07

3.1K 550 26
                                    

La música jazz se escucha de fondo aún cuando las personas en el restaurante hablan y el ruido de los cubiertos chocan con los platos. TaeHyung engulle con gusto la carne y los otros platillos que pidió.

Y yo... yo sólo he estado masticando el mismo bocado de arroz desde hace un par de minutos, cuando NamJoon dejó nuestro pedido con una sonrisa y se alejó de nuevo para atender a otros clientes. Él me pone ansioso y lo que dijo Tae no ayuda en lo más mínimo.

—¿Qué pasa?—aún tiene comida en la boca—. Pareces... distraído.

—No sé... me siento raro, y tengo algo que contarte—confieso rápidamente con un suspiro. Mi compañero mastica con lentitud y parece estar procesando la información—, mi Omega está despertando. 

Toma un poco del vino que pidió y aclara su garganta—. Espera, si mis clases de ciencias naturales no me fallan, despertar es sinónimo de...—sus ojos se abren espantado y bastante sorprendido.

—Llegar a la madurez, sí.

Él se acerca más para que sólo yo pueda escucharlo, aunque dudo que alguien más quiera saber lo que pasa entre un Beta y un Omega en la mesa que está junto a los baños—. No me digas que empezarás con problemas hormonales.

—¿De qué hablas?—empiezo a susurrar yo también.

—Ya sabes...—empieza a mover las cejas de abajo hacia arriba y sonríe.

Bien, ahora soy yo el que calla para procesar información—. Tae, eso es asqueroso.

Se deja caer en el respaldo de su silla para burlarse de mi ceño fruncido. No lo puedo evitar yo tampoco y nuestras risas terminan por aligerar el ambiente antes taciturno; me alegra saber que tengo a alguien como Kim TaeHyung para ver un poco de luz en toda esta situación.

Cuando estoy deprimido él se encarga de animarme, cuando bebo más de la cuenta cuida de mí, cuando no quiero llamar a mi madre él me obliga a hacerlo aún cuando eso significa que tenga que escuchar como discuto con ella por mil y un razones por las que debo regresar a Busan. 

—Eso es una buena noticia—su tono es animado—, te dije que las cosas mejorarían tarde o temprano.

Claro, tarde o temprano.

Mi Omega ha tardado doce años en dar la cara, y, hasta ahora, me sigo sintiendo el mismo JungKook de hace dos semanas. Es como si estuviera por un rato para desvanecerse de nuevo, pero sólo sucede cuando...

—¿No crees que deberías decirle a tu mamá?—la voz de TaeHyung se escucha distorsionada gracias a la cucharada de arroz que se metió de un bocado.

—¿Cómo para qué?—mis hombros se encogen por costumbre—. Se pondrá a chillar al otro lado y luego no me querrá soltar.

Sé que mis discusiones infantiles con mi madre le causan gracia porque puedo ver su sonrisita burlesca. Tae sabe la mayor parte de mi historial en Busan... y también cree que soy un exagerado.

—Sólo piénsalo, ha de estar preocupada porque no la has llamado desde hace un mes—el compresivo Kim TaeHyung.

Está bien, quizás él tenga la razón esta vez y la mayor parte del tiempo cuando no quiero saber nada de los señores Jeon. Kim sonríe de nuevo al ver mi rostro resignado; ahora sabe que, en cuanto lleguemos al departamento, tendré que marcarle a mamá y tardar al menos hora y media hablando con ella.

El ringtone del teléfono de mi amigo interrumpe y se limpia con la servilleta—. Es del trabajo—dice, la arruga en su frente lo hace ver confundido—, ya regreso—se levanta rápidamente y sé que irá a contestar afuera del restaurante.

Error 404 Not FoundDonde viven las historias. Descúbrelo ahora