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Evite a Toji con la determinación de un prófugo de la justicia el par de semanas siguientes.

Cuando me despertaba, él ya no estaba, así que las mañanas estaban bien para mi. Me mantenía alejada cuando él estaba aquí para comer y trataba de irme a dormir antes de que volviera a regresar; pero incluso aunque tenia mi estricta rutina para mantenerme alejada de él en todo momento, no siempre tenía la misma suerte. Nuestros caminos se habían encontrado más de lo que hubiera deseado, él me había visto cenar y platicar con Geto y Megumi, me había visto estar en el jardín tomando el sol, me había visto jugar con Megumi, comer en la cocina y sobretodo me había visto evitarlo.

Nunca lo miraba, en ningún momento, a pesar de que sentía la intensidad de su mirada siempre sobre mi.

Él tomó su distancia y yo también pero, mentiría si dijera que no me sentía mal al respecto y mentiría si dijera que una parte de mi no lo extrañaba, una parte que mantenía reprimida en las profundidades de mi corazón.

Prácticamente.

Me levantaba, a veces temprano, a veces tarde, dependiendo de mi estado de ánimo.

Desayunaba sola o con Geto y Megumi.

Tomaba el sol en el jardín.

Preparaba algún aperitivo y limpiaba.

Subía a mi habitación y bajaba cuando Toji se iba.

Platicaba con Geto y jugaba con Megumi.

Cenaba.

Me duchaba y dormía.

Esa era mi rutina, algunos días eran más fáciles que otros, y con la compañía de Geto y Megumi, olvidaba la situación incómoda con Toji, o el hecho de que seguía siendo una cautiva. Había pedido prestado un bloc de notas y una pluma a Megumi para llevar una cuenta de los días.

Al final de la segunda semana, después de molestar tanto a Geto comencé a cocinar todo tipo de comida; eso me ayudaba a despejar la mente y Geto lo sabía.

Al final de la cuarta semana, deje de huir como un ladrón a media noche cuando escuchaba a Toji cerca, o cuando estábamos en el mismo lugar.

Al final de la quinta semana, me comencé a sentir vigilada por Toji. Sentía su presencia por todas partes, su escrutinio intenso cada vez que estábamos en el mismo lugar. Tuve sueños en donde me despertaba a mitad de la noche y veía su sombra en la oscuridad de mi habitación solo observándome, tenia mis emociones oscilando de un lado a otro como un manómetro roto. Cuando estaba sola en mi habitación, todavía podía oler su aroma incrustado en mi cama, podía sentir el tacto de sus manos ásperas grabado en mi piel, y el susurro de sus labios crueles sobre los míos. Él era la sombra que me acechaba en todos lados, y yo era presa asustadiza.

Estaba acabando conmigo.

Me serví fruta y prepare mi café antes de sentarme con Geto a desayunar en la barra.

—Lo siento, esta vez no hubo pan del que te gusta.—se disculpó.

—No te preocupes, sabes que me encanta cualquier pan.—le sonreí mientras escogía uno de la canasta.

Cautiva| Toji FushiguroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora