28*

9 0 0
                                    

ALISSA

-tal y como lo pidió Casper- dice Florencia y me mira con una sonrisa al terminar de colgar y acomodar todo.

-me alegra saber que se fue tranquilo- suspiro.

-él sospechaba que moriría pronto- eso me sorprende.

-no entiendo.

-la mañana antes de ese día, fue a verme y me llevó el baúl con las cartas.

-y a mí me regaló una cajita con su voz... ¿Por qué no me dijo nada?- empiezo a sollozar.

-porque sabía que no ibas a soportar tanto dolor. Él mismo me lo dijo- Florencia me abraza. -Casper pensó en ti hasta el último momento de su vida.

Recuerdo lo que me dijo esa tarde y lloro todavía más pues no entendí el mensaje subliminal que me dio.

-así lo quiso el destino. Ahora te toca a ti seguir con tu vida- la doctora acomoda mi cabello.

-no puedo hacerlo sin él. Mis padres deben estar felices por lo que sucedió.

-¿piensas ir a verlos?

-no sé qué es correcto. Tampoco quiero ir al remolque porque la nostalgia me va a matar.

-puedes quedarte aquí conmigo, no tengo ningún problema.

-gracias, doctora.

Me instalo en una habitación de huéspedes y al acostarme en la cama, recordé lo que Casper mencionó sobre los colores. Salí al balcón y ahí vi el atardecer que daba sus tintes morados.
Lloré nuevamente pues ese era el color que había elegido para él.

-Ay, Casper. Todo me va a recordar a ti- susurro y limpio mis lágrimas. -no te prometo nada, pero haré lo que pueda para seguir con mi vida.

Así pasé una semana, hundida en la depresión y el desánimo. Hasta que tuve que partir de regreso al hospital para empezar mi último año como residente.

No tenía las fuerzas ni las ganas de seguir pues todo lo que hacía me recordaba a Casper.

Después de unos días de llegar al hospital, me sentí diferente y mi cuerpo me daba señales de que debía descansar. Tenía muchas náuseas, mareos y vómitos. Estuve dos días en cama y al tercero, me levanté y fui al hospital para trabajar y hacerme exámenes y corroborar algún diagnóstico.

La doctora que me atendió me dio la noticia de que estaba embarazada. No lo podía creer pero recordé lo que pasó con Casper una noche antes del trágico día.

Mi corazón estaba emocionado y muy feliz. Llevaba un pequeño Casper dentro de mí y eso me renovó las esperanzas.

A las residentes embarazadas nos dejaban poco trabajo conforme avanzaban los meses, pero un día mi residente me dio un caso difícil.

-perdón, doctor. No puedo trabajar en el caso de talasemia- le digo a mi residente en un hilo de voz.

-¿por qué no?- cuestiona el hombre serio.

-mi prometido falleció por eso. No sería muy factible que atienda a un paciente así porque se vería afectado mi desempeño.

-¿es hematóloga o no? Rostoll, tienes que hacerlo porque esta es una enfermedad con la que vas a convivir toda tu carrera.

-yo tomo el caso en lo que ella se recupera- mi compañero Gérard se pone frente al doctor.

-solo por esta vez te la paso, Rostoll- él me da un caso de leucemias.

-muchas gracias- le digo a Gérard.

-no es nada. ¿Quieres hablar de tu caso?- empezamos a caminar a la estación de enfermería.

Los Colores de Alissa y CasperDonde viven las historias. Descúbrelo ahora