8

4.4K 379 33
                                        


Advertencia +18

—No te ilusiones, no te traje a ver a tu padre.

La decepción se desplegó dentro de mi, apagando cualquier emoción irracional mientras mire la fachada de mi hogar.

—¿Por qué me trajiste?

—Para que traigas cosas tuyas que necesites. Así que apúrate. —espetó.

Me extendió una llave de la que colgaba un llavero en forma de girasol que reconocería en cualquier lado. Después de todo ya la había dado por perdida.

—Tu tienes mi llave.—afirmé.

—Y así seguirá siendo —cortó el aire con su voz, como un cuchillo afilado.

El mero hecho de que él guardaba la llave de mi hogar y podía entrar y salir cualquier día como él quisiera, era suficiente para provocarme un escalofrío de puro enojo.

—Apúrate o daré la media vuelta.

—Voy.

—Y no hagas una tontería si no quieres consecuencias. —la amenaza fue tácita en su voz.

Asentí antes de salir de la camioneta y casi corrí hacia la puerta de mi casa.

Al parecer, entregarme a él con tanta facilidad aquella noche, parecía tener resultados.

Someterme a él me haría las cosas menos dolorosas... ¿más fáciles?

El olor a desolación y abandono colgaba del aire como una guillotina. Un ancla de añoranza arrastró mi estómago hasta el suelo; la soledad era tan palpable que casi podía sentirla entre mis dedos, como una sustancia viscosa.

Con mis esperanzas de una niña rotas, recorrí la planta de arriba hasta llegar a mi habitación; una herida se reabrió a través de mi pecho. Extrañaba mi hogar y a mi papá, había perdido la cuenta de los días que habían pasado desde que fui despojada de mi libertad, y desde que había tomado la decisión de darle mi vida a Toji a cambio de la de mi padre.

Por supuesto, seguía sin arrepentirme, pero extrañaba mi vida como era antes de que él apareciera.

Lo mire a través de mi ventana y me relaje cuando lo vi recargado en el cofre de su camioneta con toda su atención al celular entre sus manos.

Intente disipar la neblina de mi cabeza mientras hice una lista mental de todo lo que necesitaba antes de empacar. Aunque me había proporcionado bastante ropa cómoda y cosas básicas, no era lo mismo que llevar mi propia ropa que me gustaba.

Ropa cómoda.
Ropa interior.
Suéteres.
Zapatos.
Mi vela con olor a cereza.

¿Pero cuánto tiempo me tendría retenida?

Eventualmente tendría que dejarme ir... una vez que mi papá pagara la deuda, tendría que hacerlo. No podría tenerme con él para siempre.

—Ya tardaste demasiado, tengo cosas que hacer —su voz me sobresalto, casi haciendo que me golpeara la cabeza debajo de mi cama.

—Ya voy.—respondí sacando un par de zapatos debajo de mi cama—. Solo me faltaba esto...

Las palabras murieron en mi boca cuando lo vi recorrer mi cuarto mientras lo analizaba sutilmente.

Chismoso.

Un hilo de molestia me recorrió cuando se acercó a mi tocador y vio fotos mías que había puesto allí. Las observó detalladamente que me levanté con el sentimiento de ser invadida personalmente golpeándome, pero todo se enfrió un poco cuando vi una comisura de sus labios estirarse, en una media sonrisa.

Cautiva| Toji FushiguroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora