cinco

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-Hola- saluda ella con una sonrisa

-No esperaba verla acá- confieso un poco sorprendido y ríe bajito

-¿Le molesta si me siento en éste?- señala el asiento de al lado y yo niego, así que baja su mochila a dónde están sus pies

-¿Está mejor?- le pregunto y levanta la vista hacia mi- Por lo de anoche- aclaro

-Si, gracias- sonríe- No volví a hablar con él, por suerte

Me quedo inmóvil cuando veo una de sus manos aproximarse a mi rostro. Siento su tacto frío cuando sus dedos rozan mi frente, y levantan el gorro de lana un poco, lo suficiente para ver mi ceja izquierda y la herida de ayer por encima de ella

Sus ojos se entrecierran con lástima

Me sobresalto un poco porque realmente su mano está helada, y un impulso de agarrarla se apodera de mi. Así que lo hago, y vuelve a mirarme a los ojos

Realmente eran muy celestes

-Lo siento ¿Dolió?- pregunta y niego con la cabeza

-No, tiene la mano fría- contesto y sonríe levemente

Entrelazo sus dedos junto los míos y mi tacto empieza a brindarle un poco más de calor

Le estoy dando la mano a una completa extraña

Y por alguna razón nada me parecía raro

Ella no me parecía una extraña

-¿A dónde va?- pregunto con curiosidad

-A desconectarme- levanta sus hombros- ¿Usted?

Dudo un poco sobre que responderle

-También- suspiro y asiente mirando hacia delante

-¿Seguro?

Vuelve la vista hacia mi

Su mirada es tan fría como el color de sus ojos

Tan solo puedo asentir, y sonríe levemente, pero con conformidad

Mi respuesta le alcanza lo suficiente para ponerse sus auriculares y acomodarse en su lugar para cerrar los ojos y dormir

Yo hago lo mismo unos minutos después

Antes de hacerlo noto algo

Alaska no me había soltado la mano

Alaska - Juan Pablo VillamilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora