28. Despierta

522 53 9
                                    

─ Puedes sacar una foto, dura más. ─ Presioné los dientes, tratando de no hacer obvio el hecho de que el frío de la noche me estaba abrazando sobre mi ropa de verano.

─ Es interesante estar tan cerca y que no puedas hacer nada contra mí. ─ Su voz ronca me hacía saber que no hace mucho se había despertado, pero lo suficiente para que su mirada comenzara a hacer huecos en mi nuca de haber estado largos minutos observando.

─ Nada quita el hecho de que una vez esto termine te atraparé. Estoy aquí por conveniencia, no te confundas. ─ El lugar desde la terraza se veía demasiado tranquilo, apenas se detectaba algo de movimiento, las luces eran tenues tratando de alumbrar algo en sus calles. Había olvidado lo pacífico y solitario que se sentía el entorno pasada la media noche.

─ Nada quita el hecho de que yo puedo hacerlo antes. ─ Su voz se escuchaba como si ahora lo tuviera junto a mí y terminé de confirmarlo al darme media vuelta. 

─ ¿Realmente piensas que te tengo miedo, Tomura? ─ Mi expresión era seria, sin emoción alguna al tenerlo tan cerca. Mi mano en un movimiento rápido tomó su muñeca para acercarla hacia mí, pero antes de siquiera sus dedos lograran tocar mi mejilla, se alejó de un tirón, mirándome como si la persona menos cuerda en ese momento fuera yo. ─ Apenas tengo fuerza para subir unas escaleras, si hubieras querido hacerme algo ya lo hubieras hecho. 

─ Debería ser en un enfrentamiento justo, no tiene sentido hacerlo contigo en este estado.

─ Eres un asesino. ─ No parecía ofendido por llamarlo de esa manera, aunque tampoco orgulloso. ─ Has matado hasta al más inocente, no pretendas ser justo ahora. — Mi hombro chocó contra el suyo al pasar por su lado, pero no permitió que diera más pasos, haciéndome sentir su tacto contra mi antebrazo, con una rápida mirada dándome cuenta que su índice y su meñique evitaban tocarme.

— Aún no me hablas sobre lo que te está pasando.

— ¿Para qué, Tomura? — Reí sin gracia, zafándome de su agarre. Parecía demasiada ridícula esa escena y el hecho de que se muestre apenado me revolvía tanto el estómago que tenía que tragar saliva para que esa sensación me abandonara por un momento. — ¿Para qué contarte mis problemas? ¿Para despertar y que hayas desaparecido de nuevo?

— Han pasado años. — Cerró sus ojos, como si estuviera cansado de hablar de eso, aunque contaría como la primera vez. 

— Y tú elegiste tu camino. — Le recordé. — Tu elegiste destruirte, yo elegí lo que me convenía. Tiempo tuviste para cambiar de opinión y aquí estás. — Dí un paso hacia adelante, quedando lo suficientemente cerca para sentir su agitada respiración. Era demasiado obvio para mí el hecho de que no le gustaba hablarlo, sus ojos ardían con furia cada vez que nos enfrentábamos en sus ataques y yo sacaba de alguna u otra manera el tema segundos antes de dar lo mejor de mí contra él, esperando que sean esas las últimas palabras que escuche cuando finalmente termine con su misera presencia. — Pudriéndote con gente que cree que algún día se apoderarán del mundo. — Me di media vuelta, abrazándome a mí misma, sintiendo mi piel más fría de lo normal, avanzando hacia la salida. — Hazme un favor y deja de pretender que te importo, no te queda en absoluto con tu papel de villano. — Pero apenas toque el pestillo de la puerta de la terraza, un pequeño choque eléctrico me hizo sobresaltar y en un pestañeo noté que ya no estaba de pie junto a la puerta de metal desgastada. 

Me giré de inmediato, parpadeando varias veces, tratando de hacer que las gotas de la repentina lluvia no obstruya tanto mi vista. No lograba reconocer ese lugar, era por lo que parecía entre casas en ruinas, viejas pero aún habitadas. La luz había vuelto, pero no lo suficiente para ver todo con claridad. Pasé una mano por mi rostro, moviendo mi cabello ya empapado inútilmente de mi cara. Era una visión. No era la primera vez que me sumergía tanto en mis pensamientos que terminaba por unos minutos en otro hemisferio. Aún así, no logré entender por qué Shigaraki seguía en su lugar. Él también desprendía confusión, tratando de cubrirse con la capucha de su chaqueta.

𝙷𝚊𝚗𝚊𝚑𝚊𝚔𝚒 // Aizawa S. X LectoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora