21. En mis sueños

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Había veces en donde el tiempo no podía formar parte de los planes, esas veces en donde los segundos no podían ser meditados, donde no sobraban; y era ahí donde el impulso hacía su gran aparición y te ayudaba a elegir entre hacer algo bien o mal sin la desgracia de cargar con el tic tac del minutero retumbando dentro de tu cabeza haciéndote saber que era ahora o nunca.

─ ¿Tengo que volver a repetir la pregunta? 

Pero el impulso tampoco contaba con tiempo para saber si lo que eligió era lo correcto o una decisión de la cual me iba a arrepentir en algún momento.

─ ¿Dónde está? ─ Repetí perdiendo la poca paciencia que me quedaba. Su espalda chocó contra el paredón de ladrillo cuando ya no tuvo más lugar para retroceder. Mis ojos desde la altura recorrieron el fino camino que la gota de sudor de su frente dejó, la cual cayó sobre sus manos temblando contra su pecho. En los orbes del contrario, los cuales fijamente estaban clavados en mí logré ver mis pintas reflejadas, la escamosa piel de mi rostro, los ojos rojos y los filosos dientes por donde pasé la fina lengua de reptil, mirándolo con falso deseo.

─ ¡N-no tengo permitido decirlo! ─ Exclamó tartamudo, encogiéndose más en su lugar.

Mi pecho se oprimió, causando que cierre los ojos por unos segundos. Era la señal que mi cuerpo daba en aviso de que ya tenía que dejar esa forma y darle descanso a mi quirk. Era la primera vez en mucho tiempo que lo usaba libremente, aunque destacaba que eran un buen récord de tres minutos.

─ Otro fenómeno a la lista que valora cosas que no lo valoran. ─ Negué con la cabeza lentamente, pretendiendo mostrar decepción antes de levantar una garra, haciendo brillar por el reflejo de los faroles las largas uñas blancas. Pero antes de que siquiera pudiera rozar su rosa piel, tapó su rostro con sus gruesas manos, exclamando su derrota entre lágrimas.

─ Debajo de la segunda avenida. ─ Murmuró por lo bajo cual pecado. ─ En la quinta entrada. Pero sea precavido, sus secuaces vigilan la zona mucho antes. Aunque no le aseguro que sigan en el mismo lugar, los estuvieron buscando activamente luego del incidente.

Y poco me importó escuchar lo que decía, en cuestión de segundos ya me encontraba con la espalda recostada sobre otro paredón, respirando profundamente para aliviar el dolor agudo en mi pecho. Agradecí que el pobre haya salido corriendo a toda velocidad cuando comencé a contar en voz alta para que desapareciera de mi vista, de lo contrario no hubiera durado tanto tiempo luciendo de esa manera frente a sus ojos. Del bolsillo de mi sudadera saqué una pequeña capsula la cual poco problema me hice en tragarla sin agua. Procuré, si iba a elegir ese peligroso camino, que al menos iba a tratar de cuidarme lo más que podía para que no todo sea en vano y termine inconsciente entre esas peligrosas calles donde las únicas formas de autoridad que entraban y salían eran aquellas bajo corrupción buscando cosas para propio beneficio que bajo el prejuicio y la ley del pueblo en plena luz del día no conseguirían. Aunque de ser sincera, no me sorprendía. 

Bajo la tenue luz de las calles no se hacía placentero caminar entre ellas, me sentía observada hasta por las misma paredes y demasiado expuesta pese a tener una sudadera que cubría no sólo hasta por encima de mis rodillas, sino también la capucha a gran tamaño que hasta se me dificultaba ver el camino, y no sólo eso, sino también el oscuro barbijo que logré conseguir entre algunos cajones del hospital cuando me escabullí para guardarme una gran cantidad de medicamentos. No tenía ni la más mínima idea de dónde estaba, pero tampoco iba a arriesgar mi teléfono en esas circunstancias, así que sólo decidí guiarme por los carteles con los nombres de las calles y mi esfuerzo por memorizar el mapa general de la zona antes de salir, hasta que por fin me encontré sobre la primer avenida. Era tan ilógico pensar que fue tan fácil ubicarlos y sin embargo siguen en supuesta fuga. Nunca me puse a pensar en cuánto dinero puede llegar a haber de por medio hasta ese mismo momento, aunque podía jugar en contra el hecho de que si alguien con la etiqueta de héroe entraba en esa zona con intenciones de capturar, se desataría una gran batalla que definiría el futuro de la ciudad. En cambio, la inseguridad que sentía no era tanta, y sólo por el simple hecho de que a esas altas horas de la noche, el peligro que asechaba en ese lugar se encontraba causando problemas en la ciudad.

𝙷𝚊𝚗𝚊𝚑𝚊𝚔𝚒 // Aizawa S. X LectoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora