Acusaciones

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Eris descansaba en la habitación, pero sus sueños la estaban incomodando, «Déjala, no podrá sobrevivir a esta caída, deja que Merak se ocupe» era la frase que la atormentaba, escuchaba una voz gruesa que lo repetía. Se sentía mareada y desubicada, sabía que estaba en un bosque en donde rebotaba el eco de la voz a su alrededor, detrás de cada árbol, con el susurro del viento y en la copa de los árboles, ella intento cubrir sus oídos y al hacerlo escuchó con más fuerza la frase, era como si le estuviesen gritando en su mente.

Intentaba moverse, pero se sentía atrapada, un líquido caliente y espeso empezó a salirle por la boca, asustada bajó la mirada y se dio cuenta que la sangre le escurría cubriendo todo su pecho. Las ramas de los árboles empezaron a transformarse en serpientes que serpenteaban en su dirección, viéndola fijamente, apartándose solo ante la presencia de una más grande que fijaba sus ojos amarillos en Eris, al hacerlo sentía una gran presión en su cabeza y un dolor punzante en el pecho. La serpiente la rodeo mientras apretaba su cuerpo y la vio fijamente a los ojos abriendo sus fauces amenazantes, Eris sentía la respiración acelerada, pero no quitaba la mirada de aquellos ojos amarillos, algo dentro le decía que si lo hacía estaría perdida, antes de que esta pudiese morderla Eris sintió un golpe fuerte que la despertó.

Ella se agarró la cabeza con fuerza, vio a su alrededor la habitación y se calmó repitiéndose una y otra vez que solo había sido un sueño, el sudor corría por su espalda y por su frente, el cuerpo le dolía y la sensación de terror le recorría cada fibra de su ser, ella se abrazó a sí misma y la luz de la habitación se encendió, se asustó por un momento, pero se calmó al ver a Kana entrar.

—¿Estás bien? Escuché un ruido y vine a ver que estaba sucediendo—. Kana estaba de pie en la puerta observándola, Eris se dio cuenta que no estaba en la cama sino tirada en el piso, Kana se desconcertó un poco al ver la mirada de terror que tenía Eris, esta se arrastró por el piso, gateando hacia Kana y le abrazo una de las piernas.

—Había serpientes por todos lados, no podía moverme, querían atacarme— Kana se agachó y le acaricio la cabeza para calmarla, la ayudó a levantarse y de inmediato Eris la abrazó con fuerza.

—Fue una pesadilla Eris, es normal que ocurra cuando llegas a la academia, los recuerdos te van a atormentar y se verán reflejados en tus sueños, se irán disipando con el tiempo — Eris la abrazó con más fuerza buscaba seguridad en sus brazos.

—¿Y si eso no ocurre? — Kana se quedó en silencio y separo un poco a Eris de ella.

—Trata de volver a dormir, las pesadillas no deberían volver— Kana la llevó hasta la cama y la hizo acostarse, le sonrió tratando de calmarla y salió de la habitación. Eris volvió a tratar de conciliar el sueño aún con el miedo de volver a tener aquellas pesadillas que la perseguían constantemente, su mente daba vueltas y le costaba diferenciar la realidad de sus sueños, mantuvo su vista fija en la puerta hasta que el cansancio le ganó.

A la mañana siguiente un daimon con uniforme morado le llevó Eris una bandeja con su desayuno, Eris observó los alimentos sin poder recordar cuando fue la última vez que pudo comer algo decente, no podía recordar cuando había sido la última vez que había comido, mientras ella desayunaba Kana entró a la habitación.

—Qué bueno que te encuentro despierta, vengo a hacer un último chequeo—Kana realizó su trabajo sin interrumpir la comida de Eris, mientras la revisaba iba anotando todo lo que encontraba, Eris intentaba ver que escribía, pero desde donde estaba era una tarea imposible así que solo se resignó a seguir las indicaciones de Kana para terminar lo más pronto posible, al finalizar Kana le dio a Eris un paquete, ella solo lo vio algo extrañada —Es algo de ropa decente, no puedes andar por la academia vistiendo una bata de hospital, te mostraré el baño para que tomes una ducha y te cambies—. Eris asintió un poco agradecida por la atención de Kana y salió de la habitación siguiéndola.

El legado de Satoga: La maldición del ReinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora