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No he sido capaz de salir de la habitación de NamJoon y aunque su departamento esté lleno de su aroma sé que no está aquí, así que llevo un buen rato en el baño que está dentro de esta, mirando las pequeñas y leves marcas rojas que están en mi cuello y clavículas.

Observo atentamente mi reflejo en el espejo, intentando no perder ningún detalle de mi rostro y parte de mi cuerpo.
Mis dedos se deslizan sobre mi piel, tratando de revivir sus caricias y sus besos. Me siento como un pervertido, pero quiero creer que son sólo los efectos posteriores del celo. La sensación de estar acalorado y el dolor punzante han desaparecido, pero mi piel sigue un poco sensible. Inclino levemente la cabeza, buscando acostumbrarme a esto.

Debes admitir que te gustan.

Mis ojos bajan de nuevo a las marcas en mi cuello, el Omega tiene razón. Estas pequeñas manchas rojas me hacen feliz por alguna razón y eso sólo me hace caer otra vez en aquellos recuerdos tan presentes y difusos al mismo tiempo, pero el tono de mi celular resuena por todo el lugar haciéndome sobresaltar del susto, obligándome a salir de mi ensoñación de la noche anterior.

Camino de regreso a la habitación y el nombre de TaeHyung parpadea con recriminación en la pantalla.

—¿Bueno?

¿¡Eso es todo lo que tienes que decir!? ¿¡Sabes lo preocupado que estaba!?—grita con desesperación—. ¡Estuve llamando por horas!

Siento la culpabilidad carcomerme en cuanto veo de nuevo la pantalla sólo para fijarme en la hora.

—¡Lo siento!

Eran casi las diez de la mañana, tenía al menos veinte llamadas y poco más de cincuenta mensajes de TaeHyung.

Escucho un suspiro al otro lado de la línea.

¿En dónde estás? —su tono es más calmado—. Gracias por dignarte a contestar, ahora sé que no estás muerto.

—Ya te dije que lo siento, en serio estoy bien—me dejo caer en la cama y trato de darle una explicación—. Yo... me quedé en casa de NamJoon.

Un silencio raro y bastante prolongado se forma. Mi frente se arruga y reviso si la llamada se ha cortado, pero él sigue ahí.

—¿Hola? —digo asustado—. ¿TaeHyung?

—¿Eso significa que ya no eres virgen? —él me interrumpe con una voz neutra.

La razón por la que ahora estoy callado y con la cara roja es porque me han descubierto, no se supone que se enteraría de esta forma.

Ni siquiera planeaba decírselo.

—¿Eso es un sí? —pregunta de nuevo.

Pero no me permito contestar.

—JungKook—dice firme—, sólo di sí o no.

—Sí.

Su silencio dura unos cuantos segundos y después alejo el teléfono de mi oído a causa de su arranque de alegría.

—¡Oh por dios, JungKook! —grita con tal emoción que es incluso abrumadora—. ¡Estoy tan orgulloso!

Que rápido se le pasó el enojo.

—Por favor, no te enorgullezcas de eso.

—¿Y cómo fue? —dice, ignorando por completo lo que dije—. ¿Fue bueno? ¿Te gustó? ¿Te dolió?

—¡No voy a decirte eso!

—¡Ay, no seas así! —grita como niño haciendo una pataleta—. ¡Soy tu mejor amigo, y yo te cuento sobre mis cosas también!

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