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El sonido de la máquina del aire acondicionado retumba en la clínica haciendo que mis oídos se incomoden. Todo el lugar huele a fármacos.

Hago una mueca. Las luces blancas parpadean frente a mis ojos—. ¿Ya terminarás?—pregunto desesperado—. No entiendo por qué debo recostarme en la camilla para que me examines.

HoSeok sólo sonríe. Sus guantes de látex en sus manos y la bata blanca que le llega a las rodillas me perturban; la mancha de café me distrae.

—Sólo estoy tomando tu presión.

El tensiómetro se envuelve alrededor de mi brazo provocando la sensación de estrangulamiento. El doctor se quita el estetoscopio y guarda sus instrumentos, su ceño fruncido me alerta—. JungKookie, ¿hay algo que te moleste? Tu presión arterial está algo alta a diferencia de la última vez.

Saca rápidamente esa lámpara molesta que usa para diagnosticar los ojos y me examina—. Tus pupilas están un poco dilatadas.

Alejo su brazo y me reincorporo—. Sólo me he sentido extraño emocionalmente—mis hombros se encogen—. A veces triste y otras decepcionado.

Tengo miedo, a pesar de la tranquilidad que me invade al saber que mi lado Omega esté despertando. Siempre anduve entre dos bandos, algunas veces lamentándome por la situación y otras tratando de ignorarla. Hasta que decidí dejar de venir y me tomé unas vacaciones de la clínica. 

El Beta se aleja de mí y empieza a deshacerse de los guantes—. Tus hormonas están revelándose, o algo así.

Se dirige al pequeño lavamanos que tiene en la esquina de la habitación y se las seca inmediatamente—. No sé explicarlo muy bien, pero es como si llegaras a la madurez por segunda vez.

Salto de la camilla y regreso frente a su escritorio. Ambos tomamos asiento y el silencio inunda de nuevo. Pasar otra vez por la adolescencia no es algo que suene de maravilla, si bien estoy consciente que mi crecimiento no fue el de un "Omega normal", los síntomas del primer celo estuvieron ahí.

—La primera vez no fue como esta—trato de darle otra perspectiva, aunque es ridículo porque ni siquiera soy el experto aquí.

—Escucha, JungKookie... son los síntomas de un precelo primerizo, estoy seguro que no tienes ni idea de lo que hablo porque a ti no te ocurrió—se detiene, pero las dudas en mi rostro continuaron su explicación—. Eso pasó porque tu cuerpo no trabajó como un Omega común, pero ahora puede que la presencia de esa persona que conociste esté despertándote...

El volumen de su voz desciende. Se ve más confudido que yo y a estas alturas no sé si eso sea bueno o malo. Muerde su pulgar y sé que está pensándolo seriamente, tratando de darme una mejor explicación y con ello llegar a una respuesta—. ¿Cómo estamos con tu celo?

—Bien—me vuelvo a encoger, él se cruza de brazos—. En realidad no tan bien. Debió detenerse hoy, pero el malestar aún sigue.

—¿No te sientes afectado por ello?

Mi entrecejo se arruga—. ¿De qué hablas? ¿Afectar cómo?

—Bueno...—rasca su cabeza nervioso—. Tu apetito sexual. Los Omegas se sienten un poco inquietos y ansiosos, pero tú siempre te ves relajado.

—Estoy bien, sólo está durando más de lo debido.

Puede que otros sean más hambrientos y que por culpa de ello incluso tengan que faltar al trabajo, pero estoy agradecido con que ese no sea mi caso; siempre ha sido fácil calmarme y los supresores que tanto odio alivian mi necesidad al menos hasta que me encuentre solo y pueda consolarme.

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