12

13 0 0
                                    

Daba gracias por estar de vacaciones y así podía aclarar mis sentimientos sin tener que descuidar mis calificaciones.

Casper me gustaba demasiado, pero no iba a decírselo primero. Me daba cuenta que él también sentía lo mismo que yo.
Me retenía a hablar de eso porque pensaba en lo que mis padres y familia podían decir si andaba con él, seguro no me dejarían vivir y también me preocupaba un poco su aceptación. Tenía que pensar bien lo que haría.

Una tarde salí con Víctor al cine pues él tenía ese día libre.

—¿cómo te ha ido en estos días?— me pregunta.

—tranquilo, las vacaciones me cayeron muy bien. ¿Y a ti?— sonrío y le doy una mordida a la paleta helada que llevaba.

—ajetreado como siempre. También salieron de vacaciones varios compañeros.

—y tienen más trabajo del habitual.

—así es. Pero no hay de otra— ríe.

—lo importante es tener trabajo.

—desde luego. ¿Tú no trabajas?

—no, solo me dedico a estudiar— le sonrío.

—qué genial. También yo era así y extraño esos tiempos.

—cada vez me asusta más la idea de crecer. Todavía siento que soy una niña de preescolar— me sonrojo.

—pero algún día tienes que enfrentarte a la vida tal y como es; así de cruda y difícil.

—me imagino cuán difícil es. Pero, ¿vamos al parque? Para olvidar un momento lo horrible de la vida.

Él sonríe y nos vamos.
Ahí pasé la tarde y luego fue a dejarme a casa.

Casper venía a casa algunos días de la semana y yo estaba al pendiente de su estado de salud. No quería pensar en él de manera romántica pero me resultaba muy complicado. No podía pensar con claridad teniéndolo a un lado de mí.

Hasta que un día llegó su cumpleaños. Mamá le hizo una comida especial y lo recibimos con abrazos y regalos.
Comimos y luego fuimos al patio para que me mostrara una nueva pintura.

—está preciosa, ¿para quién es? — le pregunto mientras lo detallo. Era una figura abstracta pero que si le prestabas atención parecía proyectar a una mujer abrazando a un niño en la playa.

—era para mi madre. Esperaba que viniera a verme en mi cumpleaños 22. Es la primera vez que paso un cumpleaños solo.

—no estás solo, nos tienes a nosotros— lo abrazo y le entrego el cuadro. —¿qué vas a hacer con la pintura?

—esto— toma el cuadro y lo rompe con su pierna. Lo hace pedazos con sus pies y luego me abraza y se pone a llorar. —no puedo creer que se le haya olvidado. ¿Qué es más importante que su hijo?

—tranquilo, tendrá sus razones.

—me odia y por eso me abandonó.

—claro que no— trato de consolarlo pero no tenía palabras pues era un sentimiento horrible que también me transmitió. —estás con personas que te quieren justo ahora.

—ya sé— se desmorona y no podía parar de llorar.

Nos sentamos y lo dejo desahogarse.

—gracias por estar— me mira.

—no tienes nada que agradecer— limpio sus mejillas. —yo te quiero mucho— lo abrazo y él me corresponde.


Una tarde vino a verme y no había nadie en casa.

Los Colores de Alissa y CasperDonde viven las historias. Descúbrelo ahora