Hailey
En alguna parte de mis sueños, unas palabras dulces se asentaron y me acurruqué en la calidez familiar de un cuerpo y brazos reconfortantes.
No sé cuanto tiempo pasó para que los rayos del sol atravesaran las persianas y lograran despertarme. Me percaté de inmediato de que el peso ajeno que se había anidado en mi durante toda la noche había desaparecido. Su lado estaba frío, yo me sentía fría, solo anhelando sus brazos de nuevo a mi alrededor.
Le eché una mirada rápida al cuarto de Megumi que tenía la puerta cerrada, antes de bajar casi corriendo para hacer el desayuno y buscar a Toji.
Las palabras murieron en mi boca antes de que pudiera pronunciarlas, el desconcierto me apuñaló las entrañas y me detuve cuando decenas, no. Centenas de flores de diferentes colores invadieron todo mi campo de visión, como si un jardín interior hubiera crecido durante la noche, podía saborear el olor a flores en el fondo de mi garganta. Rosas de todos los colores, alegres girasoles, delicados lirios y bonitas peonias.
Parpadeé, sorprendida por las toneladas de flores inesperadas y terminé de bajar las escaleras antes de caminar a pasos lentos. Recorrí la estancia mientras deslicé mis dedos sobre los pétalos de las flores y acerqué mi nariz para aspirar mejor el aroma.
—Despertaste pronto, buenos días.
Su voz hecha de piedra se abrió paso entre todas las flores y me giré para verlo de pie, con una sonrisa casi inexistente en sus labios.
—Buenos días. —dije y señalé un arreglo floral mientras la curiosidad embargó mi rostro.
—Estas preciosa. —avanzó hacia mí antes de anclar sus brazos en mi cintura y plantó un beso breve en mi boca—. ¿Qué tal dormiste?
El oxígeno se solidificó en algo suave y dulce que goteó sobre mi corazón, llenándolo de calor. El musgo en sus ojos me volvió vulnerable.
—Dormí bien. —contigo—. ¿Y tu?.
—Mejor que nunca. —rozó la punta de su nariz con la mía y se me escapó una risa nasal.
—No me despertaste. —acusé—. Quería que lo hicieras.
—Pero me levante temprano, tú no te levantas temprano. Además tenía que encargarme de un par de cosas. —se encogió de hombros, dándome una palmada en el glúteo izquierda.
No proteste mientras entrecerré los ojos antes de mirar de nuevo las flores a nuestro alrededor, con una persistente incredulidad.
—¿Te levantaste temprano para saquear un invernadero?. —indagué con un filo de diversión.
—Para ti, si. —besó mis labios fugazmente.
Algo tiró de las cuerdas en mi corazón y las mariposas dentro de mi cuerpo levantaron su vuelo tan alto que las sentí rozar en mi pecho.
—¿Entonces son para mi? —pregunté con el fantasma de una sonrisa boba en mis labios.
—Claro que son para ti, amor. ¿Para quién más serían?. —trazó caminos con la punta de su nariz en mi mejilla dulcemente y mi corazón se retorció emocionado.
—Lo son... —susurré, mientras las volví a contemplar en silencio.
Afortunadamente me tenía agarrada, de lo contrario, me hubiera derretido hasta el piso.
—¿Te gustan? —unió sus cejas un poco y me miró expectante.
—Claro que sí, me han encantado —sonreí—. Son preciosas, Toji, gracias. —sostuve su nuca antes de plantar pequeños besos en sus labios y cicatriz.

ESTÁS LEYENDO
Cautiva| Toji Fushiguro
Fiksi PenggemarLa bestia posó sus ojos en ella, y hará todo lo posible por mantenerla a su lado. Caí rápido, fuerte, y para siempre... Advertencia +18