Segunda Parte: Sueño Ligero.

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El rugido de varios motores se escuchaba colisionar entre los altos picos montañosos que cercaban la solitaria carretera que recorrían. El paisaje, una mezcla de arenisca rojiza y asfalto agrietado y su misión, a unos metros de ellos.

Adhik aún no era capaz de asimilar que habían activado la señal del GPS y no solo lo había llevado hasta Caracas, en Venezuela, sino que les había hecho subir los coches a un buque de carga y cruzar el Caribe hasta República Dominicana.

Una vez allí, les habían dado una imagen, una matrícula y una palabra: gasolina.

Phoebe compartió una mirada con Adhik y asintió, antes de aferrarse al techo del coche a través de la ventanilla y salir por ella con cuidado, mientras el chico aceleraba aún más para acercarse al camión cisterna.

—Comenzamos—dijo él.

—Pensaba que la misión de prueba sería algo más fácil—se escuchó la voz de Pedro Valente a través del walkie que les habían dado para mantenerse en contacto entre ellos. Adhik negó con la cabeza, sonriendo un poco.

—Si querías algo sencillo, haberte quedado con tus nenas en Colombia, Valente—intervino entonces Poncho, el último miembro del grupo que conducía el vehículo que iba en la retaguardia del convoy.

Tanto a él como a Valente, los acompañaban dos hombres de Corona pero ninguno de ellos se había manifestado en todo el tiempo que llevaban juntos. Mejor, pensó Adhik, sintiéndose incapaz de soportar a más idiotas a su alrededor durante mucho tiempo más.

—Centraos en que no nos pillen—avisó Phoebe a través del sistema de escuchas que llevaba instalado de forma más actual, con un auricular y micro. Ella tenía que hacer el trabajo más duro y un walkie solo le entorpecería el camino.

—Callaos de una vez—masculló Adhik y Phoebe se rio antes de saltar del capó del coche hasta la escalerilla que llevaba la cisterna del camión que iban a asaltar.

Subió por ella mientras Adhik adelantaba al camión, poniéndose delante de este y frenando, provocando que tuviese que reducir considerablemente su velocidad. Poncho aceleró cuando Adhik dio la señal y por medio de un trompo, colocó la parte trasera de su Pickup a la que le habían modificado la cajuela para instalarle un sistema de remolque, muy cerca del contenedor del camión. El hombre que lo acompañaba, salió por la ventanilla trasera del coche, cogiendo la estructura metálica y lanzándola para que el gancho final, pudiese enganchar el semirremolque.

—Fijado.

Phoebe saltó entonces al nudo de unión entre las cisternas y roció el nitrógeno líquido que llevaba en las bombonas que colgaban de su espalda en el enganche del remolque, esperando unos segundos en los que se hizo de su martillo para darle un golpe seco a la estructura.

Esta cedió enseguida, rompiéndose ante el impacto y provocando que la Pickup de Poncho diese una sacudida al encontrarse de repente llevando toda la carga por su cuenta. El conductor se movilizó de modo que Valente pudiese tomar el relevo mientras que Phoebe volvió a subir por las escalerillas del siguiente contenedor, en busca del último sistema a romper.

—Hay que darse prisa—les recordó Adhik, que seguía dificultándole la conducción al camionero. Este hizo sonar la bocina un par de veces, tratando de que Adhik se moviese de su camino pero él se mantuvo.

El conductor, ofuscado, miró por el retrovisor y tuvo que parpadear un par de veces para asimilar que una chica estaba corriendo por encima de sus cisternas. Estaban robándole y acababa de descubrirlo.

El compañero de Valente consiguió enganchar su sistema al remolque pero el camionero aceleró, decidido a demostrarle a aquel grupo de ladrones que no iba a ser tarea sencilla quitarle su valiosa mercancía.

The Grimmest DesireDonde viven las historias. Descúbrelo ahora