—Buenos días—la voz cantarina y animada de Tae se escucha por todo el apartamento.
Su sonrisa cuadrada y el aura fresca que emana hoy sólo son signos de que había pasado una excelente noche. No quiero creer que lo que pienso es real, así que sólo le sonrío mientras seco mis manos con el trapo —que anteriormente era una camisa vieja a cuadros de TaeHyung— y le llevo el plato de comida hasta la mesa.
—Vaya—exclama con sorpresa—, nos has preparado el desayuno, no sabía que cocinabas—engulle un poco y me mira curioso.
—¿Algo nuevo? Estás muy callado esta mañana.
Niego un par de veces y doy un pequeño sorbo a mi taza de café—. No, todo está bien.
Sus ojos abiertos de par en par me ven recelosos limitándose a comer. Por el tiempo en que hemos vivido juntos sabe que no suelo preparar el desayuno, porque realmente no lo tenemos muy a menudo; a veces compartir una taza de café es suficiente, y si surge la ocasión es él quien lo prepara. Cuando empecé mi nueva vida aquí era demasiado tímido incluso como para comer con él, constantemente evitaba su presencia y pretendía estar ocupado con los auriculares puestos, aún si no tenía ninguna canción reproduciéndose.
—Oye, Tae—llamo su atención—. ¿Cómo te fue con el trabajo? Llegaste de madrugada, así que no pude quedarme despierto.
Se atraganta con el jugo de naranja y seca sus labios con el dorso de su mano—. Yo...—él abre la boca un momento y la cierra de inmediato, sus ojos se mueven de un lado a otro como si estuviera buscando alguna salida de emergencia y suspira dándose cuenta de por qué tanta amabilidad de mi parte por la mañana.
—Eres cruel, Kook. Tu mamá estaba preocupada, así que sólo la ayudé un poquito—se defiende con un puchero en los labios.
—Me habría dado cuenta de todos modos—suelto una pequeña risa—. Si me hubiese tardado un poco más en bajar del auto de NamJoon, me habría pillado para hacer un show frente al edificio.
Su mueca de culpabilidad desaparece por completo y una sonrisa traviesa la reemplaza—. ¿Estás diciendo que él te vino a dejar?
Me cruzo de brazos—. Tae, amigo, no intentes cambiar de tema.
Él bufa y la sonrisa de burla surca por sus labios—. ¡Vamos, JungKookie! Eres tú quien debe de dejar de ignorar todo esto—se reincorpora y pasa sus manos por el cabello dándole un aspecto más ordenado—. Esta es tu oportunidad para que dejes de pensar que eres defectuoso—me sonríe orgulloso y se apresura a tomar su par de llaves para salir corriendo lo más pronto posible.
Respiro hondo al escuchar la puerta cerrarse. TaeHyung tiene razón, me siento como el más defectuoso de los Omegas; lo que logré normalizar con el paso del tiempo. Alguien como yo, tan inexperto en el campo del amor. Que no sabe nada sobre atender una pareja y que por mucho que mi corazón palpite deseando esa sensación de calidez no lucha por salir de la zona de confort. Había pasado mucho tiempo pensando en todo esto y ahora que por fin he logrado contrarrestarlo, el Omega que tanto se había escondido anhela estar con alguien que no sea la oscuridad de mi alma y la soledad que la acompaña.
—Tonto—susurro a la inexistente presencia de mi compañero—, olvidaste tu horrible suéter azul.
Como es usual en cualquier día de trabajo, o al menos para nosostros, los clientes entran y salen de la tienda con varias bolsas en sus manos; especialmente hoy cuando SeokJin ha colocado un par de vestidos nuevos en los escaparates. Veo a mis compañeros de trabajo correr de un lado a otro, persiguiendo a los compradores con rostros de fatiga.
—Aquí tiene su factura—sonrío amablemente y la señora frente a mí la toma sin siquiera darme una mirada de agradecimiento. Se aleja del mostrador y al darme cuenta que era la última en atender suspiro aliviado, mantener una sonrisa de oreja a oreja sólo por estas personas está siendo agobiante cada vez más.
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FanfictionJeon JungKook es un atractivo Omega de cabellos rojos; simpático, hábil e infantil empleado de una tienda departamental. A sus dulces 26 no está enlazado, es sano y pretende seguir así hasta el día de su muerte. ¡Pero sus amigos insisten en que no...