7

9 0 0
                                    

Como todos los domingos, mi familia y yo vamos a practicar deportes junto a nuestros tíos y primos, además de otros conocidos y amigos.

—¿Cómo te va?— Chase se sienta a mi lado y yo frunzo el ceño mientras golpeo mi raqueta de tenis contra mi rodilla.

—me iba muy bien hasta que llegaste.

—hey, dame una oportunidad de platicar.

—¿de qué? Tú y yo no tenemos nada de qué hablar.

—claro que sí. Podrías contarme sobre cómo te va en el hospital y las cosas que ves.

—¿sabes algo sobre talasemias, policitemia vera, anemias, leucemias? — levanto una ceja.

—no— admite un tanto avergonzado. —pero me gustaría aprender.

—hubieses estudiado medicina. Yo no vine a dar clases— me levanto y voy con mis primos para empezar a jugar tenis.

La pasamos muy bien en ese día de ocio y diversión. Mi familia era muy divertida, todo bien a excepción de Chase por supuesto.

—¿ya elegiste especialidad?— mi tía quien era cirujana materno fetal se acerca a mí.

—todavía no. Estoy en sexto semestre, tía— hago un puchero.

—yo ya sabía lo que quería ser desde que entré a la facultad. No puede ser que no hayas decidido.

—pues usted es una persona y yo soy otra. Lo que usted haya hecho es asunto suyo y lo que yo haga es asunto mío, ¿no cree?— me doy la vuelta y me siento con mi prima, la hija de ella.

—¿mi madre molestando otra vez?— come un pedazo de manzana.

—sí. Me frustra que me pregunten lo mismo cada quince segundos.

—es que no supera que nosotros hayamos escogido otras carreras que no son de la salud.

—pero es lo que los hace felices, ¿cuál es el problema?

—no lo sé, pero a mí me hace feliz ser maestra de preescolar— sonríe amplio.

—y yo orgullosa de ti— le doy un abrazo y seguimos comiendo.

Más tarde, nos retiramos cada quien a su respectiva casa.

—voy a salir un momento— aviso.

—¿a dónde vas?— pregunta mamá.

—con Sandrine. Le prometí que pasaría la tarde con ella— miento.

—está bien, cariño. Vuelves temprano para que duermas a tiempo— dice papá.

—Claro que sí. Hasta luego.

Me subo a mi auto y voy al hospital a visitar a Casper.

—hola— toco la puerta y él voltea a verme y sonríe.

—hola. Dichosos los ojos, qué preciosa te ves con vestido— me ve de pies a cabeza.

—lo dices porque nunca me has visto de otra manera que no sea despeinada, ojerosa y con el uniforme— me siento a su lado.

—traté de imaginarte diferente pero me quedé muy corto. Qué bonita eres— me sonrojo un poco.

—gracias. ¿Cómo estuviste hoy?

—bien, mañana recibo otra dosis de eritropoyetina y depende a mi reacción verán qué tanto he avanzado.

—se escucha bien. Ojalá que sean resultados positivos.

—espero lo mismo. ¿Tú qué hiciste hoy?

—pues fui con mi familia a hacer deporte.

—¿qué deporte practicas?

Los Colores de Alissa y CasperDonde viven las historias. Descúbrelo ahora