uno

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Mis pasos son rápidos, a la par de los latidos de mi corazón. Mi pecho bajaba y subía con una intensidad que jamás había sentido. Tenía miedo, pero muy en el fondo sabía que no había marcha atrás

Me encuentro con un banco en la vereda, me siento en él dándole un descanso a mis piernas, que corrieron sin mirar a mis espaldas

Subo mi vista al cielo, largando un suspiro. Me detengo por unos segundos a ver las estrellas, y el humo que sale de mi boca producto del frío

Observo la cinta naranja en mi muñeca, distintivo del hospital. La arranco sin pensar dos veces y la guardo en mi bolsillo, yo ya no pertenezco ahí

Estaba lejos de todo, de mi familia, de mi casa, de mi ciudad. Todo lo que tenía era mi mochila con ropa, el dinero que he ahorrado los últimos dos años y mis auriculares

Sé que si me robaban o extraviaba lo único que me quedaba, estaba perdido. Incluso, más de lo que me siento ahora mismo

Mi celular tenía varias llamadas perdidas y mensajes de todos mis conocidos, las notificaciones no paraban de llegar una tras otra

Mamá vuelve a llamarme, y trago el nudo en la garganta, haciéndome de valentía para apretar el botón rojo y no responderle

Y luego apagar el celular

Tengo las manos congeladas, y decido que refugiarme en algún lugar seria buena idea, así que lo hago. Llevo mi vista al café de la esquina, que cuelga luces de colores afuera, y camino hacia allá sin pensarlo dos veces

Alaska - Juan Pablo VillamilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora