Hailey
—¿Puede venir una amiga? —le pregunté a Toji, que miraba a Megumi a través del ventanal de la cocina.
Asintió.
Era una mañana de sábado como todas las demás. Megumi estaba en los columpios del jardín, y Toji y yo compartíamos tiempo antes de que se fuera al trabajo.
—¿Tu amiga de la que me has contado?
—Si —robé un sorbo de su taza de café.
—Esta bien. Acábatelo, ya no quiero.
Lo abrace por el cuello, contenta, y le di una dosis de besos mientras me derretí en sus brazos y aroma. Si, creo que estaba en esa etapa en la que queria estar pegada a él todo el tiempo; si, al parecer estaba en graves problemas.
—Goro va a llegar en treinta, amor. —miró el reloj que resplandecía en su muñeca.
—¿Hoy también?—arqueé una ceja. No era la primera vez que hacia esto—. Sabes que no es necesario. Megumi y yo siempre estamos bien.
—Si lo es, cualquier cosa puede pasar —acomodo un mechón de cabello detrás de mi oreja—. ¿Recuerdas que te hable sobre un Kenji? El que cuida de Megumi.
—Si.
—Él también estará aquí con Goro.
—¿Por qué? —exigí saber. Tenia que ser una broma.
Tan solo habían pasado tres semanas y Toji se había vuelto un poco más que protector y controlador; cada día que él trabajaba fuera de casa, tenía que llamarlo ya que quería escuchar mi voz por lo menos dos veces para asegurarse de que estuviera bien, y los últimos cinco días Goro había estado en la casa en diferentes horarios en que Toji no estaba. Y ahora resultaba que un tal Kenji también se uniría para ser invasor de privacidad.
Tenia que estar volviéndose paranoico.
—Porque si, amor. Así lo he decidido, dos hacen mejor trabajo que uno.
La frustración cavó un túnel en mis venas, pero me obligué a mantenerla a raya.
—Porque si no es una respuesta—en cualquier caso él era sobreprotector y lo entendía, pero no tenía por qué ser tan exagerado—. Toji, ¿hay algo que esté sucediendo y no quieras decirme?
—No, no sucede nada de lo que debas preocuparte, sólo quiero protegerte.
—¿Seguro? Yo creo que tener otro guardaespaldas ya no es necesario, y mucho menos si estoy en la casa—solté, incapaz de contener mi disgusto y molestia.
—Para mi es necesario —enfatizó autoritario—. Por cualquier cosa. Ya te di el tiempo suficiente para que te adaptaras a tener un guardaespaldas. Simplemente añadí otro. Son de mi total confianza, así que no te preocupes.
—Más bien tú no te preocupes—reproché reprimiendo una mueca antes de forzar una sonrisa y saludar a Megumi que nos enseñaba un truco desde el jardín.
Toji también le sonreía, y cuando Megumi terminó de hacer el truco, sus ojos bosque se agudizaron y se volvieron a clavar en mi. Le fruncí un poco el ceño mientras le sostuve la mirada, esa mirada suya que descarrilaba mi corazón hacia el sol. Como si nada, se inclinó para besarme y eso me molestó un poco más.

ESTÁS LEYENDO
Cautiva| Toji Fushiguro
Fiksi PenggemarLa bestia posó sus ojos en ella, y hará todo lo posible por mantenerla a su lado. Caí rápido, fuerte, y para siempre... Advertencia +18