diez

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Un sueño

Esa idea rondaba en mi cabeza desde que Alaska me preguntó sobre aquello

De niño soñaba con ser astronauta. Todavía me impresiona lo ingenuo que era para poder llegar a pensar que yo podía serlo algún día

Es que cuando uno crece, la vida te va dando señales de hacia donde ir. Y creo que mi camino no se dirigía hacia el espacio, precisamente

El problema está en que, aún con todas las señales que supuestamente tendría que haber recibido en estos veinticinco años de vida, todas las veo confusas

Y ahora no sé en que punto de esta carretera estoy parado

¿Cómo sé a dónde voy si no sé en dónde estoy?

A lo mejor afuera de la Tierra encontraba en donde ser feliz. En Saturno, quizás

Había encontrado un camino aquí, pero me quedé en la mitad sin saber a donde ir

Alaska me mira preocupada cuando se lo digo, y probablemente ahora crea que, el más raro de los dos, ahora soy yo. Creo que se da cuenta de su mirada, porque la suaviza de una manera en la que no puedo explicar, y de alguna forma sus ojos celestes se hacen más dulces

-Imagine que está en una ruta en el medio de la nada, sin celular, sin gente alrededor para pedir ayuda o saber dónde está ubicado- dice y creo el escenario en mi mente- ¿Qué hace?

-Me tiro debajo del primer camión que pase, que desesperación- me pega en un hombro y yo río

-No, Juan ¿Qué debe hacer?

-Caminar, supongo- contesto

-Okay. ¿Qué camino toma? ¿Derecha o izquierda?

-¿Este es un test para saber que princesa de Disney soy?- ella ríe y vuelve a formular la pregunta- No lo sé, Alaska

-¿En qué se basa para tomar una decisión?- cuestiona- No me diga un ta te ti porque me voy de aquí

-Instinto

-Bingo- sonríe triunfante- ¿Sabe? Está bien seguir al corazón de vez en cuando, para decisiones de cualquier tipo

-El corazón a veces traiciona

-¿El corazón o el miedo?

Me siento incapaz de responder, así que acerco la botella a mis labios para darle un sorbo a la cerveza rubia

-¿Por qué no astronauta?

-Demasiado riesgoso- contesto y asiente

-Coincido, pero si le hace feliz... ¿Por qué no?

-No siempre uno es lo que le hace feliz- negué- Y es tarde, arrancando con veinticinco años, no llego a la Luna ni aunque quisiera

-A lo mejor la Luna no, pero se empieza de a poco- levanta sus hombros

Además de rara, demasiado positiva

-Y con lo primero, estoy de acuerdo, pero tiene chances para cambiar eso- dice- Quiero decir, está vivo, está aquí, puede tomar decisiones que le hagan bien. No por tener veinticinco años tiene su vida perdida, al contrario

-No lo sé

-Claro que lo sabe- alza sus manos al aire con frustración y carcajeo- Eres una cebolla

-¡¿Cebolla?!- exclamo con indignación y asiente- Mierda, podría haber encontrado una comparación mejor. Una flor, una estrella, lo que sea

-Una cebolla- repite- Hay que pelarla capa por capa

Niego con ofensa y ríe, sus ojos se achinan al punto que casi no se ven y, verla así, me causa tanta gracia que yo también me río junto a ella

Larga un suspiro cuando por fin la risa para y luego se acuesta en el suelo, con la vista fija en el techo

Su largo y negro cabello se disperse por toda la alfombra, y sus manos juegan con la suavidad que hay en ella. Sus labios se encuentran un poco entreabiertos y mi vista cae en el choker negro que hay en su cuello

Y ahora el que suspira soy yo

-Músico- admito y Alaska me observa de inmediato

-¿Qué?

-Que me gustaría ser músico

Alaska - Juan Pablo VillamilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora