Trampa

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Todos en la tienda quedaron en silencio por lo que pareció una eternidad. Haiyuu dejó salir algunas lágrimas de frustración. Ninguno quería decir algo que pudiese ponerlo peor, él se sujetó la cara sin importarle si se volvía a hacer daño y agarró con fuerza su cabello. Eris observó como ninguno de sus compañeros hacia algo por detenerlo y la verdad a ella tampoco le importaba, aún recordaba cómo se habían comportado con Xotzal la última vez que se habían visto.

—No pude hacer nada para ayudarla. Ya habíamos conseguido el objeto solicitado, pero antes de poder irnos nos acorralaron. Aparecieron prácticamente de la nada, no pudimos sentir su energía. Tes y yo nos esforzamos por defendernos, pero ese tipo, con esos ojos morados. —En ese punto Eris empezó a prestarle atención a sus palabras y frunció un poco el ceño. — No importaba cuanto lo atacara ni cuanto daño le hiciera no dejaba de atacar. Estaban ensañados conmigo por alguna razón. —Yukami le agarró la mano a Haiyuu para que dejara de hacerse daño.

Xotzal se cruzó de brazos tratando de mantener la calma, Yukami ayudó a su amigo a recostarse de la cama, sacó de su botiquín una inyectadora y un envase ámbar. Con eso lo ayudaría a recuperar energía y calmar un poco su dolor.

—Yukami, tienen que ayudar a Tes. Se la llevaron contra su voluntad. — Haiyuu volvió a agarrar con fuerza la cama. —Intente ayudarla, pero la querían para algo relacionado con el reino. Deben pensar que ella sabe algo del heredero perdido. Si no hacemos algo...

Haiyuu no quiso terminar la frase. Las lágrimas corrían por sus mejillas sin poder detenerse. Yukami terminó de colocar la inyección y se apartó un poco con sus compañeros analizando la situación. Todo estaba peor de lo que pensaba, Eris veía de reojo a Haiyuu llorar y por alguna razón sentía satisfacción de verlo pasar por una mala situación.

—Debemos actuar con precaución, no sabemos que quieren con Tesile. La misión es ayudar a los rastreadores así que tenemos que actuar, pero estamos en medio de una guerra por la posesión del castillo del reino. Si esos hombres están aquí debemos llamar al maestro Kenji, no podemos actuar antes de que llegue. —Yukami volteó a ver a Xotzal que parecía inquieto. — pensemos en todas las posibilidades, sé que ayudar a Tesile es prioridad, pero hay que hacer lo correcto.

Xotzal se quedó en silencio y asintió, Eris no quería verlo de esa forma, sabía que le afectaba saber que la que fue su amiga estaba en peligro, pero le molestaba que ella ocupara sus pensamientos cuando ella no le daba importancia a la seguridad de Xotzal, Eris quiso tocar el hombro de Xotzal para mostrarle que estaba con él, pero como siempre se apartó rechazando el contacto con ella.

—Yukami, podemos aprovechar la guerra por la posesión del castillo para encontrar a Tesile. Pude sentir su energía allí. Además, si esos hombres están aquí, estos caballeros no tendrán oportunidad de acercarse.

Yukami se quedó pensando en las palabras de Xotzal, tenía razón en lo que decía. Si un daimon tenía complicaciones para enfrentarlo, los habitantes del mundo secular tendrían nulas posibilidades. Algo no terminaba de agradarle en toda la situación. Yukami vio de reojo a Haiyuu que volvía a sentarse en la camilla. Él, Yukami y Xotzal voltearon a ver la entrada de la tienda. Eris giró la cabeza para ver que observaban sus compañeros.

Unos segundos después ingresaron tres caballeros, uno de ellos llevaba una armadura de plata, algo sucia y desgastada con la insignia dorada del reino en el pecho. Ellos dedujeron que se trataba del líder de los caballeros, sus ojos negros los veían con molestia y altanería. Su cabello marrón estaba algo desaliñado, el cansancio en el rostro evidenciaba los días que tenía sin descansar bien. Al verlo les hizo una reverencia de cortesía y extendió su mano para presentarse. Yukami le vio la mano y luego lo vio a él de reojo rechazando el saludo, este al darse cuenta bajo la mano.

El legado de Satoga: La maldición del ReinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora