RHIANNON

016

Mientras el otoño se acercaba a su madurez, el personal del palacio tenía más trabajo por delante, en un promedio de un mes, llegaría invierno y con esto varias festividades relacionadas, por lo que las decoraciones y preparativos comenzaban mucho antes, aunque me parecía un tanto absurdo, aunque con lo gigantesco que era el palacio suponía que era necesario tal tiempo de preparación.

Nakya, la hija mayor de la concubina Deva, una joven de dieciséis, la cual compartía año de nacimiento con Valkiria, su media hermana, la cual la detestaba, y lo entendía, era la viva imagen de su madre superficial, manipuladora e imprudente.

Durante semanas he intentado mantenerla alejada, no me agradaba, menos con lo entrometida que se había vuelto las últimas semanas, me seguía en todo momento, clases de baile en donde me enseñaba lo buena que era para esto, historia y etiqueta. Era insoportable tenerla detrás de mí, más cuando intentaba recolectar información que me diera respuestas a todo lo que rondaba mi cabeza, desde que era lo que ocurrió en realidad hace unos doscientos años, la vida de Maeve y en que encajaba en todo esto Yannick y Lennox.

—Princesa Rhiannon—Hice una mueca de fastidio al escuchar a Nakya tras mí mientras caminaba al establo donde me encontraría con Ciro, un soldado que se encarga actualmente de la seguridad en el palacio y ahora reemplaza a Lennox en las clases que me daba para aprender a cabalgar, ya que se había marchado por algunos días.

—Es mi día libre— hablé sin parar de caminar sosteniéndome el vestido para acelerar el paso—Así que no debes seguirme para saber cómo son mis horarios.

Suspire intentando que se fuera y me dejara tranquila, aunque sabía que era imposible alejarme de esta.

—Majestad—la voz de Milen otra de la hija de Deva se hizo presente.

Al girarme me encontré con las tres, tomadas de las manos, Kasaldya la menor tenía los ojos rojos de tanto llorar, la pequeña curiosa, la mejor que me caía de las tres sollozaba mientras se acercaban a paso acelerado. Deva no era una gran madre, o con el poco conocimiento que tenía sobre el tema no creía que fuera conveniente tratar a tus hijas con desprecio, hablarles sobre el arte de la manipulación—como ella lo llamaba— y golpearlas siempre que hicieran alguna travesura las cuales me parecían normales, algunas las llegue a realizar yo en mis días.

—¿ocurrió algo? —levante a la niña en mis brazos, la cual se aferró a mi cuerpo y pude notar algunos moratones en su cuerpo.

No sabía en qué momento la pequeña Kasaldya me tenía tal confianza, la había rescatado un par de veces cuando su madre la zarandeaba con furia por tomar algunas de sus cosas, la ayude con sus estudios y una vez le lleve a conocer a Viggo, ese día estaba bastante emocionada. Ahora me abrazaba como si fuera la única que la pudiera salvar y no me molestaba hacerlo.

—Nuestra madre...—Comenzó Nakya.

—Lo sé, lo sé, me haré cargo de ella bien, vuelvan a sus actividades—las vi hacer una reverencia y marcharse.

Entendía el porqué de su comportamiento, aunque me resultara molesto e incómodo tener a las dos mayores cerca, no tenían la culpa del todo, solo aprendieron de la peor mujer que conozco hasta el momento.

Acaricie la espalda de la menor mientras ingresaba al establo donde se encontraba Ciro; Este me esperaba mientras preparaba a Orla, la cual se trató de un obsequio de Lennox una vez que fue domada y ahora lo difícil era aprender a cabalgarla sin perder el control y terminar herida.

—Hoy esta pequeña nos acompañará—el chico pegó un brinco al escuchar mi voz, pensaba que ya me había notado, aparentemente no fue así.

—Claro majestad—Sonrió un tanto nervioso.