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Pasaba el tiempo e iba avanzando en mi especialidad, sinceramente estaba muy feliz. Pero llegó el momento de irme a otro hospital para rotar en un área que en mi hospital no estaba disponible.

-entonces, ¿te vas por mucho tiempo?- pregunta Casper al terminar de contarle en el aeropuerto pues no había tenido la oportunidad de decirle antes.

-sí, por un año- me encojo de hombros. -ya verás que el tiempo pasa rápido.

-pues... ¿Puedo ir a visitarte?- sonríe.

-Claro que sí- lo tomo de las mejillas. -Tranquilo, trataré de venir seguido.

-está bien-hace un puchero y le doy un beso. -te amo.

-yo también- suelto su mano y voy a traer mi maleta pues ya casi salía mi vuelo.

Casper

-okey, Alissa se fue así que toca hacer cosas solos- me digo al espejo.

Pensé en que cuando volviera iba a estar muy cansada y quizá harta de las cosas, así que empecé a hacerle una pintura que probablemente le gustaría.

Todo parecía ir bien, hasta que me enteré que habían cambiado al director del hospital y que ahora ciertas cosas tendrían que cambiar. Creí que eso no me afectaría, pero me equivoqué pues me sacaron de la lista de pacientes prioritarios porque mi diagnóstico era bueno y no era sumamente necesario que recibiera las quelaciones.

No busqué a la doctora Florencia ni a nadie porque ya no le quería dar molestias.

Me tocaría una terapia por mes, al igual que una transfusión.

Creí que no me pasaría nada pues me sentía muy bien.

Estuve haciendo mi rutina como siempre y teniendo nuevos proyectos para el teatro y la televisión.

Sin embargo, empecé a sentirme mal antes del tercer mes de quelación.

Ignoré mis malestares y fui a caminar al parque para inspirarme en otras pinturas.

Sentí una opresión en el pecho y no podía caminar. Quería sentarme pero me desvanecí antes de llegar a la banquita.

Desperté en el hospital y vi que tenía muchos electrodos en el pecho y mis extremidades. Volteo y ahí estaba la doctora Florencia.

-qué susto me diste- se sienta a mi lado. -una señora te encontró en el parque y te trajeron de inmediato. ¿Qué ocurrió?

-empecé a sentir una opresión en el pecho y no recuerdo más. ¿Qué me pasó?

-un infarto- suspira. -¿has venido a tus terapias?

-por supuesto. Tal y como me tocan.

-pues tú eres paciente prioritario y debes recibirlas constantemente.

-las estoy recibiendo como me lo pide el carnet.

-bien- suspira y toma mi mano. -¿sabes? Yo siempre deseé ser madre.

-¿no tiene hijos?- pregunto y ella niega con la cabeza.

-me habría gustado que fueran dos y que aprendieran a pintar, ya sabes que me gusta mucho la pintura.

-sí, y me queda claro porque tiene todas las pinturas que le he regalado aquí en su consultorio.

-me encanta lo que pintas y cómo lo haces. Créeme que me habría encantado tenerte como mi hijo, considero como un ser privilegiado a tu madre por tenerte a ti como hijo.

-lástima que ella no lo ve así. Mire hasta dónde he llegado y ella no sabe nada. Pero ¿a qué viene todo esto?

Ella suspira y baja la mirada. Luego me ve y sus ojos se cristalizaron.

-necesitas un trasplante de hígado, tu falla hepática es demasiada.

-no puede ser- veo al techo. -¿más malas noticias?

-tenemos que conseguirte un hígado porque estás en riesgo, además de que tu corazón está cada vez más débil. Necesitas un marcapasos o un trasplante.

-genial- me muerdo el labio en un intento de no llorar. -¿cuánto tiempo me queda si no consiguen el hígado?

-no puedo decírtelo con certeza, pero tienes algo.

-¿qué hago, doctora? No me quiero morir.

Ella rompe a llorar y yo también. Me abraza y después se pone frente a mí.

-no te voy a dejar morir. Voy a pelear todo lo que pueda para conseguirte el hígado.

-seamos realistas; la lista de trasplantes es enorme y hay más personas que están peor que yo y que necesitan ese órgano mucho más.

-pero tú estás en nivel de prioridad: hay una gran ventaja para ti.

-pero sobre mí hay otra persona y ¿sabe qué? Prefiero que se lo den a esa persona que a mí.

-¿qué? ¿Por qué?

-estoy cansado de estar en el hospital recibiendo pinchazos y medicamentos. Mi sueño siempre fue ser un gran artista que pudiera ir a dar la vuelta al mundo y que mis obras estuvieran en un museo, pero a como van las cosas creo que voy a llegar solo a una funeraria.

-no pienses así, todavía podemos hacer algo por ti y no vamos a descansar.

-ya no quiero seguir viviendo así. Yo no quisiera ver sufrir a quien quiero solo para que esté conmigo. No quisiera prolongar su agonía si para él esto ya no es vida.

-no puedes rendirte tan fácilmente. Has llegado hasta aquí gracias a tu esfuerzo. ¿Qué hay de las personas que te queremos? ¿Qué hay de Alissa? Tú mismo has dicho que ella te motivó a seguir por la vida.

-y es así, pero estoy agotado y creo que lo mejor tanto para ella como para todo el mundo es que me muera. Ya bastantes problemas le he traído.

-la muerte nunca es beneficiosa para nadie. Ella te ama y no soportaría que no estés.

No digo nada, me quedo pensando y la doctora se retira después de decirme que hará lo posible por ponerme a la cabeza en la lista de trasplantes.

Yo solo deseaba descansar de todo, quería ver a mi madre por lo menos una vez antes de partir, porque estaba seguro de que moriría pronto.

Cuando era niño escuchaba a mi abuelo decir que las personas presienten cuando van a morir y tratan de arreglar las cosas y dejar un buen recuerdo en los demás antes de irse, y yo quería dejar un buen recuerdo.

Al otro día pedí que me dieran de alta y fui a hablar con el encargado del teatro para que me dieran la oportunidad de pintar otra pared. Él aceptó y empecé a trabajar en ese momento.

Terminé bastante noche pero todavía me faltaba un poco.

Me senté en mi pequeña cama para ver un álbum de fotos que tenía. Vi a mi familia completa y a un Casper pequeño y sonriente, lleno de vida. ¿Cómo no se dieron cuenta que estaba enfermo?

Tuve unos flashbacks de recuerdos de mi padre. Él era un general del ejército, no comprendía cómo hizo para llegar hasta ahí teniendo talasemia.
Recordaba muy poco de él y me sentí culpables por no recordar su voz. Solo recordaba que me abrazaba y jugaba conmigo. Mis ojos se llenan de lágrimas por recordar todo eso.
Abrazo el álbum y le reclamo al destino por no dejarme tener a mi familia conmigo, porqué tuve que ser yo, porqué me pasaba todo esto a mí.

Y ahora estaba aquí: con un montón de medicamentos y con miles de dolores y malestares. Yo solo quería ser feliz.

Me imaginé cómo sería mi vida si no tuviera talasemia y seguro que habría completado mis sueños a estas alturas. Además me dolía tener que pasar por todo esto yo solo. Pero comprendía que era lo que me tocaba.

Vi la hora y en ese preciso momento compré un boleto para salir a la ciudad de Alissa en la mañana.

Decidí apresurar esto porque si no, sería demasiado tarde.

Los Colores de Alissa y CasperDonde viven las historias. Descúbrelo ahora