar— pasa la foto y aparece otra donde estaba con su ex novia, la chica que le alejaron mis padres. Él cambia la foto.

—¿por qué la cambias?— la regreso y veo que su semblante cambia.

—es que creí que no querrías verla.

—no la recuerdo porque estaba pequeña pero ahora me gustaría recordarla— la observo detenidamente y percibo que mi hermano estaba feliz ahí. —¿has sabido algo de ella?— le pregunto.

—no mucho porque ella ya no quiso saber nada de mí desde ese momento tan cruel.

—¿qué ocurrió en realidad?

—nuestros padres le pidieron que se alejara de mí o les iría muy mal. Ellos se mudaron a Reino Unido y ella ya tiene una bonita familia— suspira.

—¿por qué lo permitiste?

—porque sólo tenía 18 años, ¿qué podía hacer contra todo el poder que tiene papá?

—alguna solución tuvo que haber existido.

—no la había. Ahora sé que fue lo mejor porque ella pudo seguir adelante y me alegro mucho.

Lo abrazo y a él se le quiebra la voz.
—la amaba, Alissa.

—me queda claro. Pero es momento de que sigas adelante y conozcas otras mujeres.

—lo he intentado pero me cuesta mucho. Papá no tomó en cuenta todo lo que sentíamos por su dichoso prestigio. Quiere que busquemos parejas de nuestro estatus, ¿por qué crees que no le han dicho nada a Courtney por salir con el primo de Yannick?

—entiendo— pienso en mi situación. —pero eso es una estupidez.

—concuerdo, pero ¿qué podemos hacer nosotros? Órdenes son órdenes. Por eso prefiero estar soltero que casarme con una arrogante que solo quiere más dinero.

—me aterra la idea de que me pase lo mismo.

—no tienes porqué vivirlo, puedes defender lo que quieres y no ceder de manera cobarde como lo hice yo. Mírame ahora; mira las consecuencias de mis actos.

—tienes razón— suspiro. —creo que tengo que confesarte algo.

Oxigeno mis pulmones y le cuento todo a mi hermano.

—oh...— se queda impactado y piensa por un momento.

—¿qué hago? Tengo miedo que Yannick me eche de cabeza con papá.

—no creo que lo haga pero tienes que planear algo por si llega a ocurrir.

—¿algo como qué?

—un pretexto, algo que puedas decirle y que no vaya a reaccionar mal.

—no puedo creer que papá sea tan malo, si se ve tan bueno.

—nadie es tan bueno como aparenta. Así que planea algo pero mantente tranquila mientras se pueda.

—sabía que podía contar contigo— le doy un abrazo y un beso.

—vete a dormir, ya es tarde.

Le sonrío y tomo mi cena.

Hablar con mis hermanos me hizo muy bien pues me quedé mucho más tranquila.

Casper

Esa mañana estaba tranquilamente limpiando el remolque cuando se presentaron mis antiguos amigos.

—¡hey, Casper!— el líder se acerca a mí.

—Qué hay— dejo la escoba a un lado.

—¿cómo estás?

—un poco mejor. ¿A qué vinieron?

—uy, ya no se dejan visitar los antiguos amigos— me toma de la espalda. —vinimos a ver cómo seguías para saber si ya te sientes capaz de entrarle a la felicidad completa.

—¿bromeas? No puedo hacer eso y ya lo sabes. ¡Casi me muero la ultima vez! Todo por hacerle caso a sus estupideces sin sentido.

—hey, cálmate— toma mi cabello por detrás. —a mí no me hablas así.

—pues sí lo hago porque es la verdad. Me decepcionaron mucho desde que empeoré.

—yo no tengo la culpa de que seas un moribundo. Y para que tus problemas acaben pronto, te tengo un regalito— me da dos puñetazos en el abdomen y los demás lo siguen.

No pude hacer nada para defenderme pues eran cuatro contra mí. Al fin me dejan y empecé a toser sangre. Como pude me metí al remolque y fui directamente al baño para limpiar lo que pudiera. No sabía qué hacer pues estaba muy lejos del hospital.
Me siento y sigo tosiendo pero más levemente.

Alissa.

En la mañana, hice mi rutina y fui a ver a Casper a su remolque pues ese día entraría una hora más tarde.

Toqué pero no me respondió, a lo que me preocupó.
Volví a tocar hasta que me atendió un chico amarillento, con el rostro rojo y que se tocaba el abdomen.

—¡Dios mío! ¿Qué te pasó?— entro y lo ayudo a llegar a su cama.

—se me olvidó tomar mi medicamento— se recuesta y hace una mueca de dolor.

—no me mientas— saco mi equipo y empiezo a revisarlo. Tomo su saturación de oxígeno y estaba por debajo de 80%, así que me preocupé más. —tengo que llevarte al hospital.

—no por favor, tengo clases— observo que tiene los dientes manchados con sangre.

—ya encontraré la manera de que no las pierdas. Ahora vamos— lo llevo casi cargando a mi auto y lo ingreso al servicio de urgencias.

Los médicos lo atienden y me quedo en la sala de espera cruzando los dedos porque todo saliera bien con Casper, no soportaría que algo le pasara.

Perdí la noción del tiempo hasta que llegó el doctor y me dijo que sus niveles de hierro estaban en 6, así que necesitaba una transfusión urgente.

Me quedé a ayudar con su hospitalización hasta que lo pudieron ingresar al servicio de hematología.

—¡Alissa! ¿Qué haces aquí? ¿No tenías que estar en la universidad? — la doctora Florencia me saludó.

—traje a Casper porque recayó, pero ya me voy a la escuela. En cuanto se estabilice.

—pues ya está recibiendo la transfusión y se le administraron medicamentos para su insuficiencia hepática. Puedes irte tranquila.

—no me quiero ir.

—tienes que hacerlo o tendrás problemas.

—¿le puede decir que me tuve que ir?

—Claro, vete con cuidado.

Salí corriendo para llegar a tiempo a la cuarta clase y alcanzar algo de clases, ya que entraría al hospital y a tomar otras clases.

Estaba demasiado preocupada y no me podía concentrar.