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El calabozo, no sonaba tan mal una vez que Lennox lo menciono, dos días encerrada en un lugar sin comer o beber eran pan comido, o al menos eso fue lo que creí; era la tortura más horrible que podía pasar por mi mente ahora, se trataba de una pequeña habitación blanca acolchada, casi sin iluminación, no recibiría comida ni bebida durante mi estadía, pero lo peor se venía a continuación.

Hora tras hora pasaba algo diferente, durante la primera fue una ducha de agua helada donde al menos pude beber un poco de esta, pero era salada, seguramente proveniente del mar, la segunda hora el calor en la habitación subió como si fuera un horno, luego la música de una batería sonó a todo volumen como si me quisieran reventar los oídos. La habitación se inundó casi por completo, olor a cuerpos en descomposición, insectos, descargas eléctricas al tocar las paredes, ratas; un sinfín de diferentes formas de tortura de forma física y psicológica que me dejaron de los nervios una vez que mi dama de compañía junto a un par de guardias que no conocía me regresaban a mis aposentos.

Los siguientes días fuera mi cuerpo se sentía pesado mientras realizaba mis actividades diarias, las cuales eran aún peor por estas dos fechas, hoy se realizaría la celebración del compromiso, en donde asistirán todos los duques y duquesas del reino, y el día de mañana era la aclamada boda quitándome las ilusiones de un descanso.

Mientras me colocaba el extraño vestido de dos piezas en donde la primera era un top verde que asemejaba hojas que cubrían mis pechos y eran unidas por esmeraldas, mientras la segunda era un gran faldón verde, del mismo color de aquellas hojas con bordados de flores y decoraciones de esmeraldas en el centro de lo que mi diseñador llamaba un lujoso vestido, por lo menos los tacones lo eran, altos, pero no tanto y blancos, sencillos.

Estaba ansiosa de encontrarme con Lennox, no lo pude ver desde que fui enviada al calabozo, no sabía la razón, pero tampoco es que fuéramos una pareja inseparable para extrañarlo, solo era raro no tenerlo sobre mí, pendiente de mí.

—Muy bien señorita, es hora, el príncipe la espera cerca la escalera en el salón de eventos, bajarán juntos de la mano y comenzarán a presentarse de forma ascendente con los duques hasta llegar al rey y reina, tenga en cuenta ser cortés y saludar de forma cordial.

Asentí ante las peticiones de Taia, esta noche estaba por mi cuenta, aunque no del todo gracias a mi compañero, estaba nerviosa no por agradar, no me interesaba mucho aquello, pero en todo caso si no lo hacía no únicamente sería yo la afectada, mis padres, mi familia. Fui amenazada por el rey mientras me encontraba en encierro, debía ser una princesa en todos términos, cerrar la boca y obedecer o no los vería vivos la próxima vez que me encontrara con ellos.

Intente no relamer ni morder mis labios mientras caminaba hasta las escaleras, si dañaba el perfecto maquillaje realizado por los estilistas me matarían cuando volviera por un retoque, eran agradables en realidad, pero se tomaban muy en serio que no tocaran ni dañara nada de lo que me colocaron enzima.

A lo lejos me percaté de Lennox acompañado de Yannick con su perfecto traje verde oscuro, su cabello bien peinado y sus ojos atentos a mi pronta cercanía; al estar uno frente al otro se escuchó un silencio total, todos estaban presenciando la llegada de los futuros novios, sujetada por la cintura con el brazo izquierdo dándome seguridad y bajamos las escaleras en silencio, quería hablar, pero no lo tenía permitido, no hasta que nos encontráramos alejados de la mirada de los demás, había veintinueve ciudades en el reino, lo que significaba mucho trabajo en saludar a cada duque o duquesa y quien le acompañaba.

—Te ves preciosa—Masculló mi compañero mientras nos dirigimos a saludar al duque y la duquesa Priddy, la cual se encontraba en un rincón del amplio salón bebiendo de sus copas.

—¿en serio? Parezco un árbol—soltamos unas pequeñas risas mientras le seguía el paso.

—Bueno, sigues siendo hermosa, así estés como árbol—sonrió mientras parábamos frente a la pareja.

RHIANNONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora