RHIANNON

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Las miradas furtivas, murmullos molestos y risitas llamativas mientras todos disfrutaban de la apertura de las festividades de invierno eran fastidiosos, los colores pálidos por doquier que asemejan la fría nieve que caía fuera me ponía nerviosa por todo lo que había descubierto en la última semana.

El baile inicial a los seis fríos meses de invierno tenía a las personas de clase alta bastante felices mientras bebían, danzaban y daban curiosas miradas a la joven pareja del reino la cual a pesar de tener ya tres meses de matrimonio no daban la noticia de un embarazo, lo cual no lamentaba, no me sentía segura aun de ser madre, era lo suficiente joven, torpe y mi esposo, el príncipe Lennox, la otra parte de la joven pareja de la que estaba en boca de todos ahora era un idiota el cual solo me arrastro para que junto al grupo de rebeldes acabaran con su padre y subiera él para jurar justicia cuando dudaba que las cosas funcionaran así.

Un tanto fastidiada por la elegante y aburrida música tomé mi tercera copa en lo que llevaba de la tarde mientras me cuestionaba en hablarle sobre lo que sabía, que necesitaba explicaciones y la furia que recorría mi vientre saliera y por fin pudiera confiar en él, pero todo no era tan sencillo, sería una tonta si todos escuchan lo de la rebelión, que nos involucramos en esta, y luego está el hecho que me daba pánico saber la verdad, de confirmar mejor dicho, en donde toda la información que había logrado recolectar y lo que Yannick me había dicho tiempo atrás me lastimaran al escucharlos de la boca de él, del hombre al que la noche anterior confirme confiar, cuando por más que intentaba creerlo yo, algo muy en lo profundo me suplicaba que tuviera cuidado, que no confiara en nadie y no entregara del todo mi corazón.

—¿Ocurre algo? —uno de sus brazos me rodeaba la cintura mientras bebía de su copa con calma—Me encanta el vestido que tienes—sus fríos labios me besaron la nuca haciéndome estremecer.

El vestido, azul ártico, era bastante pomposo y llamativo, con un apretado corsé y un escote en forma de corazón y mangas caídas que resaltaba parte de mi figura, y con un decorado descendente de pequeños diamantes los cuales hacían resaltar el sencillo diseño.

Me causaba cierta gracia el hecho que aunque ya habíamos pasado por el baile de apertura, y había resaltado varias veces lo hermosa que me veía, volviéndolo a hacer luego de encontrarnos luego de ser separados por la multitud que había que saludar.

—Deberíamos hablar de algo que me inquieta—acaricie la mano con la que me sujetaba, no podía dejar pasar un día más el informarle que lo sabía todo, o almeno una parte—sobre... bueno—suspiró notando su total atención—sé lo que planeas hacer... lo sé casi todo, lo de los rebeldes, que tú hagas parte y que pienses acabar con lo que iniciaron sus antepasados...

Antes de que pudiera continuar me beso con fuerza, con furia, alarmándome ante el rápido cambio de humor; como pude correspondí a su beso sosteniéndome de sus fuertes brazos hasta que se separó cuando nos quedamos sin aliento.

—Ahora no, aquí no—lucía y se escuchaba bastante diferente a como siempre se dirigía a mí—En un rato, en mi habitación, te escucharé y me escucharas y espero confíes en lo que diga.

—Confío, por ahora lo hago—masculle, sintiendo el enfado aparecer.

—Lo harás, Lo sé—me sostuvo con fuerza contra él mientras caminábamos por el salón antes de separarse luego de algún tiempo—Subiré a la habitación, ¿bien? Nos vemos en un rato, disfruta de la fiesta.

Le observé alejarse con un suspiro cansado mientras observaba a los invitados, el duque y la duquesa Wynn los cuales desde que les conocí les comparaba con las bestias nocturnas que aparecía en los viejos libros que mi padre coleccionaba charlaban con la duquesa Sealy la cual al parecer de solo ser tres años mayor que yo lucía un rostro triste y cansado, como si hubiera pasado por mucho a pesar de lo joven que era, la conversación se notaba aburrida y no me sentía lo suficientemente animada para fingir ser el alma de la reunión y acompañar a alguno de los invitados en sus charlas alegres.