Prólogo

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Así debían sentirse las personas que son llevadas a la horca.

Cuando ví mi cuerpo envuelto en esta maraña de tela llamada vestido de novia comprendí lo que sienten los menos afortunados cuando ven el lazo con el que serán ahorcados.

Me encontraba sola en la habitación porque se armó un revuelo hace unos minutos, todos salieron, incluyendo a los que hasta hace una semana llamaba padres.

Me pregunto si esto habría pasado de no haber salido de Korea hace seis años, me pregunto si debí inventar una enfermedad para que no se me presentara ante la nefasta sociedad en la boda de mi primo tercero.

No debí haber ido.

Apenas tengo 17, ¿porque se me debía buscar marido?

Aunque pensándolo bien, era mejor haber encontrado marido en la fiesta y no como lo he hecho.

Cuando el casamiento fue anunciado por todo Inglaterra los vecinos se llenaron de halagos hacia mi familia, comenzaron a llegar los regalos y las visitas, los escuchaba desde mi habitación.

Los golpes que había sufrido aún permanecían en mi cuerpo, se me bañó y limpió, se me curaron las heridas, la sangre que cubría mi cuerpo fue limpia. Pero ¿Quien sanará mi daño emocional?
¿Quien alejará las pesadillas de mi?

¿Quien lo hará si estoy en espera para unir mi vida a ese hombre?

¿Como pueden casarme con mi abusador?

¿Creen si quiera que no atentaré contra mi vida una vez más?

Los gritos se colaban hasta mi puerta, algo verdaderamente grave pasó.

Espero que mueran todos

Quiero verlos morir a todos

Cuando mi sangre bañó la hoja de metal que sostenía, mi puerta fue abierta.

-¿Que crees que estás haciendo Misu?- dijo mi madre arrebatándola de mi mano. ¡Como si le importara!. Ya tiene el oro del silencio.

Tomó telas y limpio mi muñeca, apenas la había rasguñado. -Se demorará un poco, solo espera, la ceremonia se hará pronto- alentaba como si yo quisiera casarme.

Quizás debería incrustarle un cristal en el cuello cuando trate de acercarse a mi.

-Misu, te estoy hablando- la miré.

Una mujer de unos 40 pálida y hermosa, cruel y calculadora, esa fue la mujer que me trajo al mundo y la que tiene una semana impidiendo que me vaya de él, que egoísta es.

Nunca me cuidó, eso lo hacían las doncellas y ahora, luego de lo que hizo ese monstruo con mi cuerpo está a mi lado como si me quisiera.

Pero a mi no me engaña, quiere sacarles más oro, y conmigo muerta no lo hará.

-Misu, él murió- dijo luego de unos minutos en los que mis ojos se encontraron clavados en ella. -Tu prometido se quitó la vida- reí.

Espero que haya sufrido.

Espero que su agonía fuese tal o más que la mía, espero que su alma vague hasta el final de los tiempos.

-Pero no te preocupes pequeña, tu deshonra no quedará impune, su hermano ocupará su lugar.

...

Caminaba al altar, el mismísimo Obispo oficiaría la ceremonia, que ironía.

Mi progenitor me llevaba del brazo hacia mi presión, y a pesar de todo estaba feliz de saber que no respiraré más el mismo aire que ese monstruo.

Como era de esperarse su hermano estaba en el altar esperando por mi, los padres de la escoria que me violó a un lado, su madre con lágrimas en los ojos por la muerte del nefasto y su padre mirando al vacío, que dejen el drama, lo merecía.

-Yo Lee Misu te acepto a ti como compañero de vida, como soporte y ancla a este mundo hasta que la muerte nos separe- decía el obispo en espera de que repitiera, así lo hice.

Debía salir rápido de aquí y terminar lo que se me interrumpió.

La boda como la llamaban los demás, condena más bien para mí, fue efectuada y pasamos al salón donde se me felicitaba.

¿Como se considera un logro ser violada?



...

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