─ Necesito la cirugía. ─ Fue lo primero que dejé salir al entrar de golpe a la oficina del doctor.
─ Narumi, no puedes hablar.
Pero las ansias eran más grandes que las ganas de seguir ordenes. Mi garganta ya no dolía, sin más la incomodidad estaba presente en mi voz saliendo como un susurro forzado.
─ Me estoy volviendo loca. Toda esta situación me está volviendo loca. ─ Cerré con un fuerte portazo detrás de mi espalda. Mis manos fueron directamente a tapar mis labios al darme cuenta del gran ruido que estaba haciendo. ─ Ya está subiendo por aquí. ─ Señalé mi cabeza, con los ojos bien abiertos. Si tuviera un espejo en frente, observando la bata de hospital por debajo de mis rodillas, mi cabello fuera de su lugar, mis grandes ojeras y mis ojos perdiendo su color claro por un tono rojizo, me encerraría en mi habitación bajo supervisión por voluntad propia.
─ Hemos hablado de eso, Narumi, no es una operación fácil y practicada por todos. Necesitamos primero la aprobación de los expertos y no es una sencilla decisión de tomar.
─ Y si siguen esperando no pasaré el examen psicológico. ¿Realmente me veo con ganas de terminar como la señora Tamashi? ─ Puse una mano en mi pecho mientras me sentaba en el asiento frente a su escritorio, con una expresión de poco comprendida. Vi al doctor levantando ambas cejas, haciéndome en ese momento dar cuenta de lo que había dicho. ─ Lo siento.
Mi espalda llegó al respaldo del asiento y puse los mechones sueltos de mi cabello detrás de mis orejas para que no obstruyan mi rostro. Cada vez más me estaba sintiendo más y más sola pese a estar rodeada de gente en todo momento, pero el secreto era lo que me estaba consumiendo y no sólo físicamente. No me gustaba seguir con esos pensamientos inoportunos, no me gusta guardarle rencor a la gente, no me gusta generar más sentimientos los cuales su control estuviera fuera de mis manos. Tenía miedo de lastimar a la señorita Akio, no quería seguir engañando a Aizawa, no quería que siga doliendo.
─ ¿Qué es lo que te preocupa realmente, Narumi? ─ Levanté la mirada hacia el doctor, quien se recargó sobre su escritorio y entrelazó sus manos para prestarme más atención. ─ Sé que hay algo más.
─ Usted sabe que tengo los días contados. ─ Murmuré luego de un largo silencio. Decirle la verdad estaba en la punta de mi lengua, y no era que no quería que él supiera, era mi médico, sabía que podía confiar, pero no estaba lista, no aún. ─ Y yo soy la que los cuenta. Ya tuve la primera operación. ─ Señalé la gran cicatriz resaltando en mi garganta, despegando mi espalda del asiento. ─ No quiero ir por la segunda, entrar a la academia de Endeavor no fue fácil, tuve que esforzarme mucho para complacerlo, puso muchas expectativas sobre mí y no quiero perder mi lugar, quiero seguir practicando mi quirk, quiero graduarme, quiero irme; no tengo tiempo para pensar en cuántas veces me quiero casar o cuántos hijos quiero tener. Quiero enfocarme en mi futuro. ─ Dije lo último en un susurro desesperado. ─ Y estoy aquí. ─ Dejé caer mis manos sobre mis mulso, provocando un ruido seco, levantándome del asiento y sin guía caminando por la no tan grande oficina. ─ Con una flor en el pecho porque me enamoré. ─ Dejé escapar una risa sarcástica, conteniendo las lagrimas en mis ojos mordiendo con fuerza mi labio inferior. ─ Sólo... ─ Negué con la cabeza, volviendo a acomodar mi cabello. ─ Sólo quiero que deje de doler. Iré al cuarto. ─ Levanté una mano en forma de saludo y la otra libre tocó la manecilla de la puerta.
Pero de golpe una presión en mi pecho me hizo tomar, con mucho esfuerzo, una gran inhalación. Sentí de un segundo a otro mucha presión en el ambiente, como una caía en picada sobre una montaña rusa. Pero no me sentía mal, no me sentía mareada, no era un síntoma. Volví a levantar la mirada, pero las paredes blancas con placas firmadas no eran lo que me estaban rodeando; al contrario, era todo negro. Como si estuviera dentro de una habitación sin salida ni entrada. No había ruido, estaba todo en silencio. ¿Activé mi quirk sin querer? Traté de enfocarme otra vez en la oficina pero al cabo de unos segundo nada pasó, así que descarté esa idea. El doctor no tenía quirk alguno, tampoco él fue.
─ ¡Aquí! ─ Giré la cabeza con brusquedad al escuchar esa voz. Era de una mujer. No recordaba haberla escuchado antes. ─ ¡Aquí!
─ ¿Aquí? ─ Por más que mirase a mi alrededor, no había nada, era todo oscuro. Comencé a caminar hacia quién sabe qué dirección, tratando de seguir la voz desesperada por ser encontrada.
─ ¡Estoy aquí! ─ Mis pasos se volvieron cada vez más rápidos después de escucharla más cerca, estaba yendo por el camino correcto. ─ ¡No puedo salir!
─ ¿En dónde estás? ─ Pregunté a la nada misma. Seguí y seguí corriendo, sin mucho que ver más que oscuridad hacia delante.
─ ¡No me deja salir! ¡Está por venir, ven rápido!
Pero antes de que siquiera pudiera llegar a algún lugar, un grito desgarrador me hizo detener de repente. Lo único que ahora se escuchaba era mi respiración agitada. No quería hablar, ahora sabía que no estaba sola y lo que sea que esté por ahí bueno no era. Comencé a retroceder despacio, mirando hacia todos lados, preparada por si ese algo atacaba sin aviso. Intentaba transportarme en otro lugar, el hospital, un parque, un bosque, la UA, pero era como si mi quirk no funcionara en ese lugar, como si hubiera una especie de bloqueo.
─ ¡Despierta! ─ Solté un agudo grito cuando la luz volvió a aparecer. Lo primero que vi fue a Monoma sosteniendo con fuerza mis brazos y la preocupación pintada en su rostro. El doctor estaba a su lado y detrás de él el profesor Aizawa junto a Mic. ─ Narumi. ─ Volvió a llamar el rubio para que me contentara en él. ─ ¿Qué pasó? Entrase en shock, no te movías.
─ Está por venir. ─ Repetí lo último que escuché de aquella mujer.
─ ¿Qué? ─ Frunció el ceño, soltando mis brazos. ─ ¿Quién?
─ Ven rápido... ─ Era como si de alguna manera estuviera analizando lo que había escuchado, tratando de conectar cables que no sabía de dónde provenían. ─ Está por venir. ─ Dije más segura.
Akio.
Mis pasos de impulsaron con rapidez hacia el área de las habitaciones. No podía detenerme por más que las voces a mis espaldas lo pidieran a gritos mientras intentaban alcanzarme. Giré al ver el cartel de 'terapia intensiva' colgando en una esquina con una flecha y al encontrar la habitación con el numero que estaba buscando, abrí la puerta de golpe.
─ No... ─ Susurró agitado Monoma, quien llegó primero antes que los demás.
La camilla estaba con las sabanas blancas desordenadas, los cables que estaban conectados a su brazo regados en el suelo y la máquina que mostraba sus latidos emitía un fino sonido.
Ya no estaba.
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N/A: Se demoró, pero aquí la actualización. Necesitaba un pequeño impulso y un gran golpe de inspiración hasta que por fin llegó el desenlace de la historia. De ahora en adelante, no prometo que hayan actualizaciones rápidas pero por lo menos ya sé por qué camino guiar la historia.
Sé que tal vez no es del agrado de todos este capitulo, pero prometo que será mejor más adelante. Como siempre, muchas gracias por la espera y muchisisisisisisisisisimas gracias por el apoyo en esta historia.
Hasta la próxima¡!
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𝙷𝚊𝚗𝚊𝚑𝚊𝚔𝚒 // Aizawa S. X Lectora
Fanfiction'Enfermedad de Hanahaki' (Hanahaki desease); Es una enfermedad, no muy común, en donde la victima de un amor no correspondido comienza a toser y vomitar pétalos y flores de una planta que crece en sus pulmones, ésta eventualmente se hace más grande...