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Narra NamJoon

Lo que quiero decir es que me sigues gustando aún si eres Omega.

Sus ojos redondos y enormes me miran sorprendidos, hasta parece que quiere salir corriendo. Tal vez me apresuré demasiado o quizás no fue el momento adecuado para decirlo... o puede ser que no lo dije de la forma correcta.

Necesito ayuda.

Quizás esté pensado en lo ridículo que sueno, su naturaleza no le permite interesarse en un Beta o que yo siendo uno, esté interesado en él.

—No tienes que responder ahora—bajo la voz decepcionado conmigo mismo—, ni tampoco sentirte presionado por ello.

JungKook niega rápidamente. Él intenta decir algo, pero un par de golpecitos en la ventana nos interrumpe. JungKook suspira y baja el vidrio polarizado, de inmediato sus ojos muestran sorpresa y preocupación al darse cuenta de quién se trata.

—¡Mamá!—exclama sobresaltado, él rápidamente se baja del auto—. ¿Por qué estás aquí?

Sólo alcanzo a escuchar unos cuantos murmuros, y a juzgar por el rostro de la señora Jeon, ella sólo vino para asegurarse de que su hijo esté sano y salvo, pero conforme los segundos pasan empiezo a inquietarme y prefiero salir antes de que mi pobre JungKook siga siendo atormentado por los regaños de su sobreprotectora madre.

—Ya te dije que estoy bien—escucho el rezongar del bonito pelirrojo.

—TaeHyung me llamó preocupado contando lo que sucedió, ¿qué te hizo pensar que no vendría para acá?—ella detiene sus reclamos cuando aparezco justo al lado de su hijo—. ¡NamJoon!

—Buenas noches, señora Jeon.

Ella parece recapacitar y suspira profundamente—. Es bueno que estuvieras ahí para ayudar a JungKook, te lo agradezco.

—No hay por qué agradecer...—niego un par de veces—. En realidad, haría cualquier cosa por él.

Hay una parte de mí que dice que debo cerrar la boca y dejar de decir locuras, pero está esta otra que me incita a decir este tipo de cosas. Es casi instintivo. Veo a JungKook bajar la mirada y su madre sonríe.

—Entremos, no quiero que mi pobre hijo pesque un resfriado.

—Mamá—susurra entre queja y vergüenza.

Es demasiado lindo.

Retrocedo un par de pasos—. Entonces, me despido aquí.

—¿Adónde crees que vas tan pronto?—ella me detiene justo antes de que me dé la vuelta—. Entra con nosotros por un poco de té, también debes estar cansado.

Mi mirada busca a JungKook esperando su aprobación, no quiero hacerlo sentir incómodo. Lo miro por un rato hasta que sus ojos por fin me ven, el pequeño destello que había esperado aparece y amablemente acepto la invitación.

Contemplo a JungKook mientras se pasea por la cocina de un lado a otro, su mamá lo sigue como si de una sombra se tratara; de vez en cuando hablan en voz baja. Estoy casi seguro que a JungKook no le hacen falta ganas de regresar a su madre a casa.

Él dijo que había escapado de Busan por culpa de sus padres, realmente parece ser hostigado por palabras que no alcanzo a escuchar.

Él tiene esa expresión, la misma que pongo cuando mi padre insiste en que debo poner orden en mi vida.

—Aquí tienes—la voz del pelirrojo me regresa a la realidad. Frente a mí hay una humeante taza blanca, astillada en algunas partes.

—Gracias—él se sienta adelante con un rostro cansado. Echo un vistazo hacia los lados—. ¿Y tu madre?

—En el balcón, habla por teléfono—susurra quedito.

Él sigue tímido.

Cabizbajo suspira, juega con sus manos sin recordar que tiene una pequeña herida por culpa de una aguja. Sus mejillas regresaron a su tono natural; parece el joven normal y carismático que conocí en la noche de compromiso de Seokjin.

Oh, recuerdo los detalles de ese día perfectamente.

Había discutido con mis padres. No quería arruinar una noche especial para SeokJin y YoonGi por culpa de mi mal humor, entonces decidí ir sólo por un rato y saludar.

Pero YooHyeon estaba demasiado ocupada ayudando a Jin que no tuvo mejor idea que dejarme a un par de niños revoltosos para cuidarlos por mientras, fue divertido... fue divertido hasta que Suni y Chan se aburrieron de jugar en el celular y prefirieron molestarme con preguntas incómodas; después de eso sólo querían regresar con su madre y dejar en el olvido a su tío aburrido.

Y fue entonces cuando JungKook apareció.

Una pequeña sonrisa tímida, ojos enormes brillando de curiosidad y un encantador color de cabello.

Estaba sorprendido por el golpe de interés que tuve en ese instante sobre él, es decir, jamás alguien se había robado tanto mi atención como para sentirme consternado.

—No hagas eso—lo detengo justo antes de que se hiciera daño en el dorso de la mano.

Deslizo la astillada taza hasta él—. Es mejor que tú lo bebas, te relajará.

Mi mano acaricia suavemente sus cabellos rojizos y una pequeña sonrisa se forma en mis labios. El descortés impulso de mis acciones no parecen molestarlo.

Aún no entiendo del todo lo que le sucede; lo miro con preocupación, y antes de que siquiera preguntara sobre ello, su madre aparece de nuevo en la cocina con una arruga en la frente.

—Necesito regresar—dice acercándose a nosotros. Ella suspira y ve profundamente al Omega—. Prométeme que estarás bien.

JungKook relaja el rostro y le regala una sonrisa suave a su madre—. Estaré bien, mamá.

La señora Jeon sostiene su mirada y aprieta los labios, ella se voltea un instante hacia a mí—. ¿Puedo hablar contigo?

Camina elegantemente hasta la puerta, veo al pequeño Omega  que parece inquieto antes de seguirla, estoy casi seguro de que está a punto de lanzar algunas palabras de no ser por el largo respiro que toma—. Tú... estás interesado en JungKook—ella no lo pregunta, su voz es tan firme como da por sentado una verdad. 

—Lo estoy.

—Pero tú no eres-

—Un Alfa.

—¿Sabes que es un Omega, cierto?—asiento—. Y aún así estás aquí.

Entiendo. Una madre preocupada haría cualquier cosa por su hijo, sin embargo, ella parece demasiado insistente con el tema. Sé que un Beta no puede sentirse atraído por un Omega, sé que no puedo darle lo mismo que un Alfa y tampoco actuar como uno, pero quiero estar con él.

De todos modos...

—Me iré, a menos que él no me quiera cerca.

Ella suelta aire por la boca, como si lo hubiera estado guardando por mucho tiempo, incluso parece más tranquila después de mi condición con salvedad.

—Sólo cuídalo—ella se da la vuelta y se retira sin decir algo más.

Regreso rápidamente y encuentro a JungKook pegado a la puerta; sus hermosos ojos se abren con nerviosismo y sus mejillas sonrosadas hacen aparición.

—JungKook, ¿qué estás haciendo?—cierro la puerta detrás de mí y espero a que el nervioso Omega responda.

—Yo, sólo estaba preocupado—él baja la mirada.

—Todo está bien—lo tranquilizo. Me acerco hasta él y deslizo mi mano por su cabeza—, no te preocupes.

—Escuché lo que dijiste.

Mis movimientos se detienen abruptamente y mi mano cae a un costado. El miedo está preparado para recorrer mis venas.

—Quiero...

—¿Quieres que me vaya?

—¡No! ¡Quiero que te quedes!

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