Kenji, Wataru y Taro estaban alrededor de la cama de Yukami, los tres estaban en alerta de lo que el joven de ojos morados pudiese hacerle, no sabían si confiar en él era la mejor decisión, pero no tenían más opciones. Si lo que él decía era verdad Yukami no tenía mucho tiempo para despertar antes de que su mente quedara destrozada. Kin agarró la mano de Haiyuu para tener fuerzas y aguantar lo que estaba viendo, el temor de que Yukami más nunca despertara era su principal miedo.
Haiyuu observaba todo rogando a los dioses por la seguridad de su amigo y al verlo abrir los ojos lentamente sintió un alivio tan grande que era como si una montaña se hubiese bajado de sus hombros. Yukami estaba desorientado, el joven dio un paso atrás levantando las manos, estas de inmediato se le cruzaron en la espalda y se arrodilló, por lo que podían notar algo lo estaba presionando.
Wataru se acercó a él y se quedó de pie vigilando sus movimientos, era él quien lo tenía contenido. Taro se asomó a la cama de Yukami que lo observó intentando descifrar que había pasado, el mundo le daba vueltas y le dolía la cabeza.
—Yukami, ¿puedes recordar algo? —al escuchar la voz de su maestro Yukami volteo a verlo.
—¿Maestro Taro? —se quedó pensativo un momento haciendo una mueca de dolor al tocar su cabeza tratando de recordar todo lo que había pasado. —¿Xotzal donde esta? ¿Qué paso con el enemigo? —Yukami se dio cuenta que en la habitación estaban Haiyuu y Kin llorando y se preocupó. —¿Qué sucedió?
—¿Qué es lo último que recuerdas? —Taro revisaba sus ojos, aunque Yukami no podía verle el rostro colaboraba con su revisión.
—Estábamos en el reino de Kato. Xotzal estaba en peligro. —Yukami hacía un gran esfuerzo por recordar cada detalle. —Ese chico, el de ojos morados, logró tocar mi energía y... —Yukami cerró los ojos pensando en detalles. —no recuerdo nada más.
—Está bien, dejare que se reúnan. Kenji asegúrate de hacerle la revisión en un rato. —Este asintió y le hizo señas a Kin y Haiyuu de que se acercarán mientras ellos se llevaban al joven fuera de la habitación.
En cuanto se quedaron a solas Kin corrió a abrazarlo con fuerza y a llorar sobre su pecho, Yukami se sorprendió de verla allí y le acaricio el cabello para que se calmara y dejara de llorar. Haiyuu se sentó al otro lado de la cama y se limpió una de las lágrimas que le habían salido.
—No vuelvas a asustarnos de esa forma Yumi.
—Lo lamento. —Haiyuu abrazó a Yukami que le devolvió el gesto, verlos así lo hacía recordar sus momentos de infancia, siempre estaban los tres juntos y no le gustaba preocupar a sus amigos. Haiyuu se separó de él y le dedico una sonrisa. —Haiyuu ¿Qué paso con Xotzal? ¿Dónde está Tesile? ¿Encontraron a Eris?
—Detente Yumi, son demasiadas preguntas y aún necesitas descansar. Xotzal está bien, descansando en una de las habitaciones al igual que Tes. —Haiyuu se quedó en silencio preocupando a Yukami. —De Eris no puedo darte información.
—Entiendo. —él siguió jugando con el cabello de Kin que lo veía con los ojos llenos de lágrimas de felicidad. —Gracias por atender a mi llamado Kini, no sabía en quien confiar. —ella se levantó limpiando su rostro.
—Te lo dije, si no tienes en quien confiar puedes llamarme. Aunque no te niego que me emocione al recibir una carta confesando tu amor. —ella dejó salir una pequeña risa silenciosa. —Fue una buena forma de esconder el mensaje. —Yukami le sonrió mientras Haiyuu los veía y levantó una ceja cruzándose de brazos.
—Tengo el presentimiento que me perdí de algo. —Yukami se sentó lentamente para no marearse más. Ellos lo ayudaron y al ver que estaba mejor lo soltaron.
ESTÁS LEYENDO
El legado de Satoga: La maldición del Reino
FantasyEris despierta confundida y sin recuerdos de lo que ocurrió, con un cristal de energía en su cuello que la identifica como un daimon aunque no debería serlo. Con una ciudad destruida y una raza extinta es acusada de ser la perpetradora del acto, en...