15

4.3K 322 103
                                        



Toji

Ella había vuelto a sonreírme.

Y eso bastaba para vibrar y calmar hasta la ínfima terminación nerviosa en mi. Bastaba para doblegarme, para ponerme de rodillas ante ella y para ella, bastaba para calmar mi febril corazón, y mermar el peso del arrepentimiento sobre mis hombros.

Su sonrisa.

Su hermosa sonrisa incomparable, inigualable.

Mentiría si dijera que preví que las cosas saldrían así para mi.

Caer ante ese par de ojos marrón oscuro, hipnotizantes, tan expresivos, tan lindos, y en esa hermosa sonrisa que disipaba cualquier mal que me aquejaba.

Eso no estaba previsto en mis planes.

Mi único jodido plan era matarla, incluso antes de conocerla, incluso desde la primera vez que la vi.

Capturar a la hija de Joel Rivas para después asesinarla con mis propias manos, como símbolo de advertencia y amenaza. Porque me gustaba hacer muchas cosas por mi mismo.

Pero se vio interrumpido por Megumi.

Megumi fue la clave para que yo no la asesinara.

Joder, ya una vez lo había visto ser inundado por el terror, por algo que yo había ocasionado, por mi culpa, por haber sido un maldito descuidado de mierda, una segunda vez no podia permitir que sucediera.

No pude soportar la forma en que me vió mi hijo en ese momento.

Me arrepentí entonces de no haberla simplemente enviado a matar en algún callejón, pero fue mi necesidad de sacar mi ira ocasionada por su padre, encargarme yo mismo para hacerle pagar.

Retenerla, usarla de cebo, usarla para lo que quisiera, que fuera mi puta sirvienta... perdonarle la vida a su padre me hizo las cosas más fáciles, como ella como lo propuso, y placenteras, porqué su padre supo que no debió tomarme a la ligera.

Follarmela un par de veces y deshacerme de ella junto con su padre, una vez que a Megumi se le pasara la emoción, una vez que la olvidara.

Pero no sucedió.

"—¡Papá, siento como si Hailey fuera un ángel, ella me trasmite muchas cosas tranquilas, me trasmite mucha paz!, ¿a ti no?

—No, hijo."

Joder, el pez por su propia boca muere.

Y antes de que pudiera hacer algo al respecto, me vi envuelto y arrastrado por esa maldita aura jodidamente cálida, que desborda todo el tiempo, esa calidez tranquila que tre consigo, esa de la que Megumi me había hablado infinidad de veces, esa aura en la que me había perdido y sorprendentemente me sentí cómodo.

No quise darme cuenta que de repente me descubría pensando en ella todo el maldito tiempo, no podía concentrarme, pensando solo en ella, todo el tiempo, siempre en mi mente, en lo hermosa que era, en sus ojos, en la amabilidad con la que trataba a mi hijo a pesar de que yo era un hijo de puta, su risa que sólo había escuchado un par de veces cuando estuvo con Megumi, en las sonrisas que le regalaba a él, en sus finos labios, en cada lunar que decoraba distintas partes de su piel suave, en cada curvatura fina y pequeña de su cuerpo frágil, en su bonita voz cuando me llamaba por mi nombre, en sus gemidos cuando me empujaba dentro de ella.

Cautiva| Toji FushiguroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora