Blaywer es un extenso reino el cual ha sido dirigido por más de tres siglos por una grande e insensata monarquía la culpable de dividir su pueblo con un gran muro entre los más inteligentes y poderosos, y los más humildes y "débiles".
año tras año t...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
La noche cayó más rápido de lo previsto, aunque no oscurecía por completo, logrando que desde mi ventana disfrutara de los hermosos colores que tenía el cielo en este momento.
—Señorita Rhiannon le vigilaré esta noche—me giré observando a Yannick, se veía más guapo aún sin la chaqueta y corbata de su traje.
—Solo llámame Rhiannon, nadie se molestará que lo haga, por lo menos no ahora—resopló con cansancio sentándome sobre la suave cama que me correspondía.
—La dejaré para que descanse, ha sido un día agotador después de todo, y ya ceno por lo que puede quedarse tranquila—se giró con la intención de dejarme sola en la habitación.
—¡No! —Solté tan alto y rápido que me avergüenzo cuando me observo con sorpresa—Yo, perdón—aclaro mi garganta mientras me acomodo mejor apoyando mi cuerpo en el espaldar—Quédate, ¿sí? Tal vez seas el único que aclare todas las dudas que tengo ahora.
Pareciera que su rostro brillara con un aire de gracia, seguramente para él únicamente fuera una pequeña curiosa por el nuevo mundo que la rodea, y él un tipo de guía, el cual no puede evitar reír ante el comportamiento que mostraba siempre que soltaba alguna palabra equivocada, pero quién me podía culpar, era lo mejor que me podían dar luego de haberme traído aquí con mentiras y luego sentarme y pretender que seré una buena princesa y luego reina sin preguntarme primero.
Tomó asiento en uno de los lujosos muebles de la habitación cerca de mí, se tronó los dedos y meneó su cabeza de un lado a otro antes de quedarse por completo quieto observando. —Bien, pregunta, intentaré responder lo que más pueda.
Sonreí como niña recibiendo un dulce, exceptuando que era información, y podría sacar muy buena sí conocía cuáles eran las preguntas correctas a realizar.
—¿Cuántos años tienes Yannick? —comenzar con suavidad era el truco, dejar que se soltara.
—Treinta—su mirada era tan fría como la que había conocido en la mañana que vi por primera vez a Lennox, si estaba enojado, iba por mal camino.
—Lennox ¿Cuál es su edad? — una sonrisa interna de victoria apareció en el momento que su mirada se suavizó, bien debía mantenerlo calmado, sin sospechar.
—veintisiete años, es un poco menor que yo—acomodé los rizos que caían por mi rostro, bien subamos un poco de nivel.
Podría preguntarle... Tal vez sobre...
—¿Cómo ocurrió lo de tu ojo? —¿Qué? ¿En serio? Fue un fugaz pensamiento que se escapó sin siquiera dejar replantear si debía o no hacerlo.
Estuvo muy mal, lo supe en el momento que mi estúpida boca lo soltó, en el momento que sus hombros se encogieron gracias a la tensión de sus músculos y apretó sus dientes con fuerza.